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La universidad tiene que facilitar formación para la búsqueda de los desaparecidos: directora de la UBPD

19/07/2023
Por: Víctor Casas Mendoza - Periodista y Coordinador de la Unidad Hacemos Memoria

Para la directora de la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas, Luz Janeth Forero Martínez, las universidades deben asumir un papel más protagónico en la resolución de los conflictos y en la búsqueda de los desaparecidos. En su visita a la Seccional Oriente de la UdeA, Forero Martínez y John Jairo Arboleda, rector de la Universidad de Antioquia, presentaron el convenio marco de cooperación mediante el cual las dos instituciones pactaron unir esfuerzos en la búsqueda de desaparecidos y generar espacios de conversación sobre esta problemática.

La participación de las víctimas en la búsqueda, la articulación con la institucionalidad —con un papel protagónico de las universidades— y la confianza, fueron definidos por Luz Janeth Forero como pilares de su trabajo. Foto: Dirección de Comunicaciones UdeA.

Luz Janeth Forero Martínez, médica egresada de la Universidad de Antioquia, lleva tres meses al frente de la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas —UBPD—, entidad creada tras la firma del Acuerdo de Paz de 2016, que tiene la misión de dar con el paradero de 103 955 personas desaparecidas. 

Forero Martínez estuvo en El Carmen de Viboral, su pueblo, al que no iba hace un año. Visitó la Seccional Oriente de la UdeA, donde se reunió con el rector John Jairo Arboleda Céspedes, y participó en la instalación de la conversación «Experiencias y retos de la búsqueda de personas desaparecidas en el Oriente antioqueño», organizada por la Unidad Hacemos Memoria, dependencia adscrita a la Vicerrectoría de Extensión de la Alma Máter.

En esta entrevista, la directora de la UBPD habló de sus primeros tres meses al frente de esa entidad, de los cambios que quiere implementar, del relacionamiento con instituciones como la JEP y la Fiscalía, y de la alianza que espera concretar con las universidades del país.

¿Qué significa para usted volver a su Universidad, pero ahora con un mandato tan importante como la búsqueda de las personas desaparecidas? 

Uno siempre lleva en el corazón a su Alma Máter, porque finalmente lo que uno aprendió en la Universidad, no solo desde el conocimiento, sino también desde lo ético, es lo que determina tu vida, lo que haces, a lo que le apuestas. 

Para mí siempre fue una necesidad estar en la universidad pública, a pesar de que yo estudié en un momento de grandes convulsiones, en una época en la que existía la angustia por tantos meses de paro.

Siento que a uno lo determinan los sitios por donde pasó en su proceso formativo, las tradiciones de pensamiento en las que uno se inscribe. Para mí es un motivo de orgullo decir que soy de la Universidad de Antioquia.

Lo que uno aprende de la universidad pública no lo prende en otra parte. Y yo creo que es ese sentido social, ese sentido de que uno tiene una responsabilidad que va más allá de lo individual y cómo de verdad uno puede contribuir a que las cosas sean distintas, a que se generen transformaciones. 

¿Y cómo cree que la Universidad y la Unidad de Búsqueda se pueden articular? En febrero se firmó un convenio marco de cooperación, que es muy amplio y permite muchas cosas. Usted conoce la Universidad y ahora conoce la Unidad. ¿Como cree que se pueden complementar? 

Desde el día en que llegué puse sobre la mesa y sobre la agenda que teníamos que tocar las puertas de las universidades de una manera mucho más contundente. Tengo una posición muy personal: creo que la academia en Colombia ha sido muy ajena al conflicto colombiano. ¿Por qué? Porque digamos que se ha quedado muy circunscrita a lo académico, a la investigación, pero yo creo que la Universidad puede hacer mucho más, cosas más activas en favor, no solo de resolver el conflicto, sino también de aportar para que cosas de esta naturaleza no se vuelvan a repetir. 

Yo soy de una visión muy pragmática. Creo que hay que hacer, hay que hacer y hay que hacer. Ya sabemos mucho, pero ¿qué hacemos? ¿cómo concretamos todo eso nos ha dado el conocimiento, la ciencia, la tecnología?

¿En qué se traduce ese hacer y hacer, en el caso de las universidades?

¿Por qué la Unidad no está llena de pasantes? Y no me refiero solo a pasantes de ciencias sociales o de áreas forenses, que son los que uno pensaría más afines. Esta Unidad debería estar llena de pasantes de economía, de matemáticas, de física, de innovación, que nos ayuden a pensarnos la búsqueda de una forma más rápida y más eficiente. Que le podamos dar respuestas mucho más contundentes a familias que por cuarenta años han estado buscando a sus desaparecidos. La Universidad tiene que estar con nosotros pensando en la innovación y la tecnología para la búsqueda. 

El país tendría que ser un referente de la búsqueda. En el mundo no hay un caso como el colombiano en materia de desapariciones, entonces nosotros tenemos que ir más allá y pensar cómo trascendemos, cómo somos disruptivos, cómo exploramos otros campos. Y eso justamente se puede hacer de la mano de la Universidad.

Otro papel que tiene la Universidad es ayudar a difundir, a hacer pedagogía para la búsqueda. La Universidad tiene que facilitar que personas de este país se formen para la búsqueda. Estamos con un déficit de profesionales que sepan hacer la búsqueda en Colombia. 

¿Por qué? 

Porque esto no resulta una profesión de prestigio, una profesión que muchos quieran desarrollar. No tenemos suficientes antropólogos forenses, no tenemos suficientes médicos forenses. No tenemos matemáticos que sepan entender este tema; no tenemos suficientes investigadores con una orientación tan específica. ¿Por qué? Porque las universidades, finalmente, no incentivan que haya este tipo de formaciones y que de verdad aportemos los profesionales que necesita el país. Entonces, yo creo que hay un campo de trabajo conjunto, de articulación, de desarrollo. Con la Universidad lo podemos lograr en muy corto tiempo. 

A propósito del corto tiempo, esta semana cumplió tres meses al frente de la Unidad ¿Cuál es su balance?

A estos tres meses se suman los dos que estuve estudiando la Unidad y entendiendo lo que pasaba. Estos meses a mí me dejan una claridad meridiana de lo que tenemos que hacer para avanzar y dar resultados. Yo tengo, literalmente, una obsesión frente al resultado. Y en una entidad como la mía, los resultados, desafortunadamente, no se han dado.

Es complejo, sí. Es difícil, sí. Pero, ¿Cuál es el resultado que esperan las víctimas? Que encontremos a los desaparecidos, ojalá vivos. Ese es el principio rector de la búsqueda. Y si no los encontramos vivos, encontrar sus cuerpos y que se los devolvamos a las familias para que hagan ese duelo que han suspendido por tantos años. Y lo otro que hacemos es entregar lo que llamamos el «informe de acaecido», que no es un ejercicio académico de memoria, sino que es la memoria individual: ¿Qué le pasó a esa persona? Esto también resulta sanador y reparador para las familias. Lo hemos aprendido históricamente.

Entonces, mi balance dice que hay seis líneas estratégicas en las que hay que trabajar profundamente en estos 57 meses que me faltan en la Unidad. Y lo digo así porque todo mi equipo lo sabe: se nos acabó el tiempo, porque tenemos que dar resultados.

¿Qué resultados espera?

Primero, hay que fortalecer lo territorial. De verdad hay que desconcentrar y volcarnos a los territorios, porque la búsqueda se hace en el territorio. Fortalecer lo territorial es mejorar los equipos, cualificarlos, entrenarlos, pero también ampliar nuestras coberturas. No teníamos equipo en el Eje Cafetero, no teníamos equipo en Santander, no tenemos equipo en Huila, departamentos con grandes niveles de desaparición.

Entonces, hay que aumentar cobertura, pero los equipos también necesitan más autonomía para moverse en el territorio, es decir, no toda decisión territorial debe pasar por Bogotá. Eso es una urgencia. Y yo que soy del territorio, de la región, sé lo que significa a veces ese centralismo y ese «omnipoder» de Bogotá. En eso estamos trabajando.

También en instalar capacidad para la búsqueda. La búsqueda sigue siendo muy manual, los profesionales tienen que procesar grandes expedientes, volúmenes de datos pasando y pasando hojas, leyendo. Hoy hay tecnología para eso. Hay que introducirle tecnología a la búsqueda.

Los equipos territoriales deben tener antropólogos, médicos, para que podamos hacer recuperación casi en tiempo real. Además, tenemos que hacer un trabajo muy fuerte en materia de participación.

¿El Acuerdo de Paz habla de la centralidad de las víctimas, cómo ve esa participación?

Yo insisto: tiene que ser una participación más transversal, más integral a lo largo de todas las fases del proceso, menos instrumental. Estoy segura de que muchas organizaciones de víctimas saben buscar mejor que nosotros ¿Por qué no trabajamos en equipos mixtos para hacerlo conjuntamente? Generemos eso, démosle una dimensión totalmente distinta a la participación, que no solo pasa por las víctimas en las organizaciones, pasa por toda la sociedad.

Muchos sectores de este país nos han preguntado cómo pueden aportar a la búsqueda. Y a veces es tan sencillo como que, por ejemplo, el sector de comunicaciones ponga la búsqueda en un primer plano y no ayude con procesos de pedagogía; o que el sector financiero, sin tanto ruego, comparta con nosotros bases de datos que nos ayuden a buscar a las personas. Porque recordemos que una persona que está desaparecida en un lado, puede ser una persona que está viviendo en otro lugar.

Tenemos que mejorar mucho el trabajo interinstitucional. Desafortunadamente a veces hay celos entre las instituciones y poco entendimiento de las competencias. Necesitamos un trabajo conjunto, armónico, con un propósito fundamental: la búsqueda. Independiente de que la haga la Fiscalía, la JEP, o que la hagamos nosotros, toda búsqueda es humanitaria.

Obviamente hay que mirar hacia adentro. Han sido cinco años de formar una institucionalidad. Y eso no es fácil, más en un país tan normatizado como este, pero debemos tener una institución mucho más flexible, más ágil, más adaptada a las verdaderas necesidades y a los contextos en que ocurre la desaparición.

Los insumos que dejó la Comisión de la Verdad, que no son solo el Informe Final sino también los reconocimientos y las decenas de entrevistas a responsables ¿Cómo enriquecen el trabajo de la Unidad?

Indiscutiblemente la información es el insumo fundamental para la búsqueda. Algunas informaciones tienen más complejidades que otras por la metodología de recolección, por el propósito para el que fueron recaudadas. Entonces, ahí hay que hacer unas adecuaciones para que pueda ser utilizada.

En el trabajo de la Comisión de la Verdad claramente hay un insumo muy valioso, que en realidad son los Acuerdos de la Verdad. Pero los Acuerdos de la Verdad la mayoría son videos, audios, información más difícil de procesar. Entonces, ahí es donde mi segunda línea estratégica de tecnología para la búsqueda está explorando cómo podemos acceder a esa información, cómo podemos recuperarla para que aporte a la búsqueda.

Por otra parte, ¿cómo está la relación con la JEP y con la Fiscalía? Porque en estos primeros cinco años trascendió información sobre dificultades en el entendimiento con ambas instituciones. ¿Cómo se puede corregir eso para que haya verdadera articulación?

Yo soy una convenida de que las instituciones tienen que trabajar de manera armónica para cumplir los fines del Estado. Estamos reconstruyendo muy buenas relaciones con la JEP, con la Fiscalía, con Medicina Legal, en el entendido de que somos instituciones complementarias. No instituciones que compiten, sino que se refuerzan y trabajan conjuntamente por un mismo propósito.

De hecho, esa idea de que «toda búsqueda es humanitaria» surgió hablando con el presidente de la JEP, cuando estábamos precisamente analizando las causas por las cuales no había una relación armónica entre nosotros, que somos instituciones hermanas del Sistema Integral para la Paz. Yo le dije: «doctor Roberto Vidal, toda búsqueda es humanitaria independientemente de que la haga usted, de que la haga la Fiscalía o que la haga yo». Porque finalmente el propósito de la búsqueda es aliviar el sufrimiento y eso nos pone a todos en el mismo plano desde nuestras diferencias y nuestros alcances.

Estamos generando mecanismos de articulación más agiles y rápidos. Hay que entender que una cosa es lo que acordamos los directivos a nivel nacional y cómo eso va bajando a los territorios. Son prácticas que se tienen que ir instalando con el paso del tiempo. Y que parten de una gran voluntad política de estas instituciones que tenemos un propósito superior al que le debemos apostar.

Respecto a los Planes Regionales de Búsqueda, ¿cómo se conectan?, ¿cómo están pensados?, ¿cómo se articulan para facilitar la búsqueda?

Para nosotros el Plan Regional es un instrumento, una herramienta metodológica que crea una forma de abordar la búsqueda.

No se puede abordar la búsqueda caso a caso, sin entender las conexiones, las relaciones que tiene con dinámicas de desaparición, con territorios, incluso con momentos históricos. Esto nos permite agrupar casos, entender dinámicas, armar líneas y unidades de análisis y plantear hipótesis que vamos a resolver en el trascurso de la investigación. Ese es un componente de esta metodología.

Para nosotros es muy importante entender la desaparición desde donde ocurrió el hecho, obviamente eso transita hasta el sitio donde los podemos encontrar, pero probablemente en el sitio donde ocurre el hecho es donde están las circunstancias estructurales que originaron la desaparición. Por eso, la agrupación con un componente territorial, pero no solo territorial, porque mira que son muchas variables las que se cruzan. Y por eso insisto que son de orden metodológico.

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