Alivio para edificios enfermos
Alivio para edificios enfermos
¿Sabías que si los edificios se enferman también podrías hacerlo tú? Investigadores de la UdeA estudian el Síndrome del Edificio Enfermo, que se traduce en alergias, asma, rinitis, algunos tipos de dermatitis, infecciones de tipo respiratorio o enfermedades más graves como la tuberculosis.
Colonias de hongos ambientales. En la fotografía se observan más de 30 géneros después de cinco días incubación. Foto: Los créditos para el grupo de investigación Microbiología Ambiental
Podría decirse que los edificios respiran. A través de sus ventanas, puertas, balcones y patios reciben el aire del ambiente exterior y liberan el aire interior. Inhalan y exhalan. Pero si hay poca ventilación o el aire que transita por sus pasillos y habitaciones es de mala calidad, es decir, si tiene altos niveles de contaminantes químicos, material particulado y de microorganismos, los edificios comienzan a enfermarse.
No significa que las paredes se agrieten, sus techos se desmoronen o que los ventanales se quiebren. Significa que las personas que viven o trabajan en ellos, en donde permanecen la mayor parte de su tiempo, empiezan a padecer diferentes problemas de salud. Cuando esto le ocurre a más del 20 por ciento de los habitantes se habla del Síndrome del Edificio Enfermo.
Entonces aparecen alergias o cuadros de hipersensibilidad como asma, rinitis, algunos tipos de dermatitis, infecciones de tipo respiratorio como la influenza e incluso, enfermedades más graves como la tuberculosis. El riesgo de contagio aumenta considerablemente en espacios cerrados donde hay muchas personas o cuando están bajo la influencia del mismo sistema de aire acondicionado.
Son múltiples los factores que afectan la calidad del aire y hay condiciones que favorecen que esos organismos proliferen y aumenten a niveles perjudiciales como la poca ventilación, el poco recambio entre el aire interno y el externo, la cantidad de personas y su estado de salud, la limpieza del edificio y su mobiliario, la presencia de humedad en paredes y techos, una fuente de contaminación directa, las plantas de interior que requieren abono y humedad, la acumulación de material celuloso como papel, telas y cartón; y principalmente los sistemas de aire acondicionado.
Estos últimos, así como el sistema respiratorio humano, además de regular la temperatura y la humedad, también realizan un proceso de renovación e intercambio del aire interno-externo, y lo filtran de los múltiples contaminantes químicos y biológicos que transportan y pueden afectar la salud de las personas y deteriorar los enseres. Pero si están mal diseñados o no se les hace limpieza y mantenimiento adecuadamente, se convierten en los principales diseminadores de infecciones.
“El aire acondicionado está para darnos confort, pero si no funciona bien comienza a atrapar y a condensar la humedad, y al hacerlo se van formando piscinas en su interior que se convierten en un medio de cultivo para bacterias, hongos y parásitos. Cuando se apaga, los microorganismos empiezan a reproducirse, y cuando se enciende, los lanza al interior de la habitación, y estos empiezan a recircular y a esparcirse”, explicó Álvaro Rúa Giraldo, integrante del grupo de investigación Microbiología Ambiental, de la Escuela de Microbiología.
Virus, bacterias, hongos y parásitos en el aire que respiramos
Rúa coordina la línea de investigación de aerobiología, que estudia microorganismos como virus, bacterias, y algunos hongos y parásitos que se encuentran en el aire, que son patógenos o tienen impacto en la contaminación de materias primas o material manufacturado.
Los virus no tienen estructura celular y entre todos los microorganismos son los más pequeños, la mayoría tan pequeños que ni siquiera pueden verse con un microscopio potente. Son excelentes patógenos y tienen una gran capacidad de adaptación e integración a la célula que están infectando. Por su parte, las bacterias son de mayor tamaño que los virus, y a diferencia de estos ya tienen una estructura celular muy sencilla. Se pueden encontrar con formas de esfera, bastón o espiral.
Luego están los hongos, algunos se pueden ver sin necesidad de un microscopio, como los champiñones; pero hay otros que son un poco más grandes que las bacterias y se parecen a una raqueta, o a un balón de fútbol americano o a un cepillito. Finalmente, los parásitos son los más grandes y, del mismo modo que los hongos, hay algunos macroscópicos como las lombrices intestinales y otros microscópicos.
Según Rúa, ellos se encuentran en el aire. Para los virus, el aire es el transporte ideal, aunque lo hacen en trayectos cortos porque necesitan estar siempre dentro de una célula para sobrevivir. Algunas bacterias toleran trayectos muy largos y ciertos parásitos se desplazan por el aire, aunque no es el medio más eficiente para ellos. En cambio los hongos están diseñados para viajar miles de kilómetros, pasar desde África hasta Norteamérica o Centro América, a través de las corrientes de aire del mar.
Estudio de calidad del aire interior, un servicio único en la ciudad
En Colombia el tema del análisis del aire es un asunto nuevo y se ha limitado al análisis de los contaminantes químicos. En cambio, en Europa y Estados Unidos se ha venido trabajando desde hace años y cuentan con legislación al respecto.
La construcción de edificios herméticos o inteligentes, pensados para reducir la pérdida de aire de modo que los sistemas de acondicionamiento de aire tuvieran menos funcionamiento y se redujera el gasto de energía eléctrica, llevó a que la calidad del aire se viciara, pues el ambiente es tan contaminado que los filtros se colmatan rápidamente.
La Escuela de Microbiología de la Universidad de Antioquia es la única institución en Medellín que ofrece el servicio de análisis de calidad microbiológica del aire interior. Ha realizado estudios para colegios, museos, archivos históricos, entidades bancarias y empresas como EPM en su edificio inteligente desde hace varios años.
También ha llevado a cabo investigaciones con instituciones hospitalarias, las cuales requieren de ambientes controlados y estériles. Según Rúa, el grupo cuenta con los profesionales expertos y con equipos y metodologías modernas, ampliamente recomendadas en la literatura y que en la práctica han demostrado su efectividad.
“Todas las empresas deberían controlar la calidad tanto de componentes químicos, material particulado y partículas biológicas. Podrían incluso ser demandadas si una persona considera que esa es la causa de su enfermedad”, explicó el investigador.
De hecho, en el país, la Ley 9 de 1979 en su artículo 101 dice: “En todos los lugares de trabajo se adoptarán las medidas necesarias para evitar la presencia de agentes químicos y biológicos en el aire en concentraciones, cantidad o niveles que representen riesgo para la salud y el bienestar de los trabajadores o de la población en general”.
La ciudad más “alérgica” del país
En Medellín casi el 30 por ciento de la población es alérgica a algo y es la ciudad que presenta el mayor número de casos de enfermedad alérgica en el país. “Esto se debe a que estamos rodeados de montañas donde si bien hay corrientes de aire, este se queda concentrado, además hay cambios poco significativos en la humedad y la temperatura a través del año”, indicó Rúa.
Actualmente, con REDAIRE del Área Metropolitana, se propone la instalación de dos estaciones de muestreo en sitios estratégicos de la ciudad en el Norte, cerca de la Universidad de Antioquia y en el Sur, cerca del Politécnico para hacer un chequeo permanente de las partículas biológicas que hay en el aire y alertas a las personas respecto a los riesgos.
“No instalamos en el centro, porque allí la contaminación química es tan alta que ni siquiera los microorganismos logran sobrevivir”, concluyó el investigador.
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