El currículo educativo: más que un simple plan de estudios
El currículo educativo: más que un simple plan de estudios
"...el currículo es un dispositivo de poder en el cual, por una parte, se seleccionan y reproducen aquellos conocimientos culturales que una comunidad valora como útiles y legítimos para ser transmitidos a determinadas generaciones y, por otra, se dejan de lado y deslegitiman una variedad de contenidos..."
Para nadie es un secreto que la escuela y la universidad configuran identidades. Ahora bien, resulta oportuno preguntarnos a través de qué dispositivos dichas instituciones cumplen con este cometido.
En vista de lo anterior, este artículo concibe el currículo educativo como el dispositivo del cual se valen las diferentes instituciones educativas para formar, de modo parcial, un tipo de sujeto determinado con ciertas características. Dicho esto, en lo que sigue, pondré en tela juicio la definición habitual del currículo y, en consecuencia, presentaré otros modos de entenderlo.
Es común que identifiquemos el currículo como el plan de estudios en el que una institución educativa —colegio, universidad, instituto— consigna las asignaturas que componen sus programas académicos. No obstante, lo anterior constituye una generalidad que deja por fuera un sinnúmero de elementos. Generalidad que, como veremos, restringe el sentido del término en mención.
Ante la situación planteada, vale que tengamos en cuenta que, intencionalmente, el currículo ordena y selecciona los saberes que son impartidos, por ejemplo, en la escuela; además, determina el tiempo y el espacio en que éstos han de ser aprendidos por los estudiantes.
En este sentido, podemos advertir que el currículo es un dispositivo de poder en el cual, por una parte, se seleccionan y reproducen aquellos conocimientos culturales que una comunidad valora como útiles y legítimos para ser transmitidos a determinadas generaciones y, por otra, se dejan de lado y deslegitiman una variedad de contenidos.
En referencia a lo anterior, el profesor Tomaz Tadeu Da Silva (2001) refiere que en dicho dispositivo “se forja nuestra identidad” (p. 191). Así pues, aquellos conocimientos que determinados agentes —maestros, rectores, ministros y secretarios de educación— seleccionaron para impartir en nuestra enseñanza terminan por construir y, en su defecto, deconstruir nuestra subjetividad: “La forma en que nos comportamos, la manera en que deseamos lo que deseamos […]” (Cuervo, 2015, p. 15).
Significa, entonces, que no es producto del azar aquello que nos gusta o rechazamos; nuestras creencias, ideales; la forma cómo nos relacionamos consigo mismos, con los demás; cómo concebimos la sexualidad propia y la de los otros y, sobre todo, cómo entendemos y bajo qué juicios representamos el ser hombres o ser mujeres. Todos estos son aspectos que han estado mediados precisamente por los conocimientos que hemos recibido ya sea a nivel escolar o universitario. Conocimientos que, en definitiva, intervienen en la manera bajo la cual construimos nuestras concepciones del mundo.
Dado este panorama, definir el currículo como un simple plan de estudios es aceptar una noción básica y, sobre todo, restringida de un dispositivo que, en esencia, involucra un sinfín de elementos, ocurre en distintos momentos históricos y, por ende, no tiene una definición unívoca.
Finalmente, cabe preguntarnos qué tipo de conocimientos legitiman y, por el contrario, cuáles invisibilizan los diferentes curriculos. Especialmente, este interrogante debe estar orientado a identificar las razones de ello. Al intentar responder, quizás nos topemos con una pregunta aún más diciente: ¿al servicio de quiénes funcionan las instituciones educativas? Puesto que no es en vano que las voces de las mujeres, de los homosexuales y de los afrodescendientes allí estén ausentes o —de ser escuchadas— sean abordadas con simpleza.
Posiblemente, señor lector, reconocer lo anterior nos genere cierto descontento y sinsabor: “¿pero quién dice que la toma de conciencia de la propia posición política tácita vaya a ser confortable?” (Apple, 1986, p. 109).
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Referencias
Apple, Michael. (1986). Historia curricular y control social. En: Ideología y currículo. Cap. IX. Ediciones Akal.
Cuervo, Edison (2015). El currículum y las teorías curriculares: aportes para un debate amplio sobre la calidad en educación superior. En: Revista Debates, N° 71, mayo-agosto/2015. Universidad de Antioquia.
Tadeu Da Silva (2001). Espacios de identidad: nuevas visiones sobre el currículum. Barcelona: Octaedro
Nota
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