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Aprender a manejar la plata…es la mejor salida

03/09/2018
Por: Daniel Felipe Hincapié Guzmán, profesor de Cátedra UdeA

"De acuerdo con  el Ministerio de Hacienda y Crédito Público se considera que el país debe tener una política de enseñanza económica financiera articulada y bien dirigida, la cual  facilitará la reducción de la pobreza y la desigualdad, lo que permitirá una mayor efectividad en las acciones de inclusión financiera y de protección al consumidor..."
 

Colombia está cerca de entrar en un cambio de política monetaria y fiscal, el gobierno nacional tiene planes de incrementar el recaudo vía impuestos, generar más dinámica financiera y por ende, mas progreso. Los generadores de esa dinámica y ese progreso somos todos los ciudadanos que recibimos un salario, una renta o un ingreso.

El problema radica en que no sabemos administrar nuestro dinero, pues no tenemos una cultura financiera y nuestra educación no nos da lo necesario, no estamos preparados para lo que se nos viene.
De acuerdo con  el Ministerio de Hacienda y Crédito Público se considera que el país debe tener una política de enseñanza económica financiera articulada y bien dirigida, la cual  facilitará la reducción de la pobreza y la desigualdad, permite una mayor efectividad en las acciones de inclusión financiera y de protección al consumidor y contribuye al desarrollo de los sistemas financieros.

Comencemos por la parte mala de todo el asunto; Colombia carece de los conocimientos y habilidades financieras mínimas, el 64% de la población planifica sus acciones financieras para menos de un mes o en la peor medida, no tiene planes financieros. El 58% tiene dificultades para cubrir sus gastos de corto plazo y 41 % de la población menor de 60 años ha tomado medidas para afrontar todos los gastos de la vejez (Banco Mundial, 2013).

Una encuesta realizada por el Banco Mundial  en el año 2016 señaló que solo el 23% de la población sabía exactamente cuánto había gastado la semana anterior. El conocimiento financiero general es tan bajo que el 81% de la población no conoce cómo se calcula una tasa de interés simple, cuando es una operación matemática y ésta puede ser calculada con una fórmula en una herramienta de cálculo como Excel.

Justamente por estos días, el gobierno nacional ha venido desarrollando herramientas para impulsar la educación de la población que utiliza los servicios financieros y para los que están próximos a utilizarlos. La intención es dividir la población en etapas, desde los niños y jóvenes (importancia del ahorro y planeación), pasando por los adultos (finanzas personales y conocimiento de inversión) hasta la etapa de la vejez (proyecto para una vejez financieramente tranquila). Por ahora todo está en el papel, como muchas iniciativas de nuestra nación.

Es fácil entender que en nuestra sociedad no existe un cambio cultural relevante en materia financiera pues las continuas apariciones y desapariciones de pirámides, estructuras de captación ilegal (las infames gota a gota) y la baja penetración de seguros sigue siendo normal para todos. Debemos sumar a todo esto, el cortoplacismo que heredamos de nuestros débiles hábitos financieros, pretendiendo que nuestras inversiones deben hacernos ricos de la noche a la mañana. Toda inversión tiene riesgos, estamos hablando de dinero, uno de los recursos más inestables, volátiles y poco confiables que existe.

Otro punto que no ayuda es la situación económica del país, muchos colombianos están supeditados al salario mínimo y tienen pocas oportunidades de tomar reales decisiones financieras pues deben pensar en el corto plazo donde las posibilidades de ahorrar son mínimas. En contraste, hemos venido experimentando un aumento exponencial en nuestros hábitos de consumo, donde nos vemos catapultados cada vez más a consumir productos y servicios que no son de primera necesidad pero que generan un sentimiento de bienestar (el mercado de celulares podría ser un buen ejemplo).

No todo es malo, tenemos la salvación en nuestras manos; educación

La educación financiera no es nada del otro mundo, requiere, por supuesto, mucha disciplina y compromiso consigo mismo, con su entorno familiar y en consecuencia con la sociedad. Existen varios aspectos que nos ayudarán a sobrellevar nuestra situación financiera y con éxito, ser responsables con el dinero que tenemos. El ahorro es por otra parte uno de los fines máximos si somos personas inteligentemente financieras.

Tenemos la responsabilidad de informarnos, estar enterados de lo que sucede en materia monetaria, enseñar a nuestros hijos que se debe tener un plan financiero para la vida, exigir en colegios y universidades una correcta formación para las finanzas. Imaginen por un momento que las universidades en todas sus carreras profesionales exista el requisito de completar estudios financieros y tributarios, aunque sea un semestre, estoy seguro que no estaríamos en este momento tan abrumados con la DIAN.

El Estado no ha ayudado mucho, pues de la mano del sector bancario hacen y deshacen con población económicamente activa (cobros por cuenta de ahorros, cobro por manejo de productos, el efímero 4X1000) sumado a la creencia que no existen otros medios financieros como las cooperativas de ahorro y crédito, que están a la vuelta de la esquina, ofrecen los mismos servicios sin cobros excesivos y tienen un fundamento social.

Nuestra universidad debe estar al tanto de esta situación, necesitamos educación en materia financiera. La población general de estudiantes en Colombia se compone alrededor de 2.4 millones de estudiantes universitarios  – último dato consolidado por el Sistema Nacional de Información de Educación Superior (SNIES) – y la UdeA con su población de más de 36.600 estudiantes debe ser referente en esta materia. Tenemos mucho potencial de mejora.

En síntesis: Planificar, saber endeudarse (saber cuál es la mejor opción), ahorrar (no hay que ahorrar millones para ser ahorrador) y proteger nuestro patrimonio (seguro de hogar, de vehículo).

M.C.

Infografía


Nota

Este es el espacio de opinión del Portal Universitario, destinado a columnistas que voluntariamente expresan sus posturas sobre temáticas elegidas por ellos mismos. Las opiniones aquí expresadas pertenecen exclusivamente a los autores y no reflejan una opinión o posición institucional de la Universidad de Antioquia.

 
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