Sobre el nuevo Congreso y la bancada antioqueña
Sobre el nuevo Congreso y la bancada antioqueña
Los resultados de las pasadas elecciones legislativas demuestran que el Centro Democrático, el Partido de la U y Cambio Radical cedieron terreno, situación que fue aprovechada por la izquierda representada en el Pacto Histórico. Por su parte, los partidos tradicionales lograron conservar su participación en el legislativo sin mayores traumatismos; inclusive, en algunas regiones fortalecieron su hegemonía.
Luego de las elecciones legislativas del pasado 13 de marzo y del polémico proceso de preconteo y escrutinio, los colombianos conocimos la que se espera que sea la nueva configuración del Congreso de cara al periodo 2022-2026. En términos generales, los resultados coincidieron con las lecturas previas que los analistas y algunos osados futurólogos habían realizado: el Congreso mutó parcialmente para que el centro y la izquierda se reacomodaran. A continuación, presento cuatro anotaciones al respecto.
Primero, se confirma que nuestro sistema de partidos carece de estructuras fuertes capaces de lograr mayorías aplanadoras. Los resultados de los principales sectores, que obtuvieron entre el 10 y el 15 % de los votos, demuestran que estamos lejos de revivir aquellos momentos de supremacía legislativa por parte de alguno que otro partido. Esto trae como consecuencia la profundización de dos fenómenos: por un lado, que el Congreso seguirá respondiendo a lógicas transaccionales, de tal modo que el próximo presidente tendrá que lograr acuerdos con varios partidos y movimientos si quiere que su agenda sea tramitada y aprobada en el Legislativo; y, por el otro, que la estrategia de las coaliciones se sigue cotizando como un mecanismo que le permite a los actores conservar sus posiciones de poder.
Segundo, el centro y especialmente la izquierda recibieron un impulso que les permitió ubicarse con mayor presencia en el Congreso. Esto ocurrió a costa del retroceso de partidos como el Centro Democrático, la U y Cambio Radical. El partido de Gobierno sufrió bajas considerables en ambas cámaras, lo que se explica por la ausencia del expresidente Uribe en la lista y su baja favorabilidad, las disputas al interior del partido y por cargar con la herencia de la deficiente administración de Iván Duque. Por su parte, el ya esperado declive de la U y los malos resultados de Cambio Radical evidencian que estas estructuras dependen excesivamente de clientelas lideradas por figuras con un arraigo territorialmente limitado. Como respuesta a esto, las dos colectividades anunciaron un acuerdo para trabajar de manera conjunta en el Congreso y así intentar sufrir menos descalabros en el futuro.
Por el otro lado, el Pacto Histórico se convirtió en la fuerza con el mayor número de congresistas, gracias a una combinación de varios factores: primero, la focalización de la campaña en la figura de Gustavo Petro significó un arrastre de votos para sus listas cerradas, las cuales pudieron soportar las turbulencias propias del proceso de decisión interna; segundo, Petro reconoció la necesidad de acercarse a sectores que, si bien no son exclusivamente cercanos en términos ideológicos, sí aportaron votos que son necesarios para llegar al poder; y tercero, el Pacto Histórico supo leer el malestar de la ciudadanía que desde el año pasado había manifestado su inconformidad con el actual Gobierno durante el paro nacional.
Por su parte, la Coalición Alianza Verde y Centro Esperanza supo sortear escollos como las insoportables disputas internas y la salida de una figura como Antanas Mockus, para lograr crecer mínimamente su presencia en el Congreso. Finalmente, los partidos tradicionales salieron intactos de estas elecciones, situación que confirma su ya consagrada categoría de partidos legislativos, que si bien hace rato son incapaces de ganar la disputa por la presidencia con candidato propio, aún conservan estructuras a lo largo del país con suficientes apoyos electorales en el Congreso.
Tercero, este proceso electoral contó con al menos dos novedades importantes. Primero, la participación de sectores como El Nuevo Liberalismo, Fuerza Ciudadana y el movimiento feminista Estamos Listas, anunciaba la posibilidad de que nuevos actores lograran arrebatarle escaños a los ya desprestigiados partidos políticos. Sin embargo, aquellos estuvieron lejos de alcanzar el umbral y tendrán que repensar su estrategia de cara a las elecciones locales de 2023. Y segundo, la elección de las 16 Circunscripciones Transitorias de Paz auguraba que las víctimas fueran reconocidas como actores partícipes y decisores de nuestro sistema político. Pero la dinámica de la contienda y los resultados estuvieron lejos de cumplir con lo prometido en el acuerdo de paz: se presentaron problemas en la cedulación e inscripción de votantes, los candidatos no pudieron acceder oportunamente a financiación estatal, hubo presiones y amenazas y, para acabar de ajustar, estructuras políticas tradicionales apoyaron y cooptaron informalmente candidaturas que en esencia debían responder a los intereses de las víctimas.
El proceso electoral del 13 de marzo estuvo marcado por las irregularidades que se presentaron durante el preconteo de los votos. Foto: Registraduría General de la Nación.
Y cuarto, en el caso de la bancada antioqueña, su reconfiguración siguió las dinámicas ya expresadas a nivel nacional. El Centro Democrático y el Partido de la U cedieron algunas posiciones, como es el caso del grupo Valencia Cossio y la corriente de Germán Darío Hoyos, respectivamente, situación que fue aprovechada por la izquierda y en menor medida por el centro. El Partido Conservador, gracias al crecimiento de las estructuras lideradas por los senadores Carlos Andrés Trujillo y Juan Diego Gómez, acortó distancias con respecto a la hegemonía uribista; mientras que el Partido Liberal logró conservar sus curules con algunos cambios al interior, como fue la derrota de Iván Darío Agudelo en Senado y la llegada de María Eugenia Lopera y Luis Carlos Ochoa a la Cámara de Representantes.
En definitiva, la recomposición del Congreso significa avances importantes de la izquierda y del centro, especialmente en un escenario que históricamente se ha caracterizado por el predominio de las fuerzas cercanas al establecimiento; aunque si estas se agrupan, como bien lo han sabido hacer, seguirán conformando un bloque mayoritario en el Legislativo.
Notas:
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