Gente UdeA

Cuando cursaba el cuarto semestre del pregrado de biología y gracias a la salida de campo de una de sus clases, Carolina llegó a uno de los laboratorios del Pecet. La profesora Imelda Vélez la apadrinó académicamente y, desde ese entonces hasta ahora, ese grupo de investigación ha sido su casa de aprendizaje, práctica y enseñanza.  Foto: Dirección de Comunicaciones UdeA / Alejandra Uribe F.

Bastan un par de minutos de conversación con Carolina para descubrir en sus palabras, expresiones y sonrisa, su pasión por la investigación científica y por la enseñanza de la misma. Ese, precisamente, es uno de los rasgos que más destacan de ella quienes la conocen. «Tiene un don especial para inculcar y despertar en los niños el interés por la naturaleza y sus procesos. Despierta en ellos un sentimiento desconocido», expresó Imelda Vélez, investigadora y profesora jubilada de la Universidad de Antioquia, quien fue inspiración académica de Carolina Andrea Lenis Vélez.  

Lenis Vélez fue reconocida, este 30 de noviembre de 2023, con el Premio Ángela Restrepo Moreno, galardón que cada año les entrega el Capítulo de Antioquia de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, a maestras de educación básica y secundaria en el departamento, destacadas por su labor en la motivación y orientación de niños y jóvenes hacia la investigación y el estudio de la ciencia.  

Carolina trabaja actualmente como docente en la Institución Educativa Rural Mulatos, en el municipio de Necoclí, una labor a la que llegó tras graduarse primero como bióloga y magíster en biología de la Universidad de Antioquia; y, posteriormente, como doctora en parasitología humana y animal de la Universidad de Valencia, España; además, es investigadora asociada y colaboradora permanente del Programa de Estudio y Control de Enfermedades Tropicales —Pecet—, adscrito a la Facultad de Medicina de la UdeA.  

«Carolina encarna eso que la doctora Ángela Restrepo quiso inculcar en los jóvenes investigadores y docentes del país: que vieran la ciencia como el motor que iba a orientar sus vidas. Es curiosa, rigurosa y creativa. Su trabajo como docente exalta aún más su labor como científica, porque está permitiendo que niños de escasos recursos de las escuelas rurales, realmente aprendan a hacer ciencia», anotó Sara María Robledo, directora del Pecet.  

«Carolina aprendió con gran facilidad a realizar ensayos de laboratorio, a hacer mantenimiento a los acuarios, a realizar preparación de placas permanentes para microscopía de los tremátodos encontrados; además, era de gran ayuda en el trabajo de campo y extracción de vísceras en busca de los parásitos. Todas estas actividades las hacía ella en su tiempo libre, pues paralelamente iba realizando los semestres determinados de la carrera de Biología. Siempre sobresalió por su interés y capacidad de aprendizaje, orden y rapidez en sus actividades», recordó la doctora Imelda Vélez Escovar, pionera de la helmintología en el país y maestra de la ganadora al Premio Ángela Restrepo Moreno 2023. 

Ponerse el delantal
 

En España, mientras hacía el máster, Carolina se unió a un colectivo de amigos biólogos de la Universidad de Antioquia que hacían talleres para profesores de instituciones de educación básica y media en Colombia. «El primer viaje con ellos fue a Arauca y ese fue mi primer contacto con la escuela. Luego me uní a la Escuela del Maestro de la Alcaldía de Medellín, donde brindaba asesoría a los docentes en la formulación de unidades didácticas en biología. Me encantó la escuela» 

En 2018, el Ministerio de Educación abrió un concurso docente especial en zonas afectadas por el conflicto armado. Se presentó y ganó una de las plazas. Eligió Necoclí sin conocerlo, sin saber cómo era; fue una decisión motivada por esos espacios que tiene Antioquia que provocan habitar. «Urabá —dijo— es uno de ellos», afirmó en medio de una de sus constantes sonrisas.  

«Me fui a ojos cerrados. No sabía a dónde iba a llegar, no conocía el colegio ni la idiosincrasia de la gente. Cuando llegué me enamoré aún más porque es un territorio hermoso en términos de biodiversidad. Lo primero que dije cuando llegué fue: aquí hay muchas cosas por hacer», afirmó.  

Una vez se instaló y conoció de primera mano su nueva realidad —una escuela rural sin internet, sin acueducto, sin sala de profesores, sin un laboratorio— se reafirmó en su apuesta inicial: aportar, con su labor como profesora, a la transformación de la escuela.  

«Inicialmente me encontré con un problema de violencia con los animales. Hay muchos anfibios y culebras y los estudiantes los cogían y los mataban. Cambiar eso fue lo primero que hicimos —recordó la investigadora asociada del Pecet—. Iniciamos un proyecto de reconciliación con la biodiversidad: “Anfibios en acción, escuela protectora de flora y fauna”. Con él nos ganamos una convocatoria de Verde Vivo, como una buena práctica ambiental, y esa fue la bisagra con los estudiantes», anotó.  

Estudiantes de la Escuela Rural Mulatos de visita en la Universidad de Antioquia y a la casa de la profesora Carolina, el Pecet. Foto: Cortesía Carolina Lenis. 

La I.E Rural Mulatos es una escuela de muy pocos recursos y tanto la profesora Carolina como sus compañeros profesores, entendieron que uno de los temas fundamentales era la gestión, la consecución de esos recursos. «Unimos dos proyectos que sucedían al tiempo en la escuela, que hablaban de reconciliación. Así nació “Mulatos del Mar: escuela natural y cultural”. Con este proyecto nos ganamos una convocatoria de estímulos del Ministerio de Cultura», recordó Carolina, mientras sus ojos reflejan la tranquilidad de saber que ya tienen asegurados los recursos para el próximo año.  

Parte de esos recursos se utilizan, además, en varios semilleros: uno de pintura ambiental, otro bullerengue ambiental y uno reciente enfocado en temas digitales y audiovisuales, aprovechando los equipos que acaban de llegar a la institución —consolas, micrófonos, cámaras, etc— gracias al aporte de MinCultura, que ellos gestionaron desde el territorio.   

Hay que mirar la escuela 
 

El galardón que recibe la profesora Lenis es un espaldarazo para la decisión que tomó, un par de años atrás, de dejarlo todo en la ciudad y dedicar sus esfuerzos a formar jóvenes en las escuelas rurales.  

«Me cuestiona que nosotros los académicos e investigadores pensemos que no tenemos una responsabilidad social con la escuela. Que el hecho de estar muy preparados significa que la escuela no nos merece. Creo que la academia tiene que replantearse muchas de esas ideas frente a la ruralidad. Allá está la gente que tiene la tierra, los cultivos, los alimentos, las semillas», reflexionó la profesora Lenis.  

Para ella, el premio que lleva el nombre de la maestra Ángela Restrepo Moreno —a quien vio en los pasillos de la UdeA cuando era estudiante de pregrado— es un «reconocimiento a la labor que estamos haciendo en el colegio, así, en plural, un reconocimiento al trabajo colectivo. Me sentí muy afortunada que mi casa, el Pecet, me postulara», indicó, advirtiendo también que, como ella, hay decenas de profesores en los colegios planeando y ejecutando trabajos maravillosos que necesitan ser visibilizados por lo que están logrando en esas comunidades.  

Pese a llevar poco más de un lustro dedicada al oficio de la docencia, Carolina Lenis deja en claro que ella es, en esencia, helmintóloga —que estudia gusanos parásitos—. En ese campo, lo que mejor hace es identificar especies de gusanos planos. «Es un arte que me enseñó la profesora Imelda», sentenció mientras recuerda que tiene el compromiso de mantener activo el legado de su maestra, la Colección Colombiana de Helmintos, conservada por el Pecet.