La desnaturalización de la Esnna en Medellín: prendieron la luz
La desnaturalización de la Esnna en Medellín: prendieron la luz
«La situación de las niñas victimizadas también evidencia la profundidad del tema y las dificultades para “el restablecimiento de sus derechos” en la inmediatez. Cuando el ICBF comenzó la ruta de atención se dieron cuenta que las menores no vivían con sus familias y después de un par de días, al menos una de ellas desertó del proceso institucional. Este es el drama no es solo el de esas adolescentes, “es el de muchas”».
La captura en flagrancia del estadounidense Timothy A. Livingstone mientras presuntamente abusaba de dos niñas de 12 y 13 años en un hotel de «estancias cortas» —sombríamente llamado Gotham— en Medellín el 28 de marzo de 2024, transparentó un hecho social que era evidente pero que se había escondido tras un silencio cómplice: la explotación sexual de niñas, niños y adolescentes —Esnna— ya no solo a nivel nacional para el bandido de turno, sino también para turistas extranjeros que ahora afluyen en masa a dejar sus dólares a las y los emprendedores dedicados a explotar el «nuevo petróleo»: el turismo.
De acuerdo con las cifras oficiales, solo en el 2023 llegaron en avión 3.9 millones de extranjeros a Colombia (1), la mayoría de ellos a Cartagena y Medellín, ciudades donde el turismo sexual es más visible. De acuerdo con la periodista Ana Cristina Restrepo, la Alcaldía de Medellín registra que «entre 2022 y 2023 la ciudad recibió 1 226 461 visitantes —503 000 procedentes de Estados Unidos—: 57 % son hombres cuyo rango de edad oscila entre los 18 y 39 años de edad» (2).
Es difícil saber cuántos llegan tras el turismo depredador, aunque sí hay datos alarmantes que evidencian la magnitud creciente de este problema social. La representante a la Cámara, Jenifer Pedraza, en una entrevista con María Jimena Duzán afirmó que en los últimos 10 años, 370 extranjeros fueron vinculados a casos de explotación sexual de menores en Medellín, cifra muy baja si se compara con las 3400 denuncias realizadas por este tema entre 2019 y 2021 (3).
Una de estas imágenes de adultos con menores que se habían vuelto paisaje, llamó la atención de una ciudadana que con «extraña» dignidad denunció a finales de marzo del 2024 el ingreso de las menores al hotel Gotham, en el barrio El Poblado, llamado ante el cual acudieron las autoridades que aprehendieron al sospechoso estadounidense y remitieron a las víctimas a las entidades encargadas de atenderlas.
Hasta ahí todo era «normal» y hasta destacable por la rapidez de la actuación. Pero lo que siguió después evidenció que el problema es complejo y que hace parte de un fenómeno cuya contención parece rebasar las posibilidades de respuesta inmediata de la sociedad y las instituciones de Medellín y Colombia.
La descoordinación de las entidades del Estado permitió que Livingstone saliera en libertad, empacara su mochila y huyera hacía EE. UU. La Alcaldía, la Fiscalía y la Policía lo vieron pasar, pese a que estos últimos habían logrado capturarlo con las menores en el apartamento en renta.
La permisividad del hotel cuya firma (4) maneja entre 400 y 1000 propiedades de este tipo en la ciudad —¿gentrificación?—, evidenció que este tipo de empresas y emprendedores extranjeros ponen por encima el ánimo de lucro frente a cualquier otro valor, así este sea la dignidad de los menores de edad del país en el que están haciendo fortuna. No es la primera vez que el boyante empresario canadiense Bradley Hinkelman y una de sus múltiples propiedades turísticas para extranjeros en Medellín, se ve envuelta en escándalos por temas de explotación sexual (4).
La directora del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar —ICBF— también se pronunció, cuestionando la actuación de los dueños del hotel Gotham, «quienes no informaron a las autoridades, tras los múltiples intentos que tuvo el extranjero de ingresar menores al edificio» (5).
Sin embargo, los responsables no son únicamente los hoteleros como lo destacó el trabajador social Julián Marín en su cuenta de X el 31 de marzo: «las redes de explotación sexual son tan fuertes que han logrado permear las instituciones que "hacen presencia en la zona". […] comerciantes, administradores de unidades residenciales, empresas de transporte público». Habría que agregarle la sociedad entera. Lo que hacía Livingstone con las adolescentes estaba normalizado.
A partir de la exposición del caso, se hicieron públicos otros datos que evidencian la complejidad del fenómeno. Algunos analistas enumeraron a cuáles son las estructuras criminales que operan en la zona y cómo se dividen los teritorios turísticos para lucrarse de la trata de personas, entre otros renglones de su portafolio de servicios, lo que complica ponerle coto a la problemática porque implica enfrentarse con sus rentas.
La situación de las niñas victimizadas también evidencia la profundidad del tema y las dificultades para «el restablecimiento de sus derechos» en la inmediatez. Cuando el ICBF comenzó la ruta de atención se dieron cuenta que las menores no vivían con sus familias y, después de un par de días, al menos una de ellas desertó del proceso institucional. Este drama no es solo el de esas adolescentes, «es el de muchas», como destacó el 8 de abril el exsecterario de Bienestar Social de Medellín, Luis Bernardo Vélez, en su perfil de la red social X.
Esta condición de vulnerabilidad de las menores y su dependencia de las redes transnacionales de explotación sexual se corroboró semanas despues, cuando jalando el hilo de las andanzas de Livingstone, las autoridades estadounidenses capturaron en el aeropuerto en Miami al ecuatoriano-norteamericano Stephan Andrés Correa, ataviado con un «arsenal» de equipos para hacer, almacenar y transmitir pornografía infantil. Así lo informó el alcalde de Medellín: «Cuando se entrevistan las víctimas de Timothy Alan se llega a la información de este sujeto, Stefan Andrés Correa, que era quien pagaba el arriendo, quien pagaba la alimentación de las niñas en diferentes sitios de la ciudad para seguirlas explotando sexualmente»(6). Si lo hubiese completado con éxito, ese habría sido el viaje número 45 del ecuatoriano-estadounidense a Colombia desde el el 2022.
A medida que surge más información se evidencia muy fácilmente que el problema es más grande de lo que parece, como concluyó al fin Gutierrez «aquí estamos no ante casos aislados, estamos ante una red de trata de personas con fines de explotación sexual de niños, niñas y adolescentes, es una red que hay que desarticular» (6).
El 11 de abril el alcalde de Medellín se reunió con el embajador de EE. UU. en Colombia, Francisco Palmieri, y firmaron un pacto para que esta práctica se evite entre sus ciudadanos. En zonas «turísticas» de Medellín se instalaron algunas vallas con el mensaje en Inglés y español «Don’t even try it, it’s a crime» —«Ni lo intentes, es un delito»— (ver fotografía). Esperemos que estas piezas publicitarias junto a la anunciada extinción de dominio a los inmuebles que se prestan para el abuso, sirvan de disuasión.
Después de instaladas las vallas se han conocido al menos dos casos de hombres extranjeros —un estadounidense y un chino— que han sido capturados en diferentes zonas de Medellín mientras presuntamente abusan de niñas menores de 15 años en hoteles o residencias. Foto: Jorge Eduardo Suárez Gómez tomada en abril de 2024.
Esta leve mejoría parte de un nivel muy precario. Con este caso la opinión pública se enteró que Colombia, que extradita cotidianamente a sus nacionales a EE. UU., no tiene «un convenio vigente para extraditar ciudadanos norteamericanos», como afirmó el director de la Dijin de la Policía cuando fue le preguntó por la extradición del presunto abusador a Colombia (7). Livinsgtone y Correa no pisarán suelo colombiano por el momento. La mejoría no es cantidad, sino en calidad porque inició cierta indignación colectiva al respecto. Colectivos feministas realizaron valientes protestas en la zona de Medellín donde se presentan muchos de estos casos, siendo objeto de burlas y difamación por parte de los que disfrutan y defienden el «nuevo petroleo» que, como en todo hallazgo imprevisto de riqueza, victimiza a los más vulnerables.
Sin embargo, debido a este despertar ya no es más «another day in the paradise», como dice el marido «gringo» de la periodista Restrepo que sintió xenofobia por la indignación colectiva ante el tema. ¡Prendieron la luz!
Referencias:
1. Ávila, R. (14 de Abril de 2024). La otra cara del auge turístico. El Tiempo, págs. 1-14.
2. Restrepo, A. C. (19 de 04 de 2024). El Espectador. Obtenido de Los gringos y las palabras del paraíso
3. Pedraza, J., & Toro, M. (15 de Abril de 2024). Medellín, la prostitución y sus demonios. A Fondo podcast. (M. J. Duzán, Entrevistador)
4. De acuerdo con el medio Vorágine.co, el hotel Gotham «es propiedad de la compañía Gotham Primavera SAS, de la cual es propietario Bradley Hinkelman, un canadiense que tiene grandes inversiones en finca raíz en Medellín y varias empresas en la misma ciudad. Una de las empresas más grandes que tiene Hinkelman se llama Casacol». Sánchez, N. (7 de 04 de 2024). Voragine.co. Obtenido de El nexo del dueño del hotel sancionado en Medellín con otro presunto abusador
5.Caracol Radio. (04 de Abril de 2024). Obtenido de ICBF apoyará proceso judicial que permita extradición de Timothy Alan Livingston
6. Telemedellín. (24 de Abril de 2024). Obtenido de Revelan conexión del capturado Stefan Andrés Correa con caso de Timothy Alan Livingston.
7. Redacción BluRadio. (15 de Abril de 2024). Extradición de Timothy Livingston se enreda: no existe convenio para realizarla, dice Policía. Obtenido de Blu Radio.com
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