Cultura

Fotos: cortesía de Monociclo, imagenes fijas de la película Los Nadie. 

Es la primera vez que una película colombiana llega a la Semana de la Crítica del Festival Internacional de Cine de Venecia, una competencia que selecciona siete óperas primas a nivel mundial para ser evaluadas por su novedad y por una apuesta cinematográfica diferente. Con su estreno y reconocimiento en Venecia, luego de la presencia en otros escenarios como el FICCI, Cine en Construcción en Toulouse (Francia) y el Santiago Festival Internacional del Cine (Chile), Los Nadie llegará a las salas nacionales de Cine Colombia este 15 de septiembre. 

Este largometraje que retrata a una de las juventudes de Medellín, esa que hace parte del arte callejero, que escucha punk y que sueña con huir de esta ciudad, nace de un sentimiento que el director Juan Sebastián Mesa llama “querer irse”. Para él, la película termina siendo, en otro sentido, el mismo viaje que emprendió por Suramérica con sus amigos cuando aún estaban en la universidad, “nosotros no teníamos una ruta fija, sabíamos que de pronto Buenos Aires podría ser nuestro destino final, pero dijimos: miremos hasta donde llegamos, y fuimos paso a paso, viajando, y así mismo ha sido la película”, confiesa. 

Ni el director, ni los productores, se imaginaron en un principio que esa idea que comenzó como cortometraje terminaría siendo una película; luego de ganar el apoyo del Fondo para el Desarrollo Cinematográfico (FDC) y en medio de la producción se dieron cuenta de que el universo que pretendían contar, los personajes y los lugares en los que se estaban adentrando, se quedarían cortos allí y que esa historia no cabría en un corto sino que merecía ser ampliada. 

De la misma forma en que Juan Sebastián Mesa decidió partir por Suramérica en aquella ocasión, él y sus amigos y productores José Manuel Duque y Alexander Arbeláez decidieron realizar el proyecto, aun teniendo el tiempo y el presupuesto en contra, pues se sentían respaldados por un grupo de trabajo que se montó en el bus sin pensar en su remuneración, “sabíamos que estábamos muy bien rodeados, que teníamos un equipo muy unido y eso es algo que tiene mucho valor, que no se puede cuantificar”, cuenta el director. 

Esta película, que muestra la historia de cinco amigos que tienen las mismas ansias de irse de la ciudad, nos pone de frente un escenario común: la calle. Esa que rodea los barrios de Medellín, sus semáforos movidos por los malabares, sus lomas y sus conflictos; la calle como el lugar en el que pueden encontrarse y construirse, en el que pueden sobrevivir y resistir a través del arte y la música, pero también en el que enfrentan la derrota y la frustración constantemente. 

Para Ernesto Correa, coordinador del pregrado en Comunicación Audiovisual y Multimedial, de donde egresaron los integrantes de la productora Monociclo, la película está en el límite entre la ficción y la realidad, ya que “son actores naturales, algunos son personas que efectivamente viven esa vida, que han hecho esos viajes, que sienten de esa manera, porque si bien son unas historias construidas por el director, muchos de los elementos de los personajes son elementos que han vivido tanto los realizadores como los actores”. 

“La realización fue muy libre, yo veo la película y me siento identificado, es como si fuera yo en una vida paralela a la mía, en la que me tocó vivir otras situaciones. Yo estoy impregnado de ese personaje”, opina Diego Alejandro Pérez, quien protagoniza a Camilo, “la rata”, en la película. 

La dinámica de la construcción de esta obra se basó en el Do It Yourself (hazlo tú mismo), es decir, autogestionar y crear con los recursos propios, es por esto que más que tener un papel allí que posicionara a cada uno, todos eran simplemente amigos: amigos de sus personajes, de quienes hicieron la música, de quienes manejaron la dirección de arte; un grupo de amigos que tejieron redes de colaboración y favores en las que cada uno aportó su conocimiento, su cuerpo, su ingeniosidad y su creatividad. 

Ir a las salas de cine el jueves 15 de septiembre es abrirle la puerta a las nuevas narrativas hechas por los jóvenes, que además hablan sobre ellos mismos; es conocer el universo de una población que habita en todas partes: los inconformes, los diferentes, los artistas de la calle. Los que para muchos son un estigma, un enigma o no son nadie. Para Alexander Arbeláez, productor de la película, es también escuchar un grito de denuncia a los cánones que se crean alrededor de una ciudad que dice ser la más educada y la más inteligente, pero que en sus adentros es hostil y dura para muchos.

Aunque Los Nadie atrae particularmente a las nuevas generaciones, también es una película que llama a los padres de esa juventud a que se acerquen a un estilo de vida que a veces resulta difícil entender. Según Juan Sebastián Mesa, nunca pensaron en hacer la película para un público específico, sino que el público eran ellos mismos: “unos jóvenes de Medellín, que la habitan, que la recorren, que la sufren. Una película así, para nosotros”. Aun así, han tenido la experiencia de que personas de otros países, con culturas y vivencias distintas, se acerquen para decirles que se han logrado identificar allí. 

Si bien esta es una película que habla de Medellín, el punk y los jóvenes, dista mucho del referente de Rodrigo D: no futuro, de Víctor Gaviria, también porque la escena hoy, más de veinte años después, ha cambiado. Juan Sebastián Mesa no oculta la angustia, la amargura y la frustración que se sigue viviendo en la ciudad, pero hay una visión propositiva, es decir, sí hay futuro, sí hay salida, podemos viajar, tatuar, jugar, salir a la calle a rayar las paredes, gritar, componer, soñar. 

Este largometraje, que produce el colectivo Monociclo, ha sido un incentivo para que la productora continúe sacando adelante otros proyectos. Luego de todos los eventos que han surgido gracias a Los Nadie, comenzará el rodaje del cortometraje Tierra mojada que ganó la convocatoria del Fondo para el Desarrollo Cinematográfico; además están trabajando en el guión de su segundo largometraje: La Roya, paralelo a otros documentales que están en desarrollo. “La idea es no quedarse quietos, si uno no se mueve, se oxida”, comenta el productor José Manuel Duque.