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Podemos ser más felices en Colombia

22/03/2023
Por: Heberto Tapias García. Profesor Ingeniería Química Universidad de Antioquia

«Pienso que es posible, como lo vienen realizando los países líderes en desarrollo humano y felicidad, que en Colombia acordemos sendas de progreso económico y social, con otro rumbo alejado de la exclusión del progreso a un grueso de la población, para caminar hacia un nuevo país en el que su población alcance niveles superiores de capacidades para lograr un mayor bienestar colectivo».

 

¿Es la felicidad un destino? ¿Una meta? ¿Un acumulado? ¿La razón de nuestra vida?

La felicidad es una idea muy discutida, pintada de muchos colores, sobrecargada de todo, que trasnocha y confunde a quienes no le encuentran sentido a sus vidas o han vivido experiencias muy dolorosas. Es motivo de confusión para muchos y arena de discusión cuando conversamos sobre nuestros proyectos de vida individuales y sociales o sobre el sentido de la existencia humana. Pero, también una quimera que el consumismo ha instalado en la mente de los clientes que la buscan en las vitrinas del mercado.

Muchas reflexiones se han dado sobre la felicidad. La felicidad ha sido uno de los temas de reflexión filosófica desde la antigüedad. Muchos filósofos se han ocupado de ella, de su naturaleza, y han creado conceptos y desarrollado teorías para entenderla. Epicuro, Aristóteles, Platón, Kant, Nietzsche, entre otros, lo hicieron de manera profunda.

Hay posturas opuestas entre estos filósofos. Unos, consideran la felicidad como fin último o supremo y trascendente, otros, la conciben más terrenal en contraste con lo que conciben Aristóteles y Platón.

Para Aristóteles, la felicidad es el objetivo final de la vida, el fin último y más importante de la vida humana; resultado de la búsqueda de la excelencia moral y la virtud en todas las áreas de la vida. Se alcanza a través de la realización de nuestro potencial humano y desarrollo de nuestras virtudes. Mientras para Epicuro, el placer es la meta final de la vida humana y la felicidad se alcanza al vivir una vida libre de dolor y sufrimiento, buscando el placer y la satisfacción de las necesidades básicas.

Las ideas de Platón sobre la felicidad están estrechamente relacionadas con la vida virtuosa, la búsqueda de la verdad y el conocimiento, y la armonía tanto interna como externa. Según Platón, la felicidad es el bien supremo, el objetivo último de la vida. Se alcanza viviendo de manera virtuosa y en armonía con la razón, en una sociedad justa y armoniosa, trascendiendo el mundo sensible y comprendiendo las ideas.

Y, para uno de nuestros filósofos criollos, Etanislao Zuleta, la felicidad es imaginada de manera fantasiosa, cuando se definen propósitos y anhelos en la vida práctica. Felicidad vinculada con paraísos. «Una vida sin riesgos, sin lucha, sin búsqueda de superación y sin muerte. Y por lo tanto también sin carencias y sin deseo: un océano de mermelada sagrada, una eternidad de aburrición. Metas afortunadamente inalcanzables, paraísos afortunadamente inexistentes».

Ese estado ideal con que muchos sueñan, lleno de imposibles e inalcanzables, soluciones definitivas, ausencia de insatisfacciones, si bien no es más que una ilusión, si puede aterrizarse para orientar nuestros proyectos de vida.

Todos tenemos una idea de la felicidad y hemos vivido momentos que asociamos con ella. En esa aproximación de la idea de felicidad, la vivimos como un estado emocional subjetivo que se experimenta cuando se siente una sensación de bienestar y satisfacción con la vida en general. Una sensación de plenitud y satisfacción con uno mismo y con el mundo que nos rodea.

Ese estado que experimentamos de felicidad puede estar influenciado por muchos factores. En ella intervienen características personales como actitudes, valores y capacidades, así como culturales y económicas del entorno. Basta mencionar las relaciones interpersonales y familiares, el empleo y la seguridad, la salud física y mental, la personalidad, la cultura, el contexto social, la filosofía de vida, las creencias y la calidad de vida en general. Una condición multifactorial compleja que se puede alcanzar con acciones individuales y sociales.

Los seres humanos somos sujetos de necesidades, cuya realización se hace posible si intervenimos en el desarrollo de capacidades humanas para tener mayores potencialidades y generamos mayores y mejores posibilidades de realizarlas.

Para intervenir en la construcción de la felicidad, partimos del reconocimiento de la estrecha relación entre la felicidad y la realización de las necesidades humanas, presente en las ideas filosóficas de felicidad. Pero, ella no puede reducirse a la realización de necesidades de subsistencia, de garantía de preservación de la vida como seres biológicos, pues sería limitar la felicidad a condiciones puramente materiales y restringirla sólo al goce de bienes y servicios que se adquiere con recursos económicos, desconociendo la multidimensionalidad de la esencia del ser humano y su bienestar.

Esa perspectiva meramente económica de la felicidad, que se sustenta en requerimientos económicos, deja por fuera aspectos sicológicos, sociológicos y políticos presentes en necesidades como afecto, participación, ocio, creación, identidad y libertad, incluidas en la taxonomía de necesidades humanas de Max-Neef. Necesidades que no son realizadas con recursos económicos y que no demandan bienes y servicios en su realización. La libertad, la participación y la creación, así como las capacidades requeridas para realizarlas, que no las encontramos en ningún supermercado, ni sitio de Internet, para comprarlas… también contribuyen a la felicidad.

Amartya Sen, premio nobel de economía, considera que la mera posesión de bienes por parte de las personas no basta para evaluar el impacto que estos tienen en el bienestar y en cómo contribuyen a la felicidad.

Algunos autores plantean que para lograr la felicidad se requiere que la persona realice lo que potencialmente es como ser humano, como ser que comparte la esencia de la especie: su potencial de universalidad, de libertad, de creatividad, de conciencia, lo que supone el despliegue y desarrollo de las capacidades. Conciben ellos, las necesidades y las capacidades como las fuerzas esenciales humanas, mutuamente condicionadas, que determinan al individuo concreto activo y la posibilidad de vivir feliz.

Y, apoyado en un trabajo de J. Boltnivik sobre un nuevo enfoque de la pobreza, publicado en la edición 44 de la revista mexicana Papeles de Población, puede afirmarse que no es suficiente con la realización de las necesidades básicas deficitarias para alcanzar la felicidad, se requiere algo más.

Existen varios índices que miden la felicidad y el bienestar subjetivo de los países y su población. Índices que sirven a los gobiernos y a las organizaciones para tomar decisiones políticas y sociales que promuevan la felicidad. Entre los más reconocidos están el Informe Mundial de la Felicidad —World Happiness Report—, el Índice de Bienestar —Better Life Inde— y el Índice de Progreso Social —Social Progress Index—.

Índices publicados anualmente por distintas organizaciones como la OCDE y el PNUD, basados en valores de variables de la economía, la salud, la educación, la seguridad personal, medio ambiente, necesidades humanas, relaciones sociales, participación en la vida política y social, y la satisfacción con la vida y equilibrio entre la vida personal y el trabajo, entre otras; con las que se pretende obtener una medida de la felicidad y el bienestar subjetivo de los habitantes de un país. Índices que involucran variables que también son utilizadas para medir el nivel de desarrollo humano —IDH—, realizado por el PNUD —Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo—, que informan de las capacidades humanas para realizar necesidades y lograr bienestar.

Según los tres últimos informes del índice mundial de felicidad, los 10 primeros países en el ranking son países del norte de Europa; manteniéndose en los primeros cuatro lugares: Finlandia, Dinamarca, Suiza e Islandia. En el reporte de 2022, Colombia descendió a la posición número 66 entre 146 países; un desmejoramiento en la apreciación de la felicidad de los colombianos con respecto al año anterior, cuando se ubicaba en la posición número 55.

El ranking en el 2021 del índice de desarrollo humano, IDH, ubica en los diez primeros lugares a ocho países europeos, que también están en los primeros lugares del índice mundial de felicidad; lo que evidencia que la felicidad está íntimamente vinculada con las capacidades y posibilidades que tienen las personas para realizar y vivir adecuadamente sus necesidades humanas.

Pienso que es posible, como lo vienen realizando los países líderes en desarrollo humano y en felicidad, que en Colombia podemos ponernos de acuerdo en sendas de progreso económico y social, con otro rumbo alejado de la exclusión del progreso a un grueso de la población, para caminar unidos hacia un nuevo país en el que su población alcance niveles superiores de capacidades para lograr mayor bienestar colectivo, mayor sensación de satisfacción con su vida…más felicidad.

El reto es grande. Podemos construir un país donde los colombianos seamos más felices, donde los sueños individuales no sean frustrados y la pobreza económica no sea heredada ni la trampa que condene a la frustración de proyectos de vida individual y a la infelicidad.
 


Notas:

1. Este es el espacio de opinión del Portal Universitario, destinado a columnistas que voluntariamente expresan sus posturas sobre temáticas elegidas por ellos mismos. Las opiniones aquí expresadas pertenecen exclusivamente a los autores y no reflejan una opinión o posición institucional de la Universidad de Antioquia.

2. Si desea participar en este espacio, envíe sus opiniones y/o reflexiones sobre cualquier tema de actualidad al correo columnasdeopinion@udea.edu.co. Revise previamente los Lineamientos para la postulación de columnas de opinión. 

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