La fuerza de la sangre: una denuncia de siglos
La fuerza de la sangre: una denuncia de siglos
"... En los últimos meses han sido frecuentes los más horrendos abusos y violaciones; varios de ellos cometidos sobre niñas que apenas cuentan con pocos años de vida o, aun peor, sobre recién nacidas;..."
Entre las páginas para volver a leer en estos tiempos, en los que las niñas colombianas están expuestas al abuso y hasta a la muerte, se encuentran las Novelas ejemplares, escritas por don Miguel de Cervantes.
Los textos, prolijos en situaciones propias de la época, como aventuras, raptos y violaciones, muestran a un autor que anticipa tiempos difíciles para las sociedades proclives a la decadencia, por medio de la denuncia y del rechazo expuesto desde la palabra.
Así, el conjunto de la obra de Cervantes está cruzado por un contenido de realidad perenne; es lo que caracteriza a La fuerza de la sangre, una de las Novelas ejemplares de Miguel de Cervantes, quien en esta obra expone, además de su calidad estética y la sencillez que concede claridad a la composición, la brevedad para exponer el asunto —un rapto y una violación de una joven de dieciséis años—; un dilema de los tiempos de su creador y de épocas posteriores.
El presente no escapa para nada a la denuncia que cuatrocientos años atrás hiciera, desde el dictado de su creación, quien también fuera sensible a los niños y a sus frágiles vidas expuestas a la agresión, al abuso y, finalmente, a la muerte.
La novela, bastante breve, permite leer de manera clara y simple la forma como Cervantes pasó a la ficción un hecho de violencia sexual. Si el autor viviera hoy, quizá se extrañaría de los artefactos y “comodidades” que rodean la actualidad, pero no vería ninguna novedad en discursos y sucesos sobre el frecuente abuso sexual del que son objeto hoy especialmente las niñas y jóvenes, en cualquier geografía, pero particularmente en Colombia.
En los últimos meses han sido frecuentes los más horrendos abusos y violaciones; varios de ellos cometidos sobre niñas que apenas cuentan con pocos años de vida o, aun peor, sobre recién nacidas; crímenes en que la infancia es asaltada por ese otro que somete, que rapta, que abusa, que viola, que martiriza, que mata. Todo esto, a los ojos de una sociedad que difícilmente reacciona ante las agresiones de las que son objeto los niños. Una sociedad a la que el sangriento conflicto la ha dejado muda y maniatada por el miedo.
La fuerza de la sangre consigue una creación empujada por el horror del rapto y de la violencia sexual cometidos por Rodolfo contra Leocadia, la hija de una honrada familia toledana. Es un relato conseguido gracias a la influencia de cuatro actores, que anuncian su contenido dialéctico, trabajo que muestra uno de los frutos que el autor ya venía cultivando desde tiempos atrás. Son ellos: dos hombres, Rodolfo y su padre; y dos mujeres, Leocadia y la madre del violador, doña Estefanía. Otro rasgo antinómico del cuento descansa en las diferencias sexuales, sociales y de edad visibles en los protagonistas, sin dejar de lado el temperamento de unos y otros; impulsivo el de los hombres, en tanto que el de las mujeres está regido por el sentido común e intervenciones inteligentes.
Al lado de los protagonistas, que dialogan desde sus declaradas oposiciones, hay una figura inadvertida, casi borrosa en la novela, pero que emerge con afirmaciones inteligentes que obligan al lector a detenerse, a pensar en la actualidad del contenido de las palabras del padre de Leocadia, quien tal vez en el momento de mayor aflicción causado por el rapto de su hija, dice: “Siempre los ricos que dan en liberales hallan quien canonice sus desafueros y califique por buenos sus malos gustos” (Cervantes, 2015, p. 346).
Ningún otro retrato mejor que el sentido de estas frases para saber que el progenitor es Miguel de Cervantes, afanado siempre por dar cuenta de su misión axiológica, expuesta en las críticas a lo social e ideológico tan propias de sus obras. Calificar por buenos los malos gustos, afirmación que cobra vigencia en el ámbito nacional, en estos tiempos en los que son consuetudinarias las noticias de exclusión y de agresión contra las niñas.
Con toda razón, La fuerza de la sangre trae implícito el presente al que hoy asistimos los lectores de Cervantes, para quien los niños y sus vicisitudes también fueron importantes para la creación literaria en la que don Miguel dio a conocer el carácter siniestro que asiste a la humanidad. El mismo que está exacerbado en estos días.
Referencias
Cervantes, M. de (2015), La fuerza de la sangre (Novelas ejemplares), Bogotá, Penguin Random House
Una versión de este texto fue publicada en la Agenda Cultural Alma Máter, en abril de 2016, pp. 9, 10.
Nota
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