El fútbol como espacio político
El fútbol como espacio político
"...El fútbol es una de las formas de la política y el estadio uno de los lugares donde se hace política, donde se defienden ideales, formas de concebir la vida, donde se revindican clases sociales. El fútbol no es sólo estrategia deportiva, también es política..."
En el siglo XIX Karl Marx sentencia con una frase la nefasta influencia adormecedora que produjo la religión sobre la conciencia del proletariado: “La religión es el opio del pueblo”. Ahora esta frase es utilizada en el siglo xxi por muchos de sus seguidores, pero con una importante variación:
“El fútbol es el opio del pueblo”, esta variación responde a la intención de hacer ver el fútbol como un elemento de distracción que aleja al proletariado de los asuntos realmente importantes: la política. Como si se tratara de dos cosas que no tienen nada que ver esta frase es utilizada de manera despectiva contra los que disfrutamos de este deporte.
Pero ¿realmente la política no tiene nada que ver con el fútbol? En realidad, no hay ningún elemento fuerte para unir al fútbol a la política, pero lo cierto es que, nuestra ideología puede, en la gran mayoría de los casos, relacionarse con el equipo por el cual tenemos simpatías. No se trata de un vinculo determinista, se trata de un vinculo circunstancial. En este sentido, es común escuchar frases como: “Difícilmente se es izquierda y seguir al Real Madrid”.
Si se quiere, el carácter diferenciador del fútbol respecto a otros deportes que también requieren técnica y estrategia, es la hinchada, al igual que la política cobra realmente fuerza en el pueblo como soberano. El equipo y el partido político se fusionan cuando son las barras las que se muestran como el principal protagonista en un partido de fútbol. Es entorno al fútbol que los cánticos deportivos se politizan en la calle y las ideologías se futbolizan en las gradas.
Es en este sentido que en muchas ciudades del mundo la representación política y la representación deportiva coinciden, y hasta se complementan, como lo es el caso de el Barcelona Sporting Club y el partido Social Cristiano en Guayaquil (partido ecuatoriano de derecha), el Fútbol Club Barcelona con el separatismo de Cataluña, el Club Deportivo Guadalajara, más conocido como “Guadalajara” o “Chivas Rayadas de Guadalajara”, con el nacionalismo mexicano (corriente anti- españolista y pro- indigenista), el Real Madrid con el franquismo (régimen político totalitarista y fascista), la Sociedad Deportiva Lazio, más conocido como “La Lazio” con el fascismo en Italia, el FC Sankt Pauli de Alemania cercano ideológicamente a la izquierda política y cuyos hinchas se consideran a sí mismos como antirracistas, antifascistas y antisexistas, el Liverpool Football Club con los movimientos obreros en Inglaterra, entre otros ejemplos que ahora no se me presentan de manera clara en la cabeza.
El fútbol es una de las formas de la política y el estadio uno de los lugares donde se hace política, donde se defienden ideales, formas de concebir la vida, donde se revindican clases sociales. El fútbol no es sólo estrategia deportiva, también es política.
Tanto el fútbol como la política mueven multitudes, los dos despiertan grandes pasiones, el fútbol como la política tiene sus líderes, sus banderas, sus colores, el equipo de fútbol y el partido político tienen sus hinchadas y partidarios, tanto el uno como el otro tienen fanáticos, entrañan rivalidades y ansias de triunfo sobre el otro, en últimas, las dos mueven las más nobles y más bajas pasiones del hombre.
Se puede disfrutar del fútbol y querer un equipo hasta el punto de llorar con sus derrotas y cantar extasiado sus victorias, y ser plenamente conscientes de su lugar en el mundo y las circunstancias que lo mueven, de las coyunturas políticas, de las desigualdades económicas, se puede disfrutar el fútbol e indignarse al mismo tiempo las injusticias políticas. El fútbol, definitivamente, no es la razón por la que hay ignorancia e indiferencia política.
Nota
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