De empresarios, capitalismo consciente y “tomas hostiles”
De empresarios, capitalismo consciente y “tomas hostiles”
"... ¿Se tratará, realmente, del denominado capitalismo consciente? O, no será más que el ejercicio de un capitalismo racionalizante y duro que poco se para a mirar los efectos de “valor social” que produce su acción empresarial. ¿Cuáles los aportes en el nivel de lo medioambiental, del capital regional, en la búsqueda de una mejor calidad de vida para el ciudadano de Medellín y Antioquia?..."
El recién fallecido sociólogo colombiano Alberto Mayor Mora, escribió a finales del siglo pasado un hermoso texto titulado: “Ética, trabajo y productividad en Antioquia”, allí demostraba cómo en los orígenes de la industrialización antioqueña, los empresarios habían construido un férrea ética católica que acompañaba su ejercicio empresarial. Así como Max Weber había mostrado, a principios del siglo XX que capitalismo racional de occidente requirió de una ética religiosa intramundana de sesgo protestante para el desarrollo de Europa, en su célebre “La ética protestante y el espíritu del capitalismo”, Mayor lograba presentar un caso similar para la élite antioqueña industrializadora. En la región antioqueña una acendrada catolicidad que informaba la vida cotidiana de empresarios y trabajadores, propició ese impulso de la industrialización, en el momento del despegue capitalista regional —el mismo cuadro del Corazón de Jesús que presidia la labor productiva en la empresa, estaba instalado en las salas de las casas obreras—.
El impulso de dicha eticidad católica —que unía valores de honestidad, frugalidad y perspectiva de salvación—, duró hasta mediados de los años setenta, cuando Antioquia entra en el desmadre del dinero fácil que manaba a raudales dado el rentable negocio del narcotráfico. El capitalismo racional y católico de antaño dio píe a una sed de acumulación irracional bañada en sangre y sacrifico de vidas. Subsistieron grandes empresas de antaño, pero la nueva lógica de acumulación ilegal, con su dosis de violencia, cerró la vía del desarrollo clásico por la senda de la industria.
El núcleo de empresas paisas que se mantuvieron en la senda de la acumulación tradicional, formaron una especie de conglomerado empresarial —un holding— con fuerte impronta de defensa de la acumulación por la vía de la industria regional y racional. Este grupo recibió inicialmente el nombre “sindicato antioqueño” y luego fue conocido y se conoce como el GEA —grupo empresarial antioqueño—. La idea era formar un bloque empresarial regional que mantuviera los ejes de la acumulación de capital y aportara un componente de “agregado de valor social”: la idea era formar un entramado de capitales, juntas directivas y accionistas mayoritarios que controlaran las empresas del holding. De hecho se llegó a mencionar que una teoría administrativa específica lo acompañaba: la teoría A —así como existían las teorías Y, Z—; esa A pretendía simbolizar: empuje paisa más agregado de valor social y público.
Este componente de “agregado de valor social” no dejó, sin embargo de ser dudoso. Aunque uno de sus voceros más connotados Nicanor Restrepo defendió esa impronta social y de vinculación a lo público del empresariado paisa. Las dudas emergían cuando se buscaba hacer el balance de los aportes reales a la región, del conglomerado citado, más allá de la mera libido dominandi, de acumular riqueza según los cánones de la racionalidad capitalista y de una proyección sobre la conducción de lo público, rebasando el estricto interés económico valorizador.
Y, hoy, nos encontramos con los entreveros de un denominado ataque o “toma hostil” de parte de ese preciado patrimonio del GEA, en la oferta —OPA—, del grupo Gilinski por Nutresa, aupado por capital en petrodólares de los Emiratos Árabes. Una oferta que parece va más allá, dado que una nueva OPA, apuntó al grupo SURA —al 30% de sus acciones—, y que podría llegar hasta tocar al núcleo duro del GEA, Bancolombia. De hecho es de vieja data la pelea entre el GEA y los Gilinski por el control de este banco, con líos jurídicos de por medio. La oferta de los Gilinski mueve cifras astronómicas cercanas a los 14 billones de pesos, en los cuales se tasa toda la operación. El presidente de SURA ha respondido que ellos de hecho ya estaban buscando nuevos inversores para potenciar el musculo financiero del grupo, tratando así de minimizar la acción del grupo rival.
Los analistas financieros han hablado de “toma hostil”, de intereses no claros en las pretensiones del grupo Gilinski, pero es sabido que el capital tiene su propia lógica y su propia racionalidad que no se conmueve, o no para mientes en construcciones de valor ético, que presumen de preservar una impronta de pureza y no contaminación por intereses crematísticos. En las formulaciones públicas del “grupo hostil”, está la consideración sobre la subvaloración de las acciones del grupo empresarial paisa, hasta en un 50% en el mercado accionario, lo que ha significado que el pequeño y mediano accionista poco han visto lo redituable de invertir su dinero en las acciones del conglomerado antioqueño.
El GEA tendría que hacer más bien un balance autocrítico de sus aportes y real “agregado de valor social” a la región. Quizás, un jubilado en el Fondo de Pensiones Protección, no vea en su magra ración no superior al salario mínimo, que le llega en su colilla mensual, nada de social y nada de ético, cuando sabe que dicho Fondo reditúa ganancias millonarias, que van a los bolsillos de los grandes capitales que se mueven en el GEA. Habrá que preguntarles a los trabajadores de Noel, Zenú, de Argos, cuál ha sido el “efecto social”, de estar bajo los mandatos del capital agrupado en el GEA.
¿Se tratará, realmente, del denominado capitalismo consciente? O, no será más que el ejercicio de un capitalismo racionalizante y duro que poco se para a mirar los efectos de “valor social” que produce su acción empresarial. ¿Cuáles los aportes en el nivel de lo medioambiental, del capital regional, en la búsqueda de una mejor calidad de vida para el ciudadano de Medellín y Antioquia? Apoyados en Mayor Mora, invitamos a realizar este balance ético y social del capitalismo regional y sus organizaciones.
Nota
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