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Medicamentos en la salud del magisterio: hay que analizar el problema de fondo

30/05/2024
Por: Pedro Amariles Muñoz - Jaime Alejandro Hincapié García. Profesores del Grupo de Investigación Promoción y Prevención Farmacéutica de la UdeA.

«Parece que la solución a esta compleja situación se limita a otorgar contratos sin considerar la capacidad técnica, la historia y el engranaje necesario para aumentar la probabilidad de que la solución propuesta resuelva el problema de fondo. Asimismo, la contratación directa —novedad relevante de este nuevo modelo— se asocia a problemas serios de transparencia, eficiencia, gobernanza y legitimidad».

«La mejor estructura no garantizará los resultados ni el rendimiento. Pero la estructura equivocada es una garantía de fracaso». Peter Drucker (1909-2005). Escritor y consultor austriaco.

En el contexto de la posible reforma a la salud de Colombia, es clave evaluar situaciones que pueden ayudar a definir lo mejor para el país. Esto incluye la situación compleja generada con «la prueba piloto» realizada con el modelo del Magisterio, al igual que los audios difundidos de la reunión del ministro de Salud la semana pasada —21 de mayo de 2023—, en los que se discute, precisamente, la necesidad urgente de resolver los problemas relacionados con la implementación de dicho modelo.

En los audios no se escucha nada extraordinario; se trata de intervenciones que pueden darse en cualquier comité destinado a la atención de una crisis. Por ejemplo, se reconoce la existencia de la crisis —«la crisis hay que paliarla»—. Se oye también la común búsqueda de responsables —«nosotros somos los que estamos acá respondiendo, pues que venga (Minhacienda), pero no solamente nosotros»—. Se plantean medidas transitorias —«después hacemos lo que el presidente dice»—; se buscan soluciones rápidas al precio que sea necesario —«si hay que poner más plata, pues ponemos más plata… se le paga la droga. Apenas pase la factura, "No señor, a este precio no, este precio es este", punto»—, así como la búsqueda de consensos para la comunicación de la crisis —«ni le voy a echar la culpa, ni usted me la echa a mí»—. 

Desde la perspectiva de la situación compleja del sector, la mayor parte de los audios no evidencian nada fuera de lo común: indicadores de cierta improvisación y directrices que señalan la necesidad de mejorar el abordaje e implementar soluciones efectivas en estos asuntos. 

Sin embargo, de fondo —para otros podría ser trivial—, vale la pena volver sobre aspectos conceptuales y prácticos claves para abordar la complejidad inherente a este asunto: 1) la contratación de servicios farmacéuticos efectivos y de calidad, 2) el proceso de dispensación como intervención en salud, y 3) la ciencia detrás de los procesos de implementación, es decir, la ciencia de la implementación.

Algunas de las declaraciones expresadas muestran la minimización de estos temas esenciales, como la capacidad patrimonial, técnica y logística de los prestadores de servicios farmacéuticos, así como los años de construcción y aprendizajes del sector asistencial farmacéutico, que han contribuido a la cualificación y tecnificación de los servicios farmacéuticos en Colombia, incluyendo su efecto en el acceso, disponibilidad y uso adecuado de los medicamentos mediante la implementación de programas de atención farmacéutica, como la dispensación, información y educación para la salud, el seguimiento farmacoterapéutico y la farmacoseguridad en general.

En los audios, se aborda la crisis de los medicamentos en el modelo de salud del Magisterio, sugiriendo soluciones rápidas, como «llamar» a Drogas la Rebaja o gestionar los medicamentos a través de las IPS, definiendo el precio unilateralmente y negociando en el momento de la auditoría. Se sugiere que la propuesta del Presidente, que implica evitar la intermediación y comprar directamente a la industria farmacéutica, puede ser considerada más adelante.

La urgencia del problema requiere una solución inmediata, sin mayor consideración de los factores asociados. Parece que la solución a esta compleja situación se limita a otorgar contratos sin considerar la capacidad técnica, la historia y el engranaje necesario para aumentar la probabilidad de que la solución propuesta resuelva el problema de fondo. Asimismo, la contratación directa —novedad relevante de este nuevo modelo— se asocia a problemas serios de transparencia, eficiencia, gobernanza y legitimidad.

En este caso, adicionalmente, la entrega del contrato sin valorar la capacidad técnica y una propuesta para contribuir a la obtención de resultados en salud, perpetúa una idea de los servicios farmacéuticos limitados a entregar los medicamentos como si fuesen cualquier tipo de productos. Y no es así. 

La dispensación involucra una serie de pasos críticos que garantizan que los pacientes reciban el medicamento indicado, oportunamente, con la información adecuada, buscando la calidad del servicio y el resultado terapéutico esperado. Además, la dispensación debe acompañarse de otros servicios profesionales farmacéuticos para asegurar que los medicamentos sean usados correctamente, se disminuyan los riesgos propios de estas tecnologías y se contribuya de manera decidida a la salud pública. 

Otorgar, simplemente, el contrato directamente a quien se le mida al reto ignora esta complejidad y subestima la importancia de un sistema que ha venido madurando, al menos durante 30 años, fortalecido con la entrada en vigencia del Decreto 2200 de 2005 —recogido en su totalidad en el Decreto 780 de 2016 - Decreto Único del Sector Salud—.

Es importante destacar que existen señales de que el sistema de salud del Magisterio, antes de mayo de 2024, tenía imperfecciones que ameritan identificar e implementar soluciones. El sistema no funcionaba a la perfección y, por tanto, no se puede llamar a engaños. Algunos profesores y sus familias han padecido los problemas de calidad del sistema de atención recibido, especialmente en los últimos años. 

Por ejemplo, maestros y sus beneficiarios que residen en zonas rurales o alejadas, para acceder a una buena parte de los medicamentos que les prescriben, deben viajar a las ciudades capitales y hacer filas que superan las dos o tres horas. Esta situación, además del tiempo, genera un gasto económico notorio y afecta la calidad de vida de estas personas. Este desplazamiento cada mes es una carga adicional y muestra claramente que el sistema está desarticulado y es desconsiderado con los más enfermos, los más viejos, los más pobres y los que no viven en ciudades principales.

No obstante, la solución no se está viendo en el modelo que se ha venido implementando recientemente. Quizás, en lugar de mejorar, las deficiencias del sistema se han profundizado, y los beneficios necesarios no parecen vislumbrarse en el futuro cercano.

Finalmente, es sabido que la teoría pocas veces se parece a la práctica, y que hay que tener paciencia, porque la implementación tiene sus tiempos. Aunque este matiz es difícil de aceptar cuando la crisis involucra la salud y la vida de las personas. Desde una perspectiva académica, valdría la pena considerar los aprendizajes de la ciencia de la implementación.

Este campo del conocimiento se enfoca en identificar caminos para llevar de manera efectiva las intervenciones desde los escenarios ideales hasta la realidad práctica, o al menos comprender mejor esos escenarios. Es probable que usando este abordaje la realidad se acerque a las proyecciones definidas en el papel. La utilización de los conceptos y herramientas de la ciencia de la implementación podría aumentar la efectividad del trabajo de las más de 45 personas técnicas, seguramente de las más altas calidades que, según las declaraciones conocidas, han participado en la definición del modelo de salud del Magisterio. Además, podría favorecer que se supere la socorrida acción de atribuir las responsabilidades a otros, o la alusión al complot.

En definitiva, pensando en el mayor beneficio para los pacientes y la población en general del país, y otorgando el beneficio de la duda, es necesario destacar las señales claras que muestran la necesidad de una mayor comprensión de la complejidad del sistema de salud y en particular de los procesos relacionados con los servicios farmacéuticos.

En este camino podría ayudar: primero, construir confianza en los procesos de contratación con quien preste un servicio de tanta relevancia para los pacientes y seleccionar los proveedores en el marco de la contratación regulada, con acuerdos de tarifas claras, buscando asegurar transparencia y eficiencia. Segundo, aprovechar la experiencia de casi 30 años de los gestores farmacéuticos del país en el sistema actual, especialmente en la tecnificación de los procesos y en la implementación de innovaciones dirigidas a mejorar la calidad del servicio, el acceso y el uso adecuado de los medicamentos. Tercero, incorporar herramientas metodológicas, académicas y científicas para la implementación efectiva de intervenciones, entendiendo que el «qué» es importante, pero el «cómo» lo hace realidad.


Notas:

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