Las luchas del mañana
Las luchas del mañana
«Son incontrovertibles las movilizaciones de los últimos años en Occidente, a las que América Latina y por supuesto Colombia no han sido ajenas; no obstante, las luchas sicopolíticas, las que opino como venideras, serán las nuevas pugnas emergentes, donde la nuez no estaría en la aspiración de reconocimientos o la inclusión, sino en la exteriorización del cansancio y la depresión individual».
Pensando en el libro Sujeto y Poder del filósofo francés Michael Foucault 1 y su fichaje de las tres grandes luchas sociales a través de la historia, me asaltó una pregunta que, si bien ha habido otros que la han planteado, la considero perentoria en el contexto actual y me invitó a escribir las presentes líneas. La pregunta es por las luchas venideras, aquellos deseos sociales —colectivos o individuales— que ocuparán los debates de las próximas décadas o, si soy consciente de la inmediatez con la que pasan las cosas, de los próximos años.
No busco, ni mucho menos, exponer una respuesta o caer en la futurología de las probabilidades; al contrario, lo que pretendo con la columna es dar unos apuntes y reflexiones a los interrogantes con el ánimo de que el lector cuestione los mismos, válido si lo hace con mis argumentos o, mejor todavía, si los debate.
Considero, pues, en aras de la amplitud formular el orden de las cosas… A la fecha en que escribo o a la fecha en que se lee, seguirán vigentes las luchas sociales que ocupan la agenda: háblese de las brechas de género, el reconocimiento de derechos, la inclusión, la discriminación o la inequidad. Cada lucha es, claramente, singular en el contexto donde se le vea; mas tiene en común con las tres grandes luchas sociales de las que habla Foucault en lo «social», justamente.
La masa social como ente transformador, el colectivo como motor de los cambios históricos, no es gratuito que el francés hable de las luchas políticas como las de primer orden, donde enormes grupos sociales pretendían hacer oposición a la dominación, sea social, religiosa o política, todo muy propio de la época feudal. También de las luchas económicas, aquellas que se movilizaban en contra de la explotación de su trabajo, bien ejemplificadas en las sociedades industriales de finales del siglo XIX. O las más actuales, las luchas de la identidad, propias de las movilizaciones de los años sesentas que, pese a sus matices, siguen teniendo ecos en la actualidad donde sus consignas contra la subjetividad hegemónica y normativa se replican todavía.
Ahora bien, reconociendo el factor colectivo de las tres luchas descritas, resulta la pregunta por las luchas venideras. ¿Cuáles serán?
Reconociendo que cada sociedad pasa por un periodo histórico marcado por una lucha social determinada, las cavilaciones que veo posibles ante la pregunta formulada me alejan precisamente del componente «social». En el curso de nuestros días la atomización del demos —del cuerpo social—, de la masa transformadora, se desdibuja en la medida en que el componente colectivo se hace pequeño en cuanto a sus luchas se refiere.
Son incontrovertibles las movilizaciones de los últimos años en Occidente, a las que América Latina y por supuesto Colombia no han sido ajenas; no obstante, las luchas sicopolíticas, las que opino como venideras, serán las nuevas pugnas emergentes, donde la nuez no estaría en la aspiración de reconocimientos o la inclusión, sino en la exteriorización del cansancio y la depresión individual, todo ello producto de un mundo globalizado que exige felicidad a toda costa por medio del éxito económico, una imposición que se acrecienta con los mismos pasos de la globalización, la que irradia esta ficticia idea de felicidad en función del capital dinero.
La salud mental, estimo, ocupará las nuevas luchas y hará complejo una búsqueda común. ¿Qué más divergente que las frustraciones individuales? Si bien la frustración colectiva por el éxito es un factor de la sociedad en pleno 2 los detonantes son tan diversos que una solución macro es tan compleja de realizar como problemática de formular. Las salidas a estas luchas sico-políticas son difusas, van más allá de un cambio de mentalidad colectivo frente los desengaños del «éxito». Quizás, y lo escribo desde el sentido loable, empezando a prestar más atención en la palabra «eudaimonia» (del griego: felicidad con el florecimiento y bienestar humano) que en la palabra «éxito económico» nos adelantaríamos en esa lucha venidera.
Referencias.
1. Foucault, M. (1983). Sujeto y Poder. Carpe Diem Ediciones. Disponible en:
https://transdisciplinariedaduj.files.wordpress.com/2010/09/foucault-michel-el-sujeto-y-el-poder.pdf
2. Cabanas, E. Illouz, E. (2018). Happycracia. Paídos. Disponible en:
https://www.academia.edu/39317368/Edgar_Cabanas_y_Eva_Illouz_Happycracia
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