Botar el papel higiénico al sanitario o al basurero, un dilema predominante
Botar el papel higiénico al sanitario o al basurero, un dilema predominante
«El manejo y disposición final del papel higiénico es parte de la sostenibilidad, que debe ser todo un proceso continuo para no sacrificar las generaciones futuras y el ecosistema. Por tanto, el consenso ideológico de la sostenibilidad debe ser una convicción personal, una elección cultural y una política de Estado».
Depositar el papel higiénico en el sanitario es cuestión de salud o es otra agresión ambiental, un tema que se presta a poseer conceptos de disenso y un tema de debate en la sociedad en la que puede encontrarse deferentes posturas o perspectivas en los opinantes, pero en lo esencial es un asunto de conciencia ambiental y de salud.
Verter el papel higiénico al sanitario al parecer se hace por escrúpulo o recelo o por ser algo inquietante y dubitante al presentarse la dualidad en hacer o no hacer ante la confusión de los conceptos.
Los cálculos el consumo de papel higiénico varía entre las personas. Según estudios una persona va al baño entre cuatro y seis veces por día y en promedio usa 8.6 hojas de papel higiénico. Así, gasta aproximadamente 50-100 hojas de papel higiénico por día, 2-4 rollos por semana y aproximadamente 100- 200 rollos por año.
Una cantidad asombrosa de papel higiénico si se multiplica acorde al número de habitantes de residentes de una localidad o región. Luego, el problema trivial se vuelve un problema trascendental en la ecológica del agua.
El papel higiénico que se echa en los inodoros en escasas porciones no tapa las cañerías al desintegrarse con facilidad en contacto con el agua y su posterior degradación, pero también contamina y altera nocivamente las aguas.
Sin embargo, el papel higiénico en grandes cantidades puede acumularse y obstruir las tuberías de las casas, y, especialmente, al juntarse con los otros elementos sólidos vertidos a las aguas negras generadas en los lavaderos, patios, sanitarios, lavaplatos y los diferentes espacios del hogar. Entre estos objetos están las toallas higiénicas, copitos, algodones, paños faciales, tapones, colillas de cigarrillo, seda dental, envolturas plásticas, preservativos, pelos, entre otras basuras.
Estos elementos con otros desechos químicos y orgánicos generadas por las actividades industriales y antropogénicas que no son aprovechados ni reciclados, también contribuyen a la obstrucción de los alcantarillados y continúan enturbiando las aguas de los ríos. Situación que empeora cuando las aguas de los inodoros se mezclan con medicamentos, aceites, pinturas y disolventes.
Estas acciones en el tiempo pueden causar oclusiones y costosas reparaciones en el sistema de desagües, disminuye la profundidad de las cuencas hidrográficas y provocar inundaciones en las ciudades. Ello no lo evita de forma preventiva las instituciones e, incluso, en tiempos de lluvia no se alcanza a remediar con los dragados de las quebradas, drenajes con fluidos a alta presiones ni con sondas eléctricas en los alcantarillados.
Las acciones para atender el SOS ambiental y de salud pública empiezan con pequeñas acciones y comportamientos en las casas no echando al sanitario ningún tipo de sólidos diferente a su fin, ahorrando el consumo del agua potable y mediante la clasificación y recolección de los desechos y, en cuanto al tema, botar el papel higiénico en los basureros de las viviendas para llevarlos posteriormente a las escombreras o rellenos sanitarios.
Lo ideal es separar los residuos sólidos y líquidos, convertir los desechos orgánicos en compost o fertilizantes biológicos y en biomasa para la producción de calor y electricidad.
Las papeleras de los baños deben llevar tapa para evitar los aerosoles, la contaminación de vectores, de fómites u objetos que se pueden contaminarse con heces y ser fuente de infección.
Las aguas de los inodoros son infectadas por gérmenes patógenos y en su mayoría poseen compuestos productos volátiles de reacciones químicas de los microorganismos. Estos microorganismos pueden ser transportados al humano si se contamina cualquier vector como las moscas, hormigas, cucarachas, entre otros. Si se utiliza la tapa en los cestos de los baños impide que estos vectores alberguen los microbios e frena que se emanen los olores desagradables.
Además, esta acción se completa con el lavado de manos, puesto que prevalece el mayor riesgo de contagio oro-fecal, o sea, boca y heces, sobre la transmisión aérea que es causante de enfermedades respiratorias.
La adquisición de enfermedades gastrointestinales es más por la mayor transmisión horizontal de infecciones de persona a persona y contacto con superficies contaminadas debida a la ausencia en una cultura de buena higienización de manos de forma rutinaria.
Igualmente, otra buena opción desde los hogares, además de usar cestos con tapa en los baños, es utilizar hipoclorito de sodio, lejía o cloro, un desinfectante y fuerte oxidante de bajo costo, que como biocida es un buen desinfectante.
Una alternativa, más costosa y corrosiva, pero de mayor espectro y eficacia antimicrobiana es el peróxido orgánico comercializado como ácido peracético, que también puede ser usado con mayor seguridad en la cocina en el arte culinario al mejorar las propiedades de la comida, la limpieza de utensilios y en el lavado de verduras.
Estos dos productos controlan el crecimiento bacteriano de Gram negativos coliformes, hongos, endosporas y algunos virus como también las emisiones contaminadas con partículas y de compuestos inorgánicos como el sulfuro de hidrógeno o ácido sulfhídrico que da el olor a huevo podrido, amoniaco o amonio, aminas y de algunos compuestos orgánicos volátiles culpables del hedor de los desechos humanos producidos por la acetona y el metano. El metano, un gas de efecto invernadero, que podría aprovecharse controladamente para la generación de energía como gas combustible.
Además, el cloro y el ácido paracético restringen los residuos orgánicos y químicos; limitan la descomposición microbial de sustancias orgánicas en suspensión o disueltas en el agua que reaccionan para formar ácido carbónico o CO2 que se libera a la atmósfera.
De igual intención de descontaminación existen en algunas ciudades los tanques de tratamiento de las aguas residuales para la purificación del agua de las alcantarillado y lluvias o escorrentía.
Estos tanques desarenan, retiran de las aguas sucias de los cauces el lodo y el material residual de las partículas orgánicas o sólidas livianas como grasas, aceites, espumas originada por los detergentes, para luego llevarlas por bombeo y tuberías a plantas de tratamiento municipal o revertirlas e integrarlas de nuevo a los ríos. Infortunadamente, este sistema de saneamiento no es suficiente para que la descontaminación.
Río abajo las aguas de los vertimientos polucionados con altas concentraciones de contaminantes nutren las plantas vegetales invasoras llamadas buchones de agua o lirio acuático que tienen un crecimiento exponencial y rápido que impide la navegación e impide el paso de la luz y obstaculiza que la vida acuática tome del aire el oxígeno y muera.
El pensamiento proambientalista no debería desgastarse en la decisión donde debe depositarse el papel higiénico o si la ciudad tiene un alcantarillado antiguo o moderno que facilite o no el atasco de las alcantarillas con las basuras o desperdicios domésticos o industriales. Es más cuestión de normar los gobiernos la disposición de los residuos reciclables y desechos no reutilizables regulando el comportamiento de los individuos en la sociedad y, principalmente con el cambio de actitud personal mediante proyectos pedagógicos.
Explicado y entendido esta controversia, se recomienda procurar no echar nada más que las excretas y la orina a la taza sanitaria para que las aguas sucias o servidas sean más depuradas, y que aunado con los tanques de tratamiento se le devuelva el oxígeno el agua antes de su regreso al medio ambiente. Este comportamiento debe ser más ejemplar en las pueblos y zonas donde no hay plantas de tratamiento.
El papel higiénico depositado en un recipiente se transporta a los rellenos sanitarios para entierrarlo en lagunas de oxidación donde se inicia el proceso de descomposición anaeróbico, más controlado y aprovechable, aunque a la postre sus lixiviados terminan en los ríos.
La meta, entonces, es lograr que poco a poco se disminuya la contaminación de los ríos y afluentes y, en el mañana cercano, se pueda pescar y las aguas de color gris oscuro o negras se tornen oxigenadas, azules y más transparentes.
Es anhelo humano que algún día retorne la vida a los ríos y se conviertan en zonas de encuentro y, recreación y dejen ser las cloacas de las poblaciones mediante la toma de una mayor conciencia ambiental y de salud pública que se consiguen salvaguardando los recursos naturales y los ecosistemas.
La conservación del medio ambiente debe empezar con la educación y la transformación en el pensar y el hacer en cada uno de los integrantes de los hogares en coherencia con la crisis ecológica, un desequilibrio progresivo del medio ambiente y las actividades humana que se combina con la explosión demográfica acelerada y la recuperación lenta de la tierra junto con la explotación impía del hombre del planeta y la relación desproporcionada del consumo contaminante y la irracionalidad del comportamiento humano.
El manejo y disposición final del papel higiénico es parte de la sostenibilidad, que debe ser todo un proceso continuo para no sacrificar las generaciones futuras y el ecosistema. Por tanto, el consenso ideológico de la sostenibilidad debe ser una convicción personal, una elección cultural y una política de Estado.
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