41 años del karate do en la UdeA
41 años del karate do en la UdeA
Un grupo de estudiantes de la Alma Máter empezó a congregarse en 1974, en el costado occidental de la pista atlética de la Ciudad Universitaria, alrededor de un arte marcial milenario: el karate do. El iniciador de esta disciplina fue el sensei Jairo Blanco Botero, en ese entonces estudiante de la Universidad.
Foto: Comunicaciones Bienestar Universitario
Cuando el sensei Jairo Blanco fundó el karate do en la Universidad de Antioquia era un joven estudiante del pregrado de Medicina Veterinaria que llevaba dos años practicando este arte marcial. Él, quien fue alumno del maestro japonés Hiroshi Taninokuchi, se fue para el pedrero que quedaba al lado del Estadio Universitario y, junto con un grupo de ocho compañeros curiosos, sembró este arte marcial japonés que hasta el día de hoy florece en la Institución.
Además del sensei Blanco, entre los pioneros en la Universidad se encuentran Everardo Cárdenas, Raquel Orozco, José Martínez y Jairo Tejada. Ellos le dieron vida al Club con el que la Universidad consiguió ganar el primer torneo departamental y posteriormente viajar en 2012 al Campeonato Mundial Universitario en Bratislava, Eslovaquia.
La esencia del karate do fue lo que llamó la atención de sus practicantes. Muchos llegaban con la intención de aprender técnicas de defensa personal y al descubrir que también es un alimento espiritual se fue consolidando el grupo, bajo la filosofía del Bushido, que promueve los principios del samurái: lealtad, honor, perseverancia y constancia.
Así se dio vida a Budokan, el club que le abrió camino a este arte milenario en la Alma Máter. Su nombre hace honor al Nippon Budokan, la casa de las artes marciales en Japón.
El karate do, además de ser una disciplina consagrada a la autodefensa con las manos vacías, permite desarrollar habilidades personales como la cortesía y un profundo control de los impulsos, las emociones y el carácter. Asimismo, su práctica fortalece valores como la transparencia, el respeto por el otro y el esfuerzo.
Para muchos de los pioneros este arte marcial se convirtió en un estilo vida, donde la idea es aprender a dar cada vez más de sí mismos y extender ese conocimiento a quienes se están formando en el deporte. Es por eso que regularmente los maestros visitan a la Alma Máter antioqueña para impartir sus conocimientos.
“Conseguir un cinturón en su dinámica de los colores implica que cada vez que uno se enfrenta a un nuevo cinturón es un renacer de su espíritu, un fortalecimiento de su carácter y una proyección siempre hacia el futuro”, dice el sensei Blanco a propósito de la importancia de afianzar y fortalecer los aprendizajes.
El más reciente encuentro alrededor del karate do se dio a principios de diciembre. Las clases grupales y de ascenso, así como el Seminario Técnico fueron dictados por el sensei Jairo Blanco y tuvieron como objetivo actualizar el contexto del karate, tanto universitario como deportivo asociado con las enseñanzas fieles de la Asociación Japonesa de Karate, en cabeza del sensei Mori, 9° dan y coordinador de la comisión técnica de esta asociación, primera en conformarse en el mundo y reconocida en Japón y su gobierno como la autoridad técnica en este, su deporte nacional.
Pese a la anormalidad académica y a la época decembrina, más de cien practicantes acudieron al llamado y se congregaron en el Coliseo Universitario. De acuerdo con Juan David Cañón, sensei y actual instructor de la Universidad de Antioquia, los estudiantes se apropiaron del dojo e hicieron parte activa de la construcción y el desarrollo de las clases.
“Es un ejercicio de liderazgo por parte de los estudiantes en el grupo, desde las artes, la sociología, el deporte de alto rendimiento, desde la literatura inclusive. Cada vez que se programan eventos donde ellos mismos son los protagonistas, ellos se convocan y logran sentir que la universidad no es solamente para venir a estudiar, sino también un espacio para construir”, enfatiza el sensei Cañón, quien desde los 5 años de edad practica el arte del karate do.
Conservar la filosofía y técnica original del arte marcial siempre ha sido la guía para los maestros del karate do que han estado vinculados a la Universidad. “Reevaluación del criterio técnico para evitar que se corrompan las bases más importantes que son: el kihon, que es la base técnica; la kata que es la base con elementos de enemigos invisibles; y el kumite, que es el combate. Si se hacen mal cualquiera de esos tres elementos se desfigura el karate y se crea otra cosa que es una versión personal”, apunta el sensei Blanco.
Para el sensei Jairo Tejada, pionero y sucesor de Blanco como maestro en la Alma Máter, el hecho de poder reencontrarse con sus compañeros y con las nuevas generaciones es una experiencia maravillosa, mucho más al sentir que aún perdura ese principio filosófico.
Cada generación de maestros y aprendices reconocen en el karate do una forma de vida, una disciplina, una marcialidad y un compromiso. Y ese espíritu de esfuerzo lo reflejan en todas las facetas de su vida para dar siempre lo mejor de sí mismos y cambiar la percepción de los problemas o dificultades para convertirlos en retos.
Después de más de 40 años de karate do, hoy la Universidad cuenta con 35 estudiantes en los cursos formativos y 250 personas que hacen parte del Club Budokan, cuyos integrantes siempre aportan grandes logros para la Alma Máter, no sólo en términos competitivos, sino humanísticos, formativos y por supuesto de bienestar.
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