El redescubrimiento de una especie de anturio que se creía extinta
El redescubrimiento de una especie de anturio que se creía extinta
Spathiphyllum wallisii es una especie de anturio blanco nativo de Colombia que había sido encontrado por Gustav Wallis, recolector alemán de plantas que se internó en las montañas de los Andes cerca de 1872. Esta hierba tropical, reportada como desaparecida en su estado silvestre, fue redescubierta por dos botánicos colombianos, uno de ellos investigador de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UdeA.
Spathiphyllum wallisii es bastante conocida en Colombia, donde también se le conoce como espatifilo o Cuna de Noé. Se ha preservado durante siglos al interior de los hogares como planta decorativa y en los antejardines, por su resistencia y belleza para ambientes exteriores. Foto: Dirección de Comunicaciones UdeA / Alejandra Uribe Fernández.
Durante una caminata en la Serranía de San Jacinto, en el bosque húmedo de los Montes de María, que se extienden entre los departamentos de Córdoba y Sucre, el botánico huilense William Vargas se encontró con una planta de anturio que le resultó sorprendentemente familiar. La planta era muy parecida a una especie que había sido reportada como extinta y sobre la cual había discutido extensamente con su colega Felipe Cardona Naranjo, especialista en anturios y director del Herbario de la Universidad de Antioquia. Vargas envió una fotografía de la planta a Cardona, quien, tras realizar las verificaciones técnicas pertinentes, confirmó la identidad: ¡se trataba de Spathiphyllum wallisii!
Esta era la misma especie que Felipe Cardona había declarado como desaparecida en 2004. En ese año, Cardona se encontraba en los bosques húmedos del Magdalena Medio colombiano, una de las regiones con mayor diversidad de anturios en el trópico, gracias a una beca del Instituto Humboldt para realizar inventarios de flora. Su fascinación por los anturios lo llevó a centrar su tesis de maestría en los anturios blancos. Durante sus investigaciones, descubrió que Spathiphyllum wallisii no estaba registrada en los herbarios ni en los centros de conservación del país, tampoco la observó en sus numerosas expediciones y viajes. Este redescubrimiento, por tanto, es también la confirmación de una presencia botánica inesperada.
«El anturio blanco, Spathiphyllum wallisii, es una de las especies más conocidas a nivel mundial debido a su frecuente aparición en jardines botánicos y viveros. Sin embargo, en su hábitat natural, esta planta parecía haber desaparecido. Nuestro conocimiento sobre ella proviene de las descripciones de expediciones botánicas del siglo XIX. En el reporte original del anturio blanco, se menciona que fue “colectada por Gustav Wallis en las montañas de Colombia”. Esta es una descripción vaga para un país con tanta diversidad montañosa, lo que nos ha llevado a intentar reconstruir qué lugares exactos visitó Wallis», explicó Cardona Naranjo, investigador, botánico y director del Herbario de la Universidad de Antioquia desde 2006.
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Pero ¿cómo, siendo reportada extinta en su hábitat natural en Colombia, llegó a ser conocida en otros países? «En varios lugares de Europa, sobre todo en Países Bajos, abundan diferentes plantas nativas del trópico, porque los expedicionarios de jardines botánicos y centros académicos, como Gustav Wallis, han colectado muchas especies de estas tierras para estudiarlas y cultivarlas, como es el caso de Spathiphyllum wallisii. No hay que olvidar que Colombia fue uno de los principales centros de recolección de plantas tropicales de los botánicos europeos a partir del siglo XVIII. Sus rutas prioritarias estaban en la India y en América. Entre todas las plantas que recogían, se llevaron muchos individuos de la familia arácea —Araceae—, y, con ellas, de los anturios», explicó el investigador botánico William Vargas.
Wallis, conector botánico de continentes
Un ejemplar de Spathiphyllum wallisii conservado en la colección del Herbario UdeA. Foto: cortesía.
Gustav Wallis —1830-1878— fue un jardinero y coleccionista de plantas, nacido en la ciudad de Lunenburgo, Alemania, y célebre por haber introducido más de 1000 plantas nativas de América y Asia en el continente europeo. Era sordo de nacimiento y solo habló a los seis años, cuando murió su padre. Se cree que su amor por la naturaleza y los viajes a zonas remotas está relacionado con el paisaje que rodeó su juventud en medio de las montañas y bosques de Westfalia, de este país europeo. Estudió botánica, jardinería e idiomas —así no hablara mucho— y viajó por varias regiones de Europa recogiendo plantas. En 1856 llegó a Brasil, y a partir de 1860, extendió su recorrido botánico por el Amazonas, patrocinado por el naturalista Jean Jules Linden. En 1872 comenzó su caminata por Colombia, deslumbrado por la abundancia de especies de Melastomatáceas y orquídeas.
Como prolífico recolector de plantas, Gustav Wallis le entregó a la botánica europea especímenes tropicales como Anthurium veitchii Mast. y Drácula wallisii (Rchb.f.) Luer y Epidendrum wallisii Rchb. F., recolectadas en Antioquia. En años siguientes a 1972, mientras recorría las selvas y montañas de Panamá y Ecuador, se enfermó gravemente y, finalmente, murió en 1878, en Cuenca, Ecuador. Hoy cerca de 1000 especies, entre ellas Spathiphyllum wallisii, llevan su apellido.
«Estos expedicionarios tenían rutas, pero los libros y anotaciones de esas épocas son muy difíciles de conseguir. He encontrado registros de sus visitas a lugares como Amalfi o el páramo de Frontino. Estos desplazamientos hasta Amé rica eran contratados por directores de jardines botánicos o por coleccionistas que pagaban para que los viajeros y expedicionarios mandaran plantas empacadas en cajas de vidrio, que funcionaban como invernaderos, para ser posteriormente estudiadas o guardadas en sus gabinetes de curiosidades. Mi sospecha es que, en ese momento, cogieron tantas plantas que arrasaron con algunas especies», opinó Cardona Naranjo.
Una perla del género Spathiphyllum
Los anturios blancos son plantas nativas de bosques húmedos de la zona tropical del centro y sur de América y les gusta crecer cerca del agua. En Colombia, se han registrado 25 de las 50 especies reportadas en el mundo, cuya característica principal es la forma elíptica de sus espatas.
Las flores de los anturios atraen a las euglosinas, también conocidas como abejas de las orquídeas, que son himenópteros de color verde nacarado que juegan un papel crucial en la polinización: recolectan néctar, polen y resina de las plantas. Durante las épocas del año en las que las flores no necesitan ser receptivas, estas cambian a un tono verde, lo que sugiere que sus cambios cromáticos pueden servir tanto para atraer a los polinizadores como para mantenerse discretas cuando no son necesarias. Aunque comúnmente se cultiva como planta de interior, el anturio en sus diferentes especies también se encuentra en jardines de climas templados, tanto en áreas rurales como urbanas.
Con el redescubrimiento de la especie nativa Spathiphyllum wallisii se pone en escena el gran valor que cada planta tiene para la conservación, ya que se convierten en alicientes para preservar bosques o para generar reservas forestales. El gran potencial ecológico del anturio blanco es su capacidad de equilibrar los suelos y el agua. «Pasamos de pensar que estaba extinto a comprometernos con su preservación, ya que hoy figura como especie en peligro de extinción», afirmó Cardona Naranjo, y concluyó que marca una pequeña esperanza, no solo para esta especie, sino para toda la búsqueda botánica que parezca imposible.
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