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Academia Sociedad

Factores de contaminación atmosférica en el Valle de Aburrá

19/04/2024
Por: David Aguiar Gil - Profesor de la Escuela Ambiental de la Facultad de Ingeniería Coordinador e investigador del Laboratorio G-LIMA

En este artículo se analiza uno de los más grandes desafíos del Valle de Aburrá: la contaminación atmosférica. Las características topográficas de la subregión, el incremento poblacional que aumenta la demanda de combustibles fósiles y los incendios forestales, son algunos de los factores examinados. 
 

El Área Metropolitana del Valle de Aburrá declaró a principios de marzo estado de prevención debido a los niveles de contaminación en el territorio. Foto: Roxana Bedoya Saldarriaga.

El Valle de Aburrá es una subregión con gran riqueza ecosistémica, topografía irregular, rodeada de varios sistemas de cerros y de bosques. El 95 % del territorio, en su mayoría laderas, está urbanizado y con múltiples asentamientos poblacionales.  

El Departamento Administrativo Nacional de Estadística —Dane— reportó que a 2023 lo habitaban 4 247 875 personas, equivalentes a más del 60 % de la población del departamento. Según Comfenalco Antioquia, 3 de cada 5 residentes de la tierra paisa viven en el Valle de Aburrá

Las cifras suenan aterrizadas si se tiene en cuenta que la zona reúne a 10 municipios que representan cerca del 70 % de la economía departamental; sin embargo, cabe analizar que se trata del 15 % más de la población que se registró en 2013. 

De acuerdo con la autoridad ambiental de esta jurisdicción, el Valle de Aburrá es el segundo conglomerado urbano, económico y poblacional de Colombia. Adicionalmente, un epicentro de migración, pues se ha convertido en un atractivo, corazón de oportunidades académicas y socioeconómicas para las personas del resto del país y de otros lugares del mundo. 

Como muchos otros sitios, la dinámica territorial de la subregión está llena de matices. Desde hace más de 50 años, los atributos del área se conjugan con las altas demandas de combustibles fósiles —transporte e industria principalmente— que posicionan a la contaminación atmosférica como uno de sus más grandes desafíos. Los episodios que se declaran dos veces al año son una muestra de ello.  

La contaminación  
 

En palabras cortas, la contaminación atmosférica en el Valle de Aburrá se da por la combinación de emisiones de contaminantes y condiciones meteorológicas adversas. Se trata de un valle estrecho, rodeado de montañas que dificultan la circulación de los vientos. 

Allí, los contaminantes ascienden con el aire gracias a la radiación solar que calienta la superficie y la parte baja de la atmósfera. Una vez estos superan la altura de las montañas que los circundan, los vientos los arrastran fuera del territorio.

¿Qué cambia durante la transición de época seca a temporada de lluvias? Al cambiar el estado del tiempo, hacen presencia nubes de baja altura y disminuye la radiación solar en la superficie, por lo cual los contaminantes no logran ascender para que los vientos los arrastren.

Así, en la baja atmósfera se forman altas concentraciones de partículas respirables como Material Particulado PM2.5, PM10, ozono (O3), compuestos orgánicos volátiles (COVs) y óxidos de nitrógeno, que dan lugar a los periodos de gestión de episodios de contaminación atmosférica, los cuales declara el Área Metropolitana del Valle de Aburrá —Amva— entre febrero y abril, y entre septiembre y noviembre de cada año. 

Gráfico: Carolina Gomes. Fuente: Área Metropolitana del Valle de Aburrá (Amva)

Esta alerta significa que durante ese tiempo la calidad del aire se deteriora y puede representar riesgos para el ambiente y la salud humana. Por ende, se intensifican las restricciones, el control y seguimiento, y las recomendaciones para tomadores de decisiones y población en general.    

El PM2.5, por ejemplo, está reconocido como el contaminante con mayor potencial de afectación en Colombia. De manera local, es emitido principalmente por el transporte y la industria. Estas partículas ultrafinas son completamente respirables y pueden transportar compuestos de carbón, metales tóxicos y compuestos orgánicos que pueden aumentar las probabilidades de enfermedades respiratorias y cardiacas. 
Para analizar estos episodios se hace necesario revisar las principales fuentes.

Fuentes de contaminación
 

El incremento poblacional en una subregión con un área de 1 165.5 km2 aumenta la demanda de medios de transporte, más aún cuando a 2022 el Dane precisó que el 65 % de la población del Valle de Aburrá son personas en edad laboral y un 24 % población joven —entre los 14 y los 28 años— en edad educativa. 

El Metro de Medellín señala que diariamente moviliza alrededor de un millón de personas y la encuesta origen-destino, publicada el año anterior por el Amva, precisa que entre el 2017 y el 2023 disminuyó el uso de este sistema de transporte, al igual que del transporte público colectivo y de taxis. 

¿En qué se están movilizando las personas? El mismo instrumento revela que en 64 de cada 100 hogares del Valle de Aburrá hay una motocicleta y en el 16 %, un carro o una bicicleta. Al analizarse un periodo de tiempo más amplio que el de la encuesta, se tiene que entre 2013 y 2022 la cantidad de motocicletas aumentó en un 257 % —se pasó de 353 867 a 1 266 250— y de carros particulares, en un 126 % —de 350 824 la cifra ascendió a 793.681—. 

A la cantidad y tipos de vehículos mencionados, se adicionan el parque diésel de buses, camiones y volquetas, generalmente antiguos, que son los grandes contaminadores. A esto se suma que la alta congestión en las vías incrementa sus tiempos de desplazamiento y, por ende, la cantidad de contaminantes emitidos. 

Si se miran los vehículos de modelos más recientes, se tiene que también resultan ineficientes, pues gran parte de su energía se pierde en calor y la combustión contamina mucho más durante los embotellamientos. 

Entonces, cuando una autopista se llena de carros, se convierte en una fuente de contaminación lineal, dado que la fuente no son los vehículos, sino la carretera completa. Podría afirmarse que los llamados tacos, tan frecuentes en el Valle de Aburrá, son un agravante de la contaminación atmosférica. 

Si se observan los datos de las estaciones de calidad del aire en el Valle de Aburrá —véase infografía—, se tiene que en la estación Trafico Centro, ubicada en el Museo de Antioquia, se  superó tanto en 2016 como en 2022 el límite de los 25 µg/m3  de Material Particulado PM2.5 anuales. 

Otros contaminantes
 

Un segundo contaminante representativo en el Valle de Aburrá es la quema informal de llantas que realizan algunos habitantes para sacarle el alambre que venden como chatarra. En episodios de contaminación atmosférica, el dióxido de carbono, azufre y demás sustancias tóxicas emitidas se mezclan con el material particulado y quedan suspendidas en el aire, además de generar Gases de Efecto Invernadero —GEI.

Fenómenos externos de mayor escala como los incendios forestales, que ocurren frecuentemente en época seca y tienen un pico de eventos en marzo, en la región norte de Suramérica, se pueden convertir en la tercera fuente relevante de contaminación en el Valle de Aburrá, pues las emisiones son transportadas al territorio, causando un incremento en la concentración de contaminantes como el Material Particulado PM2.5.

El Sistema de Alerta Temprana del Valle de Aburrá —Siata—, resalta la influencia adicional que tiene el fenómeno ENSO — Niño-Oscilación del Sur—, y su variación entre El Niño y La Niña, ya que puede aumentar o disminuir la cantidad de incendios forestales y la emisión de contaminantes que se podrían transportar al Valle de Aburrá. Se menciona que en 2023, los meses de febrero-marzo correspondieron a la transición del fenómeno La Niña, que se asocia con altos registros de precipitación, y durante el cual se presentó un número moderado de incendios de cobertura vegetal. Caso contrario al ocurrido en 2020 cuando en este mismo período, se presentaron  condiciones El Niño y se tuvo un número elevado de puntos calientes asociados a incendios.

El futuro 
 

Basado en el primer Informe del Plan Piloto, realizado por los urbanistas Sert y Wiener a finales de 1940, el columnista David Sierra explica en el periódico Universo Centro que la contaminación atmosférica en el Valle de Aburrá es un problema advertido desde hace décadas. 

Por la dirección de los vientos —de norte a sur— el sector industrial debía ubicarse solo en las riberas del sur del Río Medellín, pero la margen suroccidental se desarrolló como zona mixta. Por otro lado, gracias a que la capital de Antioquia fue una de las primeras 5 ciudades del país en contar con estaciones de monitoreo de calidad del aire, hace 50 años se supo que entre 1967 y 1974 solo Medellín excedió en 267 ocasiones los niveles de contaminación del aire que exigía para entonces la Organización Panamericana de la Salud (OPS). 

Para entonces, la ciudad superaba el millón de habitantes, circulaban 60 mil automóviles y la movilidad en el Centro ya era problemática.     

En mayor o menor proporción, los monitoreos y restricciones para la descarga de material contaminante en la atmósfera son tan antiguos como las mismas estaciones en el país. ¿Qué hacer entonces para gestionar la contaminación atmosférica en el Valle de Aburrá? 

En buena medida, esta se deriva de la movilidad ineficiente. Por ende, una medida urgente es la reducción del número de viajes en vehículo por persona, lo cual se lograría al reducir la movilidad obligada por estudio o trabajo.  

A esto contribuyen instrumentos como los Planes de Movilidad Empresarial Sostenibles —Plan MES— que deben implementar las organizaciones con más de 200 empleados. En el caso de la Universidad de Antioquia, desde este instrumento se incentivan estrategias como el teletrabajo, el uso de la bicicleta, la utilización del transporte público colectivo y la promoción del carro compartido.  

No obstante, a la hora de pensar en la sostenibilidad ambiental del Valle de Aburrá, deberá considerarse su sostenibilidad económica, pues se trata de una subregión con una alta densidad empresarial —35.4 empresas por cada 1000 habitantes a 2021, según Antioquia Cómo Vamos— y una fuerte vocación hacia los servicios y las manufacturas. 

En conclusión
 

En el territorio se ha identificado claramente la problemática existente, y cuáles son los periodos específicos con mayor probabilidad de ocurrencia de episodios críticos de contaminación atmosférica. Conociendo esto, es importante que las instituciones educativas contemplen la implementación de estrategias que reduzcan los desplazamientos en estos meses. El incremento de jornadas de teletrabajo y clases en línea son buenas medidas. 

También es importante formular planes para desincentivar el uso de vehículos particulares. Está claro que el sistema Metro ya llegó al tope de su capacidad operacional, así que deben generarse alternativas para mejorar  la eficiencia del sistema y su articulación real con rutas de buses urbanos. Adicionalmente,  es importante fortalecer las ciclorrutas con vías democráticas que incluyan de manera real a todos los actores presentes en las vías.


Por otro lado, se debe tener en cuenta que la normativa que actualmente regula las emisiones de las industrias, no regula contaminantes como el PM2.5. Lo mismo sucede con las pruebas de gases en vehículos, en las cuales no se contempla el PM2.5.

Finalmente, la ocurrencia de  incendios forestales en la Amazonía y en la región norte de Suramérica, no es una problemática que se pueda tratar de forma local, por el contrario, debe trabajarse articuladamente con Brasil, Bolivia y Venezuela, ya que este fenómeno afecta toda la región norte de Suramérica. 

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