¿En qué va lo de la tercerización de la educación?
¿En qué va lo de la tercerización de la educación?
"... la primacía de los procesos de gestión gerencial de la educación y la imposición de su visión como servicio, resultan siendo las tendencias más problemáticas y de mayor incidencia en la exclusión, la inequidad y el desconocimiento de los seres humanos en Colombia..."
Un nuevo proyecto se abre camino para la educación en Colombia, impulsado desde el Viceministerio de educación superior y su dirección de fomento. "El Sistema Nacional de Educación Terciaria (SNET): camino para la inclusión, la equidad y el reconocimiento”.
El nuevo proyecto de educación terciaria para Colombia, parece indicar la tercerización definitiva de la educación. Aparte de significar más bien un nuevo camino para la exclusión, la inequidad y el desconocimiento, tres sentidos podemos identificar de entrada con esta propuesta.
El primero tiene relación con el reposicionamiento del saber hacer. Es decir, del saber técnico en y desde la educación, en desmedro de lo que representa una educación integral que además comprenda la formación en el ser, el conocer y el convivir. El segundo sentido que podemos evocar está relacionado con la legitimación de la tercera opción en educación y la atención priorizada de la educación post secundaria. El tercer sentido, y quizás el más lesivo es el relacionado con el dominio de los procesos de gestión gerencial de la educación, tras su marcada visión de servicio.
Con el nuevo proyecto de educación terciaria la exclusión, la inequidad y el desconocimiento se hacen presentes en el privilegio de la formación técnica, en la medida que se desatiende la formación profesional en todas las áreas y para todos los grupos sociales, desviándose de la tradición en la formación humanista desde la universidad, con las respectivas implicaciones para la democracia, como lo expresara Martha Nusbaum (2010).
En el trajín de la competitividad corren el riesgo de perderse capacidades vitales para la salud de cualquier democracia y para la creación de una cultura internacional digna que pueda afrontar de manera constructiva los problemas más acuciantes del mundo. Nos referimos a la capacidad de desarrollar un pensamiento crítico; de trascender las lealtades nacionales afrontando los problemas internacionales como nueva realidad que, a nuestro juicio, contiene previsiones políticas graves en la medida que paulatinamente se busca restar peso a la universidad, particularmente a la de carácter público.
Es aceptable y comprensible que el desarrollo técnico y tecnológico son imprescindibles en la vida social. Razón suficiente para valorar los esfuerzos encaminados a potenciar los diversos niveles y modalidades de educación. Inclusive, puede reconocerse que la educación terciaria tiene incidencia valiosa para los procesos formativos, cuando se gesta desde la articulación estructural dentro del sistema educativo.
Lo preocupante, sin embargo, es que se priorice la atención en este nuevo “sistema educativo” por razones estratégicas y económicas. Por lo anterior, desde la académica debemos evitar caer en lo que Hoyos considera como “la chatarrización de la universidad, convertida en tecnológico al servicio del capital cognitivo”. Por tanto, que pierde su sentido humanizador cuando queda doblegada ante las múltiples presiones tecnocráticas y ahogos económicos. Al tiempo que se genera un sistema alterno, el cual resulta ser un amortiguador frente a las demandas económicas de la fuerza de trabajo profesional altamente cualificada.
En otros términos, con el nuevo sistema se convoca a centrar la atención exclusivamente en la formación de técnicos, en desmedro de los profesionales y los posgraduados. Lo que nos lleva a pensar en los riesgos del pensamiento unidimensional y a evocar a Marcuse en sus críticas al gerencialismo (1993, p. 52) en lo que denominó “el lenguaje de la administración total” en el que se combina una relación especial entre medios masivos de comunicación, poder político y modelación de la conducta.
La propuesta de educación terciaria, en las condiciones que se presenta, implica la tercerización de la educación. Irónicamente la posiciona como la tercera opción, después de la calidad y la instrucción. ¡Oh coincidencia! La educación de tercera es identificable con la educación pública.
Tendencia que se había insinuado desde la Constitución de 1991, en que se viabilizó su existencia como servicio, de manera tímida en un comienzo, pero imponiéndose definitivamente sobre su condición de derecho. En Colombia la educación terciaria inició su carrera experimental desde hace al menos una década, con la formación de maestros para la educación inicial desde las Escuelas Normales Superiores. Para estas instituciones educativas el nuevo proyecto al menos resuelve el limbo jurídico en el cual se encuentran desde el primer quinquenio del nuevo siglo, luego de obtener la acreditación de calidad y desarrollo.
El nuevo sistema de educación terciaria puede significar otra amenaza para la educación centrada en los procesos formativos, aunque habíamos sido advertidos por Heidegger (1981) y Hoyos Vásquez (2008), quienes anunciaron que la educación estaba en lo seco y venía siendo desalojada del lugar asignado por la modernidad en términos de humanización y renovación cultural. Lo que conlleva el riesgo de imponer la exclusión del pensamiento crítico, el derecho a ser bien educado y en las mejores condiciones de pertinencia social.
Finalmente, la primacía de los procesos de gestión gerencial de la educación y la imposición de su visión como servicio, resultan siendo las tendencias más problemáticas y de mayor incidencia en la exclusión, la inequidad y el desconocimiento de los seres humanos en Colombia. El gerencialismo en educación se impuso desde el momento que la educación pasó de ser un derecho humano y valor fundamental a convertirse en mercancía y su consecuentetercerización. Mercancía a la cual solo acceden los que puedan pagarla, así sea la más barata, la de tercera categoría y de menor reconocimiento, en un medio donde el imperio de los indicadores, los estándares y los rankings definen la nueva estratificación social.
Referencias:
Heidegger, Martín (1981). Carta sobre el humanismo. Buenos Aires: Ediciones del 80.
Hoyos Vásquez, Guillermo (2008). Comunicación, educación y ciudadanía. Universidad Tecnológica de Pereira.
Jaramillo, R. (2011) Del imperio de los indicadores, la calidad y otros ismos en la educación superior colombiana. Alma Máter, Universidad de Antioquia. Medellín, junio de 2011.
Marcuse, H (1993). El hombre unidimensional: ensayo sobre la ideología de la sociedad industrial avanzada. Buenos Aires: Planeta. Ministerio de Educación Nacional (2016). Viceministerio de Educación Superior Dirección de Fomento de la Educación Superior. Documento de lineamientos de política Pública. [Versión preliminar]. Sistema Nacional de Educación Terciaria (SNET): Camino para la inclusión, la equidad y el reconocimiento.
Nussbaum, M. (2010). Sin Fines de Lucro. Por qué la democracia necesita de las humanidades. Buenos Aires: Katz, Editores.
Nota
Este es el espacio de opinión del Portal Universitario, destinado a columnistas que voluntariamente expresan sus posturas sobre temáticas elegidas por ellos mismos. Las opiniones aquí expresadas pertenecen exclusivamente a los autores y no reflejan una opinión o posición institucional de la Universidad de Antioquia.
Portal U de A - Redes Sociales - WCV(JSR 286)
Portal U de A - Datos de Contacto (Noticias) - WCV(JSR 286)
Portal U de A - Comentarios de Facebook - WCV(JSR 286)
Listado Lo más popular
-
Academia Sociedad Cultura
Biblioteca de la UdeA se enriquece con herencias de intelectuales
19/05/2025