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Los expedicionarios Antárticos están de vuelta

04/04/2016
Por: Corporación Académica Ambiental y Vicerrectoría de Investigación

Entre febrero y marzo, la Antártida, el mayor laboratorio científico del planeta, acogió a tres investigadores de la Universidad de Antioquia, quienes en las ricas y vitales aguas costeras del continente blanco buscaron claves para interpretar el calentamiento global y la contaminación del océano.

De izquierda a derecha: Lizette Quan Young, Mónica Zambrano Ortiz y Mario H. Londoño Mesa. Cortesía, expedicionarios.

Mario H. Londoño Mesa y Lizette Quan Young, del Instituto de Biología, y Mónica Zambrano Ortiz, de la Corporación Académica Ambiental, hicieron parte de la II Expedición Científica de Colombia a la Antártica “Almirante Lemaitre” verano 2015-0216, enmarcada dentro de la Agenda Científica Antártica de Colombia, y coordinada por la Comisión Colombiana del Océano. La Alma Máter, que integra el Comité Técnico Nacional de Asuntos Antárticos de la Comisión, participó en la I Expedición Caldas 2014-2015, como tripulantes en tierra, y esta es la primera vez que realizan trabajo de campo en dicho continente. 

“Todo lo que ocurra con el clima, el hielo, el océano y la vida en la Antártica tiene repercusiones en el resto del planeta”, explica el biólogo Mario Londoño. “La idea de esta expedición es que Colombia construya poco a poco una posición como país antártico, con miras a hacer parte de la Comisión Internacional como país consultivo”. 

Fueron tres semanas de trabajo y asombro ante el gigante helado. Uno de los dos componentes de la investigación buscó probar si el conjunto de organismos (la biota) en aguas poco profundas en la Antártida, que están a una temperatura cercana a los cero grados centígrados, es igual a la encontrada a mayor profundidad, pero con la misma temperatura, en aguas tropicales, en este caso en el Pacífico colombiano.

Mario Londoño indica que “estamos cambiando la presión que el agua ofrece a los organismos a mayor profundidad por temperatura, como el factor más importante. Queremos comparar ambientes extremos para hallar pistas que nos puede ofrecer la biota sobre el cambio climático”.

El proceso de cambio climático avanza y la vivencia en Colombia del fenómeno de El Niño más fuerte de la historia da prueba de ello. “El agua tiene unas propiedades que amortiguan los efectos climáticos, si no estudiamos y protegemos el continente antártico todos estos deshielos van a hacer que el nivel del mar suba y por ende nuestras costas van a cambiar totalmente”, enfatiza el investigador. 

La experiencia de Colombia en el continente antártico apenas está comenzando, “ahora somos país adherente y la vía para ser país consultivo es la investigación científica”, señala el profesor Londoño, y añade que el apoyo de la Rectoría y la Fundación Universidad de Antioquia fue necesario para llevar a cabo este reto.

La bióloga Lizette Quan, especialista en organismos marinos como cnidarios y algas, también fue a la Antártica con la idea de encontrar organismos asociados al fondo marino y conocer las similitudes con el Pacífico colombiano. La idea surgió de su inquietud respecto a la función de la temperatura del agua en la distribución de los organismos del fondo del mar. 

Para ella, la experiencia en la Antártica fue bastante enriquecedora profesional y académicamente, pero sobre todo lo vivido en lo personal: “el trabajo en equipo, esa interacción, ese compartir, realmente fue para mí la evidencia de por qué le llaman continente de paz”, expresa Quan, refiriéndose a la falta de barreras y fronteras entre los investigadores de las diferentes bases.

La profesora Quan no vivió en el continente blanco los choques políticos y económicos que están en la mente de todos cuando se delimitan los países. “Es como ese ideal utópico que creo que muchos quisiéramos”, comentó. “Se está en constante apoyo entre todas las bases de los diferentes países”. Todo es de todos porque se está representando al mundo en función de la ciencia.

Como parte del segundo componente de la expedición, Mónica Zambrano viajó para saber más sobre organismos que pueden servir para detectar niveles de hidrocarburos en el mar y así monitorear la contaminación: los biomonitores.

Zambrano buscó en las playas y muelles de las bases de la Antártica bivalvos, grupo al que pertenecen las ostras, almejas y mejillones. “Por su tipo de alimentación, que es por filtración, capturan los compuestos que están en el agua, retienen muchos, que son solubles en grasa, y no los metabolizan: entran a su organismo y no se modifican”. 

Así, estos seres guardan en sus tejidos información valiosa sobre los contaminantes que ponen en riesgo la salud del océano. “En la Antártica hay muchísima actividad turística y científica que requiere de barcos movidos con combustibles”, señala la investigadora Zambrano. 

Los principales contaminantes a buscar son componentes del petróleo y de varios combustibles: los hidrocarburos aromáticos policíclicos. Estas moléculas orgánicas tienen características genotóxicas, es decir, intoxican y dañan el ADN. Con ello pueden causar mutaciones permanentes en el ADN (mutagénesis) o causar malformaciones en el feto (teratogénesis).

Para Zambrano, la llegada a Antártica fue “como cuando uno se imagina a alguien y cuándo lo ves, es otra cosa. Superó todas mis expectativas. La fauna es espectacular. Hay zonas donde se combinan rocas, mar, nieve y musgo, y sobre el lecho de musgo ves muchos lobos marinos y, a su lado, pingüinos”. 

La colecta de organismos para ambos componentes se realizó a 20 metros de profundidad, con una draga, y en la línea de costa durante la marea baja, que puede tener una diferencia de altura de hasta 2 metros. La actividad fue realizada por los docentes en la Bahía Fildes, frente a la base chilena Profesor Julio Escudero del Instituto Antártico Chileno. El personal de la base dispuso al equipo de investigadores toda la logística y movilidad necesaria.

En la base estuvieron investigadores de varios de países por lo que hubo tiempo para interactuar y pensar en proyectos que se pueden hacer en conjunto para las próximas Expediciones colombianas al continente blanco. 

El viaje a la Antártica fue sólo el primer paso en esta investigación de dos años que continúa con la incorporación de estudiantes de pregrado y posgrado de la Universidad, para avanzar con la identificación taxonómica de las especies de invertebrados y algas, de aguas Antárticas poco profundas, así como la identificación de contaminantes en sus tejidos. Luego se comparará esta información con las muestras profundas pero a una misma temperatura que la Antártica recolectadas en el Pacífico colombiano y depositadas en el Museo de Historia Natural del Invemar. “Estos análisis ecológicos nos podrán ayudar a inferir sobre los cambios que pueda causar tanto el calentamiento global como los contaminantes sobre los organismos marinos”, concluye Londoño. 

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