Opinión

En la mayoría de los diarios del mundo se ha repetido en estos días que el presidente Trump es racista, misógino, xenófobo y nacionalista. Los que pensamos que podría haber un cambio del candidato Donald al presidente Trump, constatamos hoy nuestro error. Llegó a la presidencia de los Estados Unidos un hombre de acción.

En su primera intervención internacional mostró su línea de conducta. Con un Tweet, instrumento nunca usado en las relaciones entre Estados, le dio un portazo a Peña Nieto, al poner en entredicho su visita a Washington, afirmando que el viaje no tenía sentido si México no estaba dispuesto a “pagar por el muro”.

Trump está intimidando a México, lo pretende destruir, pero a la vez está advirtiéndole al mundo lo que puede pasar si otros Estados no acatan sus órdenes. Con su gobierno se inicia una nueva era en el orden internacional, como lo dijo en su discurso de posesión. ¿Pero por qué los Estados Unidos abandonan el orden internacional liberal que ellos mismos ayudaron a construir después de la Segunda Guerra Mundial y que ha hecho posible siete décadas de paz entre las potencias?

Simplemente porque ese orden liberal internacional –OTAN, ONU, OMC, FMI– ya no le sirve más y porque su permanencia en él, y el gran costo económico y militar que le significa su sostenimiento, le ha producido una profunda crisis económica y política.

Esto que ahora Trump afirma se está diciendo en los Estados Unidos desde la administración de George W. Bush. La “guerra contra el terror” y la invasión a Irak tuvieron como consecuencia un cambio en el orden internacional que Bush lideró. Se pasó de un sistema multilateral a uno unilateral, dominado únicamente por los Estados Unidos. Este dominio en el orden internacional les ha llevado a asumir tareas como defender a Europa y a la OTAN frente Rusia, controlar a Irán, proteger a Israel, impedir que China se convierta en primera potencia. Todo esto ha terminado debilitándolos. Sus líderes demócratas y republicanos han buscado en los últimos años una salida.

Así, desde hace más de una década se plantearon dos alternativas para superar esta crisis: la liberal, que propone un reordenamiento del orden internacional sobre la base del reconocimiento de las nuevas potencias mundiales y de la necesidad de construir nuevas reglas de interacción, y la realista, que representa el partido republicano y Trump. Dice, inspirado en el sentido de la crítica de Carr contra Woodrow Wilson, que todo lo que han hecho los liberales idealistas en el plano internacional es erróneo y que el retorno a la anarquía entre los Estados y la guerra en el orden internacional, revela solamente la verdad de la geopolítica mundial: el orden mundial no es más que una lucha por el poder.

Defiende el proteccionismo, el nacionalismo, domina en el país con el mayor arsenal nuclear y es partidario de reintroducir la tortura –el submarino–. Termino afirmando: la fanfarronada del muro no es más que populismo barato para halagar a su plebe.

Este texto fue publicado en el periódico El Colombiano el martes 1° de febrero de 2017

Nota

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