La Lindosa da pistas de poblamiento
La Lindosa da pistas de poblamiento
Después de 30 años, investigadores de la Universidad de Antioquia y de la Universidad Nacional reanudaron las exploraciones arqueológicas en la serranía La Lindosa, Guaviare. ´Cerro azul´, uno de los siete abrigos rocosos intervenidos en esta nueva fase, muestra vestigios de los instrumentos y modos de vida de los habitantes del territorio.
Fotos: cortesía Francisco Aceituno Bocanegra.
Hace treinta años el profesor de la Universidad Nacional de Colombia Gonzalo Correal realizó las primeras excavaciones arqueológicas en la serranía La Lindosa, ubicada en el departamento del Guaviare, pero las labores debieron suspenderse por la presencia de grupos guerrilleros en la zona.
En 2015, el profesor Gaspar Morcote, de la misma Universidad, reanudó las excavaciones, tarea a la cual se vinculó en 2017 el Laboratorio de Arqueología del Departamento de Antropología de la Universidad de Antioquia, con los profesores investigadores Francisco Javier Aceituno Bocanegra y Sneider Rojas Mora a la cabeza.
En este último periodo, el trabajo de los investigadores ha permitido identificar siete abrigos rocosos, es decir, refugios de piedra naturales poco profundos, que sirvieron como hábitat a los primeros pobladores de ese territorio. El primer abrigo rocoso intervenido lo denominaron ´Cerro Azul´.
En el lugar, los investigadores encontraron instrumentos y utensilios domésticos de piedra como cuchillos, raspadores y fragmentos de cerámica.
También hallaron restos de fogones donde, se presume, cocinaban, y restos de animales, que tal parece servían como alimento. Durante milenios, los pobladores de esta zona fueron transformándola en términos de su propia cosmovisión.
Según el profesor Rojas Mora, la evidencia es que “en estas excavaciones se pudo registrar más de quince mil fragmentos de restos de fauna, entre peces, roedores, mamíferos y gran variedad de palmas, que dan cuenta de un uso milenario del bosque, no sólo de su uso sino también de su transformación”.
Por eso, para el profesor Aceituno Bocanegra, “la serranía La Lindosa es una especie de laboratorio arqueológico muy interesante para entender el poblamiento de la Amazonía y la Orinoquía y el manejo de sus ecosistemas”.
Y al tiempo que observa que con los restos es posible determinar acciones básicas del día a día, por ejemplo, si utilizaban más los recursos de agua o los terrestres, si pescaban o cazaban, y qué manejo tenían de los ríos tenían, señala que este tipo de cuestionamientos están abiertos, y que el proyecto que recién inicia promete resultados trascendentales para identificar el origen de los pobladores de la zona.
Además, precisa el profesor Aceituno Bocanegra que, gracias a las evidencias de radiocarbono, es posible afirmar que las fechas obtenidas en la excavación del yacimiento arqueológico Cerro Azul en la serranía La Lindosa, datan entre 10.000 años antes de Cristo y 1.600 d.C.
Los investigadores buscan identificar factores culturales, modos de vida, fauna y vegetación de la época en que se poblaron esos entornos, que se expresan además, en pinturas rupestres elaboradas en el territorio.
“Cuando las personas llegaron a esta serranía, plasmaron allí desde representaciones vernáculas de su cotidianidad, hasta escenas que al parecer representan situaciones rituales: una mujer embarazada, animales domésticos y plantas; y trazos que dibujan, al parecer, animales extintos”, agrega Aceituno Bocanegra.
Para el profesor Rojas Mora, es importante no perder el asombro frente a este tipo de hallazgos. “Pensar que estos objetos que vamos encontrando al ir excavando vieron la luz o fueron tocados por última vez desde hace diez o cinco mil años, eso siempre lo llena mucho a uno de emoción”, expresa y enfatiza en la responsabilidad que adquieren los investigadores, al asumir la tarea de analizar, describir y conservar este patrimonio de la humanidad.
La investigación es un reto que implica años de trabajo. Uno de los principales objetivos del equipo investigador es encontrar nuevos recursos económicos que permitan continuar con el proyecto, al cual recientemente se vinculó el profesor José Iriarte.
Justamente, Iriarte logró gestionar en la Universidad de Exeter, Inglaterra, los recursos que permitirán, en octubre de este año, poner en marcha la segunda campaña de trabajo de campo, prospección y excavación.
Por lo pronto, los investigadores le apuestan a la gestión de nuevas alianzas institucionales y, en un mediano plazo, a la vinculación de estudiantes al proyecto, como una manera de integrar los ejes misionales de la Universidad, —investigación, docencia, y extensión— con el trabajo con las comunidades aledañas al proyecto.