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Estudiantes y egresados dedican algunas palabras a Valeria López y Alejandro Quinchoa

Octubre 10 de 2025.

El pasado viernes 3 de octubre, estudiantes, docentes y empleados de nuestra Facultad se unieron en una jornada de luto y reflexión para rendir homenaje a Valeria López y Alejandro Quinchoa, estudiantes de Medicina que fallecieron recientemente.

La velatón se convirtió en un espacio de silencio compartido, luz encendida y palabras abiertas. Allí, la comunidad dialogó sobre la importancia de cultivar la empatía, fortalecer las redes de apoyo y acompañarnos en los desafíos que la vida nos plantea en lo físico y en lo emocional.

Estas son algunas de las cartas o expresiones que surgieron como manifestaciones de diferentes integrantes de la comunidad universitaria y como gestos que honran las memorias, aportes e integridad de Valeria y Alejandro:

Reflexión 1: Lo que nos dijeron las velas encendidas

Fueron encendidas las luces para decir del dolor y recordar la vida que tenemos.

Fuimos más que una comunidad académica, sentimos el calor que se instaló en el hall de la facultad, en cada alma que fue alcanzada por la luz de las velas.

El viernes pasado instalamos un cerco de humanidad, acunamos las voces que se despedían y fue palpable el sufrimiento en las palabras que valientemente se abrían paso entre la pérdida, dejándonos escuchar lo que se desgarraba, pero lo que también nos deja siempre la posibilidad de la reflexión. 

La luz y la escucha hicieron posible respetar el dolor que circulaba en ese momento y recordar que la vida palpita. Las palabras fueron dichas, las luces iluminaron las frases, los párrafos aletearon por encima de las cabezas y se hicieron un lugar en el alma de los que estábamos allí, en el suelo, de pie, en un salón, en una oficina. Escuchándonos, confiando los unos en los otros, permitiendo que el dolor fuera visto y entendido. 

Ahora, queda la mirada atenta al camino que tenemos en frente. Las preguntas circulan acerca de cómo continuar la marcha, la atención puesta en la formación del alma. Hemos vuelto a recordar que nos tenemos entre sí, que formarse implica también reconocer todo lo humanos que somos, todo lo que nuestra personalidad requiere aún para forjarse y seguir caminando. Que ninguno de nosotros ha finalizado ni lo hará jamás, la construcción de su ser y que para ello requiere de sus semejantes, que la diferencia debe habitarnos y enriquecernos.

Queda la sensación de que lo que duele y lo que es difícil también nos fortifica, que nos deben crecer alas donde la angustia y la oscuridad aparece.

Comprendimos, a la luz de las velas encendidas, que en cada dificultad es posible izar velas, de nuevo.

Sandra Castrillón.
Docente de Educación médica.

Reflexión 2: sin título

La trágica muerte del compañero José Alejandro Quinchoa Burbano se debió a la inmensa indiferencia que recibió por parte de la universidad “que nos cuida” y a la facultad “que se preocupa por nuestro bienestar”. Con dolor, impotencia y rabia doy testimonio de lo poco que significamos para nuestra facultad: somos solo números. Las situaciones de la vida que indirectamente afectan nuestro desempeño académico resultan siendo un "de malas", "hay gente peor que usted a la que le va mejor". Es evidente y crónico que la política administrativa es dar la espalda a la comunidad que está cruzando por adversidades. Se llenan la boca hablando de salud mental, pero allí es normal perder estudiantes por suicidio porque el prestigio importa más que la vida. Los mensajes que publican en redes sociales son vacíos, las actividades relacionadas son falsas, las palabras son huecas; la supuesta disposición desde Bienestar de la Facultad es completamente inoperante. A algunos nos tocó buscar ayuda de manera particular (onerosa para nosotros mismos y nuestras familias) para no caer en el abismo en el que cayó el compañero. Lo que mató a José Alejandro no fue solo la depresión, fue también la frialdad y el abandono de quienes lo debieron cuidar. La facultad de medicina de la Universidad de Antioquia perdió su carácter humano desde las intervenciones de personajes como Luis Javier Giraldo y quienes continuaron su nefasto legado. Es lamentable que quienes nos formamos para servir a la comunidad interviniendo en sus cuestiones no solo biológicas sino psicosociales, seamos precisamente quienes más padecemos en ambos ámbitos incluso desde nuestras casas educativas. Descansa en la paz que tanto necesitabas, José Alejandro. Oramos por que ni un solo estudiante más sufra lo que tú sufriste.

Catalina María Silva Escobar.
Egresada.

Reflexión 3: Carta en memoria de Valeria y José Alejandro

Con el corazón dividido entre el dolor y la esperanza, escribo estas palabras. Dolor por la partida inesperada de Valeria y José Alejandro, dos compañeros cuya ausencia deja un vacío imposible de llenar. Pero también esperanza, porque sus memorias han despertado algo fundamental, lo necesario: voces que se alzan, corazones que se agitan, manos que se extienden en un llamado colectivo por más cuidado, atención y acompañamiento en salud mental.

En este momento de profunda tristeza, quiero reconocer mi gratitud por estar donde estoy. Esta Facultad me ha acogido y me lo ha dado todo en términos de salud mental y bienestar. He sido partícipe activo de los servicios que se ofrecen: psiquiatría, psicología, pedagogía, terapia de pareja. Y tanto los profesionales como el servicio mismo me han brindado una experiencia de acompañamiento genuino y disposición real.

Sé que no siempre es fácil. Encontrar un profesional con quien conectes, que te escuche sin juzgarte, que te entienda ¡y así lo sientas! y que, sobre todo, te dé herramientas reales para la vida: para gestionar tus emociones, relacionarte mejor con los demás y mediar el estrés en momentos críticos como los exámenes... eso es invaluable. Herramientas que nos permiten crecer no solo como estudiantes, sino como personas integrales.

Estoy totalmente seguro de que quienes estamos aquí, en la Facu, compartimos un propósito común: no formarnos en una dimensión técnica y académica exclusivista, sino en una formación integral que relacione el humanismo, la sensibilidad, el arte, el autocuidado, la empatía y la excelencia académica. Porque no podemos cuidar a otros si no aprendemos primero a cuidarnos a nosotros mismos.

Lamento profundamente esta pérdida, sobre todo para las familias, amigos y compañeros cercanos de Valeria y José Alejandro. Pero me levanto de mi silla como estudiante comprometido, dispuesto a propiciar no solo la iniciativa, sino la motivación, participación, organización y seguimiento de las propuestas que, sin duda, están surgiendo en estos días y que llegarán en su debido momento a las instancias correspondientes.

Necesitamos trabajar juntos en propuestas que se formalicen, que perduren en el tiempo, que se evalúen como planes piloto, que exploren nuevas posibilidades y que complementen y perfeccionen las que ya existen en términos de salud mental y bienestar.

Con alegría y con dolor escribo para reconocer que es profundamente triste la pérdida de ambos estudiantes, de ambos miembros queridos de nuestra comunidad. Pero sostengo la esperanza de que las voces que se elevan, los corazones que se agitan y las manos que se vigorizan puedan mantenerse firmes para llevar a realidad estas propuestas, ideas y necesidades.

No podemos dejarle exclusivamente a la Facultad la responsabilidad de cuidarnos. Debemos asumir también la responsabilidad de cuidarnos a nosotros mismos y de cuidar a los nuestros: a nuestros amigos, compañeros, conocidos. Incluso en detalles tan simples y poderosos como ver a alguien llorando y preguntarle, con curiosidad genuina y respeto, si en algo podemos ayudarle en ese instante.

Como dice el adagio popular, una golondrina no hace verano. Por eso sostengo mi esperanza firmemente en que todo el bien que surja como consecuencia de estas lamentables pérdidas sea posible, factible, duradero e impactante, pero solo será así con el compromiso colectivo de todos y cada uno de los miembros de la Facultad:

Los representantes estudiantiles de prepgrado y posgrado.
Los estudiantes de cada pregrado y programa académico: Instrumentación Quirúrgica, Atención Prehospitalaria, Medicina.
Quienes hacen parte de los posgrados: especialidades médico-quirúrgicas, maestrías y doctorado.
Todos los docentes de pregrado y posgrado.
El personal administrativo de la Facultad.

Que todos podamos aportar, levantar la voz, proponer, sumar iniciativas, convocar, responder a las convocatorias y, en últimas, unirnos y mantenernos unidos de forma sostenida y generosa en el tiempo. Es lo que deseo ahora con el corazón inquieto.

Que no sea una golondrina solitaria, sino una bandada completa de golondrinas que traigan tras de sí una suave lluvia de bienestar y salud mental que nos permita nutrir y cuidar nuestras almas y nuestras necesidades básicas e integrales.

Para que podamos decir con orgullo: no solo nos estamos formando para cuidar, sino que nos estamos formando cuidándonos.

En memoria de Valeria y José Alejandro, que su legado sea el despertar de una comunidad que se cuida mutuamente.

Con dolor, gratitud y esperanza inquebrantable,

John Aiber López Pérez.
Representante de los estudiantes al Consejo de Facultad.

Reflexión 4: Mensaje de un profe a sus estudiantes

En este camino académico, es fácil priorizar el estudio y las responsabilidades sin darnos cuenta de lo importante que es cuidar nuestra salud mental. El estrés, la presión y la carga (no solo académica) pueden generar momentos difíciles, pero quiero recordarles que el bienestar emocional es tan importante como sacar una carrera adelante. Ustedes son más de lo que se ve en un aula y eso no se debe olvidar.

No duden en buscar apoyo si lo necesitan, hablar con alguien de confianza o tomar un respiro cuando las cosas se sientan abrumadoras. Es normal sentirse vulnerable a veces, y es importante ser amables y ser compasivos con ustedes mismos en esos momentos. El equilibrio entre el estudio y el autocuidado es clave para avanzar de manera saludable en su camino profesional y personal. 

¡Cuentan con mi apoyo! 

Esteban C-M.
Docente.

Aunque Valeria y Alejandro hayan partido de maneras y condiciones distintas, son dos integrantes de nuestra comunidad que ya no están. Por eso, trabajaremos por que su memoria permanezca entre nosotros y nos permita encontrar más y mejores caminos para que el bienestar sea una verdadera prioridad en la formación en salud. Como Facultad de Medicina, y con los aportes de toda la comunidad académica, seguiremos incansablemente en este firme propósito.

¡Que sus huellas perduren por siempre!

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