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Picacho con Futuro

19/08/2022
Por: Eulalia Hernández Ciro Historiadora, profesora Instituto de Estudios Regionales INER UdeA

«...  Picacho con Futuro es un patrimonio inmaterial, no solo de los habitantes de los barrios de la zona noroccidental, sino de la ciudad de Medellín. ¿Qué sería de la ciudad de Medellín sin sus organizaciones? ¿Estamos perdiendo la masa crítica que ha sido parte fundamental para que Medellín sobreviva a pesar de ser una de las ciudades más desiguales del país? ...»

Hace un poco más de 15 años, cuando desde las aulas de la Universidad Nacional empezaba a interesarme por la historia urbana de Medellín, tuve noticias de la Corporación Picacho con Futuro. Los libros que hablaban sobre la década de 1990, momento clave en la historia de nuestra ciudad, declaraban la importancia de las organizaciones sociales y comunitarias en la construcción de equipamientos barriales, en las luchas por los servicios públicos básicos, en los procesos artísticos y culturales, y, sobre todo, en los procesos de participación ciudadana y planeación local que empezaban a abrirse camino con la descentralización de 1986 y con la Constitución Política de 1991, pero que tenían unos acumulados y trayectorias anteriores y particulares en la vida barrial.

Conocí también que Picacho tenía un rico acervo de materiales audiovisuales que fueron producidos por colectivos de comunicación desde la década de 1980, así como una biblioteca especializada en temas de juventud y un archivo comunitario sobre la vida de los barrios de la parte alta de la zona noroccidental y otros procesos.

Unos años más tarde, entre el 2012 y el 2013, tuve la fortuna de participar en una investigación sobre las memorias artísticas y culturales del noroccidente de Medellín, financiada por el Programa de Planeación Local y Presupuesto Participativo PLPP de la Secretaría de Cultura Ciudadana y ejecutada por las organizaciones barriales. En este caso, la Corporación Construyendo, que armó un equipo con integrantes de sus organizaciones, habitantes del barrio e investigadores externos, como yo. Digamos que fue un momento en que los procesos de planeación local eran un norte –y el alma- de las agendas en los territorios y de la ciudad, donde no se había cargado la ecuación hacia el “PP” y a las disputas por dineros que se generaron con el desdibujamiento del Programa, tanto desde algunos funcionarios públicos como desde liderazgos sociales.

Desde ese momento las referencias en los libros a Picacho se volvieron rostros, personas, cuerpos, afectos y abrazos. Al mismo tiempo, ese imponente cerro que veía de lejos empezó a ser el cerro que se veía desde todos lados, todos los días, un compañero... desde la calle, la esquina, el balcón, la terraza. Ahí supe por qué el Picacho era uno de los personajes centrales de la vida y la memoria de los habitantes del barrio, tanto así que la obra de teatro que resultó de la investigación se llamó “Memorias de un gigante”. Y, allí, en las partes bajas del cerro, como uno de sus guardianes, está la sede de la Corporación Picacho con Futuro.

Una casa con patio, corredores, salones, cocina, antejardín, cuya vida se extiende hacia la acera, la calle e incluso se expande por el barrio, por los jardines del frente y por las canchas y alrededores de El Progresar, por las casas y tiendas vecinas. Un espacio vivo y apropiado gracias a las dinámicas impulsadas desde la Corporación y todo lo que esa reunión de gentes, recursos, ideas y sueños ha permitido en los últimos 35 años. Me atrevo a afirmar que buena parte del éxito del Proyecto Urbano Integral de la Noroccidental PUI NOC, que se empezó a construir desde el 2011, en varias fases, se debe a que recogió estos lugares habitados, “capitalizó”, “institucionalizó” y aportó infraestructura a algunas de las iniciativas que ya venían de los barrios y las organizaciones.

El martes 16 de agosto, se hizo pública la carta remitida por el Secretario de Participación Ciudadana de la Alcaldía de Medellín con el requerimiento a la Corporación para que entregara la sede que tiene en comodato. Esta no ha sido el único requerimiento recibido, en meses, e incluso en gobiernos anteriores, se ha intentado expropiar la sede. Los terrenos, localizados entre la Calle 104 y la 83, o mejor, en los alrededores del cuadradero de buses de la 254, en el Barrio Progreso Nº2, los ocupa desde 1987 la Corporación. Y digo literalmente los ocupan porque los terrenos son de la Alcaldía, o mejor, son bienes públicos, pero, como destacan en un comunicado, “esta sede fue construida por y para la comunidad”[1]. Construida no solo por los ladrillos, convites que hicieron con sus manos y recursos y con apoyo de instituciones como Fundación Social, sino que ha sido construida por proyectos comunes. Y de ahí la importancia de conservar su autonomía y de entender relaciones con entidades públicas en términos de cooperación, más que de sumisión o cooptación para proyectos políticos particulares.

Convite Comunitario. Fuente: Fundación Social, Regional Antioquia (s.f.)

Pocas veces los académicos declaramos las deudas con estas organizaciones. Pero sea este el momento de decirlo: buena parte de la sensibilidad que tengo hoy sobre la experiencia urbana y de lo que he aprendido sobre la vida de los barrios y en la ciudad se lo debo a organizaciones como Picacho con Futuro.

Aprendí de la política, de la historia, de la memoria, de la organización comunitaria, del tejido social y de la vida. Creo, además, que la ciudad le debe mucho a Picacho, quien acogió en sus espacios y procesos a muchos niños, jóvenes y adultos que hoy, desde escenarios artísticos, culturales, políticos, técnicos y comunitarios hacen posible que tengamos mejores condiciones de vida.

Además del lugar de afecto y los aprendizajes propios, Picacho con Futuro es un patrimonio inmaterial, no solo de los habitantes de los barrios de la zona noroccidental, sino de la ciudad de Medellín. ¿Qué sería de la ciudad de Medellín sin sus organizaciones? ¿Estamos perdiendo la masa crítica que ha sido parte fundamental para que Medellín sobreviva a pesar de ser una de las ciudades más desiguales del país? No es pues solo una discusión por Picacho con Futuro, sino por todas las organizaciones. Por ello, cabe preguntarnos: ¿Cuál es el papel que tienen hoy las organizaciones sociales y comunitarias de la ciudad? ¿Cuál es la relación entre el apoyo con recursos públicos y su autonomía? ¿Cuáles son los retos que tenemos con los nuevos horizontes políticos de gobiernos locales y nacionales para que trabajar juntos por un mejor país no signifique perder autonomía y capacidad de crítica?

Tomando prestadas las palabras de un amigo, cuando la ciudad ha necesitado a las organizaciones ellas han estado allí. Ahora que las organizaciones la necesitan ¿Dónde está la ciudad?


[1] https://www.facebook.com/corpicacho/posts/6138416102859197


Nota

Este es el espacio de opinión del Portal Universitario, destinado a columnistas que voluntariamente expresan sus posturas sobre temáticas elegidas por ellos mismos.  Las opiniones aquí expresadas pertenecen exclusivamente a los autores y no reflejan una opinión o posición institucional de la Universidad de Antioquia.

 

 

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