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Luis Tejada, el cronista que se resiste al olvido

17/09/2024
Por: Carlos Olimpo Restrepo S. Periodista de la Dirección de Comunicaciones de la UdeA.

Para investigadores y docentes, este columnista y escritor antioqueño ha sido relegado a la academia y al mundo del periodismo, y se ha quedado por fuera del reconocimiento institucional, lo que lo alejó del gran público, que hace cien años siguió, de manera masiva, sus opiniones y crónicas en diferentes impresos del país. 

La obra de Luis Tejada fue prolífica, si se tiene en cuenta que publicó durante poco menos de siete años, entre 1917 y 1924, y se sigue estudiando en los ámbitos literario y periodística.  Foto: Dirección de Comunicaciones UdeA / Alejandra Uribe F.

«Que no nos quiten nuestra mugre, lo único que da color, sabor y espíritu a la ciudad, ni nos conviertan el agua dulce y bondadosa en medicina insoportable, con olor a cosas enfrascadas de botica». Luis Tejada. La tiranía de la higiene, 1918. 

A Luis Tejada se le relaciona con la crónica de lo cotidiano, de objetos y aspectos de la vida diaria. También con la opinión política nacional e internacional y el comentario literario. Y en casi todos estos ámbitos, el escritor y pensador se movió con la clara intención de impactar, a veces hasta con planteamientos aparentemente absurdos, el pensamiento de una sociedad colombiana marcado por un conservatismo político muy ligado a la Iglesia católica

Y por eso se le considera hoy, a 100 años de su muerte, un transgresor que sobresalió, en unos pocos años de producción periodística, entre el grupo de Los Nuevos, donde se destacan personalidades como León de Greiff, Ricardo Rendón y Luis Vidales. 

«Tejada está bien definido como integrante de un grupo de cínicos; unos cínicos que pretenden hacer crítica, que asumen el poder que tienen para cambiar mentalidades y por eso son muy provocadores», sostuvo Maryluz Vallejo, historiadora del periodismo y escritora. «Y a mí lo que más me gusta de él, en ese sentido, es que defiende lo indefendible. Se vuelve el apóstol de causas perdidas», como se evidencia en el texto citado al comienzo de este artículo. 

Y lo anterior, unido a sus posiciones políticas, quizá contribuyó a que, por años, de manera gradual, se le relegara al silencio oficial. «En su último año, 1924, se politizó mucho y empezó un ciclo de proclamas revolucionarias. Se volvió un hijo rojo, el bolchevique mayor y el discípulo más fiel de “Padrecito” Lenin. Entonces yo creo que a él le cobraron eso, como que hay un cierto castigo sobre él por esa época tan vehemente», resaltó Maryluz Vallejo.  

En este sentido, Rafael Rubiano Muñoz, docente de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la UdeA y estudioso de la obra de este cronista, consideró que «hay una tendencia a citar los intelectuales del establecimiento, pero no a los que lo han desafiado, como Luis Tejada, María Cano, José María Vargas Vila, entre otros. Entonces, el objetivo es rescatar a esos olvidados, a esos marginados que han cumplido un compromiso político con el país».  

Para Rubiano, «fue un escritor de un nivel tal que, al aprovechar detalles muy minuciosos de la vida cotidiana, retoma y recompone los grandes problemas sociales y políticos de Colombia, pero no como un observador desprevenido, sino que convierte los asuntos aparentemente insignificantes en asuntos de opinión política». 

Un referente entre investigadores 

Andrés Acosta, profesor de Literatura en el Instituto de Filosofía de la UdeA, dijo que «los estudios sobre la crónica en Colombia coinciden en nombrar a Tejada como nuestro gran cronista, pero eso no se ve reflejado por fuera de la academia. Él es más objeto de investigación, no es tanto un referente para acompañar la escritura, aunque sí para ver algunas técnicas, comprender formas, métodos, entonces se puede decir que es un hombre más de la academia que alguien que se referencie por fuera de ella». 

Acosta destacó que este periodista, que apenas estuvo activo entre 1917 y 1924 —murió en septiembre de ese año—, es un gran referente de la crónica de estilo, donde el valor estético prevalece sobre el contenido narrativo. «En su obra, Tejada muestra una destreza única para abordar temas aparentemente triviales y convertirlos en piezas estéticas que, al mismo tiempo, transmiten ideas profundas sobre el trabajo, los derechos laborales y la vida obrera, temas que siguen siendo relevantes en la sociedad actual», aseguró. 

En este sentido, Maryluz Vallejo afirmó que Tejada se quedó en las escuelas de periodismo prácticamente, «porque ni siquiera los científicos sociales lo abordan, pese a que es un gran crítico cultural: documenta una época, elabora un fresco de la segunda década y comienzos de los años veinte del siglo XX». 

«Sin embargo, somos una inmensa minoría de periodistas que todavía seguimos sorbiendo de la genialidad de Tejada, de esa prosa maravillosa que para nosotros es la maestría», añadió. 

«Era un voyeur, un paseante que iba caminando y viendo temas en todas partes, en sus observaciones. Y esa crónica, ese tipo de ensayo, esa nota ligera, como queramos llamarlo, nunca envejeció». Maryluz Vallejo, periodista e historiadora del periodismo. 

Los escritos de Tejada se mueven entre la crónica, la crítica social o política, e incluso con la filosofía. Foto: Dirección de Comunicaciones UdeA / Alejandra Uribe F.

Un estilo inconfundible 

Tejada se destacó por una escritura novedosa para la época, alimentada por otros escritores y filósofos contemporáneos nacionales y extranjeros. Maryluz Vallejo señaló que, aunque no fue el primero en experimentar con la crónica modernista en Colombia, fue quien mejor lo hizo, al ser consistente en su estilo y en la calidad de sus escritos a lo largo de su corta carrera.  

«Y eso lo vuelve poesía, o lo vuelve filosofía, pero filosofía de bolsillo, como le decían. Una filosofía accesible a todo el mundo. Por eso los lectores de toda clase y condición lo seguían. Y su poética de los objetos aún perdura, está siempre ahí porque es pura poesía, es la parte más vigente de su obra», aseguró la investigadora. 

Andrés Acosta destacó, por su parte, que «Tejada ofrece una crónica que tiene, a veces, pretensiones de literatura, y, a veces, de ensayo. Cuando tiene pretensiones de ensayo se acerca mucho a lo que en filosofía podríamos llamar el comentario o el apunte filosófico. Es una persona que parte de una idea o de un pensamiento que no tiene que ser tramitado a través de un tratado, sino que te lo da mediante una crónica que se enfoca en un motivo absurdo, pequeño, que lo convierte en una pieza estética, que, al tiempo, transmite una idea». 

Un salto del pueblo a la ciudad 

Luis Tejada Cano nació en Barbosa, al norte del valle de Aburrá, el 7 de febrero de 1898, en una familia liberal. Era sobrino de María Cano, pionera de las luchas sociales, laborales y políticas, con quien compartió ideología y su defensa de las clases trabajadoras. También era primo de la artista plástica Lucy Tejada, a quien apenas conoció, y de Fidel Cano Gutiérrez, fundador del periódico El Espectador. 

Precisamente, su primera crónica fue publicada en ese diario en septiembre de 1917, mismo año en que también escribió para la revista Glóbulo Rojo, de Pereira. En 1918 publicó en medios como La Nación y El Universal, de Barranquilla, o la revista Rigoleto. En 1919, al regresar a Medellín, retomó su trabajo con El Espectador y comenzó a escribir las crónicas de la que sería su columna Gotas de Tinta, un espacio que el caricaturista Ricardo Rendón acompañó con sus ilustraciones. Además, colaboró con revistas como Cromos, Buen Humor y El Gráfico, y en 1923 asumió la dirección del suplemento literario de El Espectador. 

A lo largo de su carrera, Tejada fue moldeando su estilo, inicialmente marcado por una ingenuidad juvenil y un apego a lo pueblerino, pero pronto adquirió una voz más madura, capaz de incorporar elementos literarios y filosóficos en sus crónicas. Su uso de la paradoja y las reflexiones cortas, que dan la impresión de ser filosóficas, le ganaron el reconocimiento de cronista, que sin perder de vista la realidad cotidiana lograba elevarla a un nivel de introspección y análisis pocas veces visto en la prensa de su época. 

Murió de tuberculosis en Girardot, Cundinamarca, el 17 de septiembre de 1924. De él se han hecho varias recopilaciones, la más reciente llamada Nueva antología de Luis Tejada, publicada por la Editorial Universidad de Antioquia en 2008, con segunda edición en 2019.

Este contenido cuenta con traducción en Lengua de Señas Colombiana

 

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