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Tres claves de las peticiones de la minga que pasó por Medellín

21/05/2021
Por: Yenifer Aristizábal - Periodista

Entre el 18 y 21 de mayo estuvieron en la capital antioqueña alrededor de 600 indígenas provenientes de cabildos y resguardos de los pueblos embera, gunadule, senú y nutabe de las diferentes regiones de Antioquia. ¿Qué pedían? Presentamos tres aspectos claves al respecto.  

Alrededor de 600 indígenas de resguardos y cabildos antioqueños de las subregiones se concentraron en Medellín para apoyar la movilización nacional y llevar sus pliegos de peticiones ante el gobierno departamental y local. Foto cortesía María Iguarán. 


Antioquia cuenta con más de 200 comunidades indígenas ubicadas en las regiones de Urabá, Bajo Cauca, Suroeste, Norte y Nordeste. Además, en Medellín, con cifras estimadas por el Cabildo Chibcariwak, hay alrededor de 6000 indígenas que llegan a la ciudad, entre otras razones, buscando oportunidades educativas y laborales.  

Ante el anuncio de la llegada de la minga a Medellín como parte del actual paro nacional, un sector de los habitantes de la ciudad manifestó temores ante posibles enfrentamientos, en vista de lo sucedido en días recientes en Cali. Sin embargo, muchos otros medellinenses salieron en su defensa, con la aclaración también de que Antioquia es un territorio mayoritariamente mestizo y con una presencia indígena de gran relevancia. ¿Qué lecturas tiene el que la minga se haya movilizado hasta Medellín? Resaltamos tres asuntos claves para acercarse a esa pregunta. 

La minga: fuerza y energía física y espiritual de los indígenas

«Ancestralmente era un trabajo sobre la agricultura, pero en la cuestión política la minga es un trabajo colectivo para exigir los derechos de los pueblos indígenas», explicó Amelicia Santacruz, exconcejera de la Organización Indígena de Antioquia —OIA— y docente de cátedra de la Licenciatura en Pedagogía de la Madre Tierra de la Universidad de Antioquia. 

A esta movilización de lo pueblos originarios han llegado hombres, mujeres y niños que han marchado y, al tiempo, dialogado con el gobierno local y departamental alrededor de sus exigencias.

«La minga no solo es un proceso político, también es un proceso comunitario de trabajo, de esparcimiento, de cultura, de fiesta, de allí que todas las familias se involucren en ello», señaló Rafael Pastrana Ballesteros, estudiante de la Universidad de Antioquia y vocero de la Red de Cabildos Indígenas Universitarios de Colombia. 

La minga: solicitudes claras para la nación, el departamento y los municipios

Como pueblos indígenas cuentan con pliegos de exigencias que se enfocan en varios ámbitos. En lo nacional, ese pliego es adelantado por la Organización Nacional Indígena de Colombia —Onic—; en lo departamental, sus peticiones son recogidas por la OIA; y en lo que corresponde a Medellín, se representan las necesidades de los ocho cabildos urbanos y el cabildo indígena universitario de Medellín. 

Entre las solicitudes nacionales que han alzado especialmente ante el Ministerio del Interior, está el registro ministerial de Cabildos y autoridades indígenas de Antioquia, con especial prioridad a los ocho cabildos urbanos que están en Medellín, que se han conformado durante las últimas décadas y que, pese a los esfuerzos de las autoridades indígenas, no han logrado dicho reconocimiento.  Además, piden el cumplimiento de acuerdos anteriores, producto de otras mingas, durante el 2020. 

Señalan también la necesidad de respetar y promover el enfoque diferencial para proyectos de toda índole, entre otros: atender la pobreza en la que viven, especialmente mujeres, niños y jóvenes indígenas; la seguridad de los líderes de las comunidades a través de la Unidad Nacional de Protección; la construcción de vivienda, la atención a la primera infancia y el acceso a territorio donde puedan cumplir su plan de vida. 

Entre las exigencias departamentales hay algunas administrativas como la aclaración de las funciones actuales de la Gerencia Indígena y el aumento de su presupuesto, el fortalecimiento de la OIA y otras relacionadas con la protección de los derechos humanos de las comunidades que en regiones como Bajo Cauca y municipios como Dabeiba, Frontino, Murindó y Urrao son víctimas de desplazamiento, reclutamiento forzado, presencia de minas antipersonal o confinamiento. 

También tienen exigencias relacionadas con la educación. En este ámbito sus peticiones pasan por la creación de un programa de becas para estudiantes indígenas de educación superior, mejoramiento de la infraestructura escolar, nombramiento en propiedad y provisionalidad de docentes indígenas e incluso el apoyo a la Licenciatura en Pedagogía de la Madre Tierra. 

Mujeres, hombres, niños y familias indígenas completas participaron de laMinga que llegó a Medellín el pasado 18 de mayo. Foto cortesía María Iguarán. 

La minga: en los territorios y también en Medellín

Desde hace más de 40 años, se conformó en Medellín el Cabildo Chibcariwak para agrupar a más de 2000 indígenas del Valle de Aburrá, especialmente aquellos que llegan permanentemente a la ciudad para acceder a la educación superior o a un empleo. Como una especie de «hijos» de este cabildo, han nacido los cabildos Embera, Wayuu, Kichua, Nutabe, Inga, Senú y Qillasingas pastos. En total, son más de 6000 indígenas agrupados en ocho cabildos urbanos que hoy lideran las exigencias ante la Alcaldía de Daniel Quintero. 

Entre las exigencias está la implementación de la Política Pública que se aprobó en 2019, con su respectiva reglamentación, la instalación de la mesa de concertación de los pueblos indígenas de Medellín y la creación del Centro intercultural casa indígena. 

Además, piden la construcción de una residencia universitaria para los jóvenes indígenas que llegan de sus territorios a la ciudad y para albergar estudiantes indígenas de bajos recursos. Así mismo, solicitan reactivar y crear nuevos créditos especiales para pueblos indígenas, con políticas crediticias asequibles, oportunidades laborales y la participación de las inversiones de regalías para los programas indígenas en el municipio de Medellín. 

Estos ciudadanos también han sido golpeados por la crisis económica derivada de la pandemia que ha recrudecido la precariedad en algunos sectores. «Hay personas que vivían de hacer artesanías y venderlas en las ferias. Esto hoy está mucho más limitado por el tema de las restricciones de comercio», explicó Néstor Lagos, uno de los voceros de los ocho cabildos urbanos y el cabildo indígena universitario. 

Al igual que con el pliego departamental con el que se logró un acuerdo el pasado 20 de mayo con la Gobernación de Antioquia, este pliego local tiene avances con la Alcaldía de Medellín. «Nosotros teníamos un bloqueo frente a la posibilidad de hacer la consulta previa virtual, ya ese tema se habilitó, por lo tanto vamos a poder hacer todo el proceso que tiene que ver con la política pública, hacer la consulta previa y seguir avanzando en otros temas de la mesa de concertación permanente, por ese lado vemos un avance», indicó Lagos. 

Así mismo se han logrado acuerdos parciales frente al centro intercultural y la casa albergue. Esta última es importante para los estudiantes que están en una casa estudiantil dispuesta para ellos pero que viven con la incertidumbre que, de un momento a otro, se cierre por una decisión política, además la capacidad para recibir estudiantes es muy limitada. Este viernes 21 de mayo los voceros de los cabildos urbanos volvieron a reunirse con la Alcaldía y se espera que los acuerdos se firmen ante una asamblea general de los ocho cabildos. 

Después de tres días de conversación con la Gobernación de Antioquia, los indígenas empezaron a regresar a sus territorios en las regiones antioqueñas. Se llevan con ellos los compromisos resultados del diálogo y el agradecimiento oficial por la forma pacífica de manifestarse. 

«Cuenten con nosotros para la paz, no para la guerra»: esta es la consigna que reitera Amanda Tascón Panchí, como consejera y representante legal encargada de la Organización Indígena de Antioquia —OIA—. Es la consigna expresada también por muchos de los líderes que llegaron a la ciudad en medio de temores ante posibles bloqueos y desmanes, provenientes de algunos sectores sociales y políticos. 

Pastrana Ballesteros concluyó que la minga «ha sido un organismo de control, de regulación de la violencia». Enfatizó en que esta, en Antioquia, siempre ha mantenido un respeto por las manifestaciones pacíficas, la defensa de la vida y el buen trato con la ciudadanía. 

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