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Sepsis mata más que el cáncer, tuberculosis o Sida

18/07/2017
Por: Fabián Jaimes Barragán, MD. MSc. PhD, profesor departamento de Medicina Interna, UdeA

"... A pesar de múltiples y valiosos esfuerzos en todo el mundo, especialmente en países desarrollados, la sepsis no ha salido del nicho restringido del ámbito académico y las publicaciones científicas..."

Juan tiene 37 años y es un exitoso empresario. No ha tenido ninguna enfermedad y es un deportista muy activo. Después de una aparente gripa empieza a presentar tos con expectoración amarilla, dificultad para respirar y fiebre sin cuantificar. Luego de tres días de tomar medicamentos antigripales tiene que consultar a urgencias porque sus síntomas empeoran. El médico lo ve muy mal y le pide una radiografía y gases arteriales. Con los resultados de los exámenes le explica que tiene una neumonía y además inflamación de los dos pulmones. Necesita tratamiento especializado en una unidad de cuidados intensivos con una máquina que lo ayude a respirar.

María tiene 61 años y está en tratamiento hace 10 años para hipertensión y diabetes. A pesar de sus enfermedades, está bien controlada y no ha necesitado hospitalizarse nunca. Su hija dice que se quejó de malestar general los últimos dos días y cree recordar que el olor de la orina era muy fuerte. Hoy la encontró en la cama con mucho sueño y sin querer levantarse, a veces dice cosas extrañas y a veces no responde.

En urgencias le dijeron que la presión arterial estaba muy baja y que el examen de orina era de una infección urinaria. Necesitó dos medicamentos diferentes para mejorarle la presión arterial y estaban esperando los resultados de los cultivos de orina y de sangre.

Los casos como el de Juan y María son extremadamente frecuentes. Aunque no hay certeza acerca de su número, se cree que pueden ser entre 30 y 60 millones por año en todo el mundo y que hasta una quinta parte de ellos puede morir a causa de ese episodio. Parece sencillo para un médico, enfermera u otro profesional de la salud reconocer que Juan tiene una neumonía y María una infección urinaria. Algo similar puede pasar con las infecciones de piel como la celulitis o la erisipela y las infecciones intra-abdominales como las complicaciones de la colangitis o la apendicitis, entre otras.

Lo que muchos pueden pasar por alto, es que estas sencillas infecciones a veces generan una reacción en los humanos tan intensa y errática que puede dañar los mismos órganos y sistemas del individuo y producir complicaciones muy graves: presión arterial muy baja, conocida como choque; inflamación pulmonar que impide la oxigenación, conocida como SDRA; deterioro en la función de los riñones, conocida como insuficiencia renal; deterioro en el estado de conciencia, conocida como encefalopatía; y muchas otras complicaciones que también afectan el sistema de la coagulación y la función del hígado. Cuando esas infecciones se acompañan del daño agudo de esos órganos y sistemas, el problema ya no es solamente una neumonía, una infección urinaria o una erisipela; ahora tenemos que enfrentar una sepsis, y si la atención no es rápida y adecuada una persona puede morir rápidamente con ese diagnóstico.

Aunque esta forma grave de las infecciones es reconocida en los textos médicos desde la antigüedad con diferentes denominaciones, Hipócrates llamaba sepsis a la “putrefacción de las heridas”, su definición e identificación como un problema real de salud pública no ha recibido atención adecuada por parte del público en general, los líderes políticos e incluso de los líderes de los diversos sistemas de salud. Afortunadamente ahora, lamentablemente solo después de millones de vidas innecesariamente perdidas, esto puede cambiar.

En la septuagésima Asamblea Mundial de la Salud, el órgano decisorio de la Organización Mundial de la Salud (OMS), del 26 de mayo del presente año se adoptó una resolución para mejorar la prevención, el diagnóstico y la atención clínica de la sepsis http://www.who.int/mediacentre/news/releases/2017/wha-70/en/.

En esta resolución se insta a los gobiernos, entre otros mandatos, a desarrollar políticas y procesos nacionales para mejorar el diagnóstico y tratamiento de la sepsis, incrementar la conciencia del público acerca del problema, entrenar a los trabajadores de la salud acerca de la importancia de reconocer la sepsis como una emergencia médica en la cual el tiempo es crítico y promover la investigación para desarrollar medios innovadores de prevención, diagnóstico y tratamiento de la enfermedad.

Adicionalmente, la asamblea le solicita al director general de la OMS que desarrolle un reporte mundial acerca del impacto de la sepsis para finales del 2018, que colabore con expertos y gobiernos en el desarrollo de guías y orientaciones específicas para los países; y que identifique las aproximaciones e iniciativas exitosas para integrar el diagnóstico y tratamiento oportuno de la sepsis dentro de los respectivos sistemas de salud, con las necesarias adaptaciones a los recursos y condiciones locales.

A pesar de múltiples y valiosos esfuerzos en todo el mundo, especialmente en países desarrollados, la sepsis no ha salido del nicho restringido del ámbito académico y las publicaciones científicas. Aunque cada vez sabemos más acerca de ella y entendemos mejor el porqué de como inicia y como termina, muchos Juan y María en todo el mundo no salen vivos del hospital y otros, peor aún, ni siquiera llegan a recibir atención médica.

La resolución de la OMS, y las acciones que propone, tienen el potencial de salvar millones de vidas. Con un esfuerzo coordinado y eficiente de personas, instituciones e instancias gubernamentales, podemos hacer realidad esta propuesta.


Nota

Este es el espacio de opinión del Portal Universitario, destinado a columnistas que voluntariamente expresan sus posturas sobre temáticas elegidas por ellos mismos.  Las opiniones aquí expresadas pertenecen exclusivamente a los autores y no reflejan una opinión o posición institucional de la Universidad de Antioquia.

 

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