Listado

Por
Rafael Rubiano Muñoz
Profesor Titular, UdeA.
Semillero Itaca (Intelectuales de América Latina y Colombia).

Este año se cumplen, 100 años de la muerte por tuberculosis de Tejada quien nació en Barbosa en 1898 y 110 años de la muerte por asesinato cerca del capitolio nacional del nacido en Valparaíso en 1859, Rafael Uribe Uribe. En apariencia sus vidas fueron discordantes, paralelas diría Plutarco, no obstante, algunos eventos fueron concordantes y sus ilusiones se cruzaron en ocasiones y se distanciaron después de sus fallecimientos. Tejada murió en Girardot en 1924 y Uribe Uribe fue atacado a hachazos en una calle céntrica de Bogotá, ambos murieron en lugares con cierta cercanía. Provenientes de la provincia, Antioquia, tuvieron en común la tragedia de haber fallecido y morir doblemente con el olvido. Pero valga preguntarse ¿qué nos dejarían ellos al leerlos hoy? ¿qué les dirían a las generaciones de hoy y del futuro?

Al leerlos las coincidencias saltan a la vista porque fueron insumisos. Ambos liberales radicales combatieron a los regímenes conservadores. Uribe Uribe confrontó la tiranía y el despotismo de la regeneración de Rafael Núñez y Miguel Antonio Caro, lo hizo mediante la elocuencia, la palabra escrita y las armas, pues fue uno de los líderes principales de la Guerra de los mil días (1899-1902). De guerrero armado se convirtió en un guerrero letrado, su obra de luchador y combatiente se bañó con centenares de páginas en los que sobresalen sus influencias en los debates parlamentarios, jurídicos, diplomáticos, políticos y hasta gramaticales o literarios. 

Es notoria su defensa de las instituciones republicanas, su ardiente lucha por la democracia amplia y participativa, su anhelo por la educación popular y pública, ante todo, su deseo de mejora de las condiciones de los obreros y campesinos, que lo convirtió en uno de los primeros adalides del Estado Social de Derecho por su mirada adelantada de una legislación laboral equitativa y justa. La mayoría de biógrafos (Luis de Greiff, Fernando Galvis Galvis, Eduardo Santa, Javier Henao Hidrón, Ivonne Suárez Pinzón, Vincent Baille Duplat, los principales) contemplaron con mirada apologética e idílica al intelectual militar, rescataron en parte al rebelde armado, pero no ahondaron con suficiencia en el rebelde e insumiso letrado. Más allá de estratega militar, Uribe Uribe legó cientos de páginas para la vida intelectual y cultural del país que están por ser redescubiertas en su faceta de senti-pensante.

En 1871 ingresó al Colegio del Estado en Antioquia (la Universidad de Antioquia) se tituló de abogado en la Universidad del Rosario y en 1881 fue profesor de nuestra universidad, dictó cursos de derecho constitucional, economía política y educación física. Hombre de facetas disímiles, hacendado, militar, diplomático, viajero, sus páginas son memorables, quien lea hoy su producción amplia y vasta no olvidará su ensayo “Socialismo de Estado (1904) y su conferencia de Cali “Problemas nacionales” (1910), ni qué hablar de “El liberalismo no es pecado” (1912) y “Contra los Antioqueños”. Quien lo lea hoy tendrá la ocasión de reconstruir comprensivamente un trozo de Colombia, un periodo que va de los inicios del conservadurismo de la Regeneración, desde la época del Tradicionista (1871-1876) a la llegada al poder de Carlos E. Restrepo y su Republicanismo, que fue otra variante del conservadurismo en el país, más conciliador y menos intransigente que el de Caro y Núñez.

Luis Tejada como se le conoció también venía de familias liberales radicales. Su padre Benjamín Tejada Córdoba era familiar del insigne prócer (José María Córdoba) e hizo cuanto pudo por rememorar su figura con actividades y colectas a nivel nacional. Tejada padre fue un adalid de la educación laica y popular, promovió el sistema educativo normalista y liberal (anticlerical) contra la dominación y hegemonía conservadora. Se recuerda que sus campañas contra el alcoholismo se cerraban con libaciones ininterrumpidas. La madre Isabel Cano era prima de Fidel Cano, por tanto, Tejada fue pariente de la activista socialista María Cano con quien se veía en las faldas de Buenos Aires a leer algunos autores marxistas y de Baldomero Sanín Cano, una de las mentes más avanzadas del país.

Entre ambas figuras, según se concluye de leer sus obras y escritos, no hubo empatía porque Tejada fustigó con acritud al poeta payanés Guillermo Valencia, a quien Baldomero le rendía culto y cariño por las letras y amistad. Por ello mismo en Sanín Cano no hay referencias a Tejada, sin embargo, el barboseño lo mencionó de paso y lo criticó en dos crónicas. Tejada confrontó la idea de un congreso de unión hispanoamericana en 1923, propuesta que hizo Sanín en el diario El Sol de Madrid, cuando el de Rionegro era representante de La Nación de Buenos Aires. El cronista Tejada en debate con Sanín, supuso que su pariente lejano abogó por un hispanismo a secas, pero fue lo contrario, ambos defendieron la diversidad y pluralidad étnica y racial de nuestros pueblos adelantándose con ética y con responsabilidad a los mercenarios intelectuales decoloniales y poscoloniales.

Las dos principales biografías sobre Tejada (Víctor Bustamante, Gilberto Loaiza Cano y las decenas de semblanzas a sus libros, Juan Gustavo Cobo Borda, Darío Escobar Mesa, José Mar y Armando Solano por citar las principales) invitan a redescubrir una de las coyunturas más contrastantes del país, la de la hegemonía conservadora del siglo XX (1910-1930), después de la debacle de Rafael Reyes y del proyecto conservador medio liberal del abogado antioqueño y profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de Antioquia, Carlos E. Restrepo. Hay más Tejada como letrado y sus perfiles sobresalen como intelectual y en la cultura, y se ha explorado menos su relación con la política y lo político. Los puntos en común con Uribe Uribe son entre otros, la de ser insumisos coherentes. Su confrontación con lo conservador es evidente, contra la censura, la tiranía y el despotismo; contra el dominio de la sotana en todos los resquicios sociales, Uribe fustigó a Caro, Tejada al enclencle mental, Marco Fidel Suárez. 

Tejada fue el “pequeño filósofo de lo cotidiano”, bueno, no tan pequeño en verdad, al leer sus centenares de crónicas ya compiladas se puede hallar al intelectual que como la boa constrictora emplea argumentos que al estilo de las paradojas fuerzan a los lectores a darse un baño de realidad, siempre desmitificando, destronando, desprejuiciando y dándole valor a lo singular y lo aparentemente insulso, a lo intrascendente. Las cosas menudas para él constituían lo político por su exposición, de modo que su consigna fue, la trascendencia política y lo efímero. El barboseño fue en lo escrito, una especie de Baudelaire, un Flaneur, adobado con la mirada de Georg Simmel y de Walter Benjamín. Leerlo hoy es darse una ducha de asombro, no queda nada de eso en las aulas de la universidad colombiana, la estupefacción murió para la enseñanza y la docencia. No hay asombro en las aulas y clases no hay vigor, ni potencia en el hablar ni en la comunicación, hay mudez, pero aquella que se forja cuando se agoniza y se va al sepulcro. Tejada defendió la revolución rusa de 1917, las clases populares fueron objeto de su redención, fue el primer militante y a su vez un promotor de los primeros grupos comunistas en el país, perteneció a la generación de los nuevos, destruyó mitos, los patrios primordialmente, alentó la modernidad en artefactos e ideas, para un país atrasado, retrógrado y conservador. 

Entre otras fue un minucioso observador de las cosas menudas, les dio significado y los exaltó como parte de la existencia humana, la corbata, el sombrero, la pipa, así mismo se alucinó con los avances materiales de la modernidad, cine, tranvía, vida urbana y analizó sus consecuencias. Entre otros de sus aportes hoy, defendió que los hombres debían estar en la cocina, denunció algunas violencias, si bien de género, también algunas violencias femeniles y luchó es cierto para que las mujeres fueran, actores y protagonistas de la vida política y de la ciencia. Era un destructor de ídolos, destronó muchos prejuicios de la sociedad, en especial aquellos de la mentalidad de los colombianos. Con Uribe Uribe fueron los que abanderaron que el liberalismo debía regirse por contenido social y de izquierda. Fue el primero entre los intelectuales comunistas, lucho por la verdad, la justicia y la libertad del pueblo. En una crónica defendió la Universidad de Antioquia de la intromisión de la religión y de poderes ajenos a ella.

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