Entre versos tan diversos ¿Dónde queda el disenso?
Entre versos tan diversos ¿Dónde queda el disenso?
¿Es posible que el encuentro musical entre un trovador y un rapero nos muestre la posibilidad de dialogar desde la diferencia? Medellín se toma la palabra propone esta intervención creativa para dar a entender que el disenso es constructivo cuando se escucha al otro.
Fotos 1 y 2, cortesía Parque de la Vida.
Hace tres años el periodista musical Diego Londoño les propuso a trovadores y raperos reconocidos de la ciudad inaugurar Aquí suena Medellín, una iniciativa que buscaba promover la música independiente. La propuesta era la siguiente: enfrentar trova y rap en un mismo escenario. La reacción de muchos fue una cara de sorpresa: ¡trova y rap!
El experimento resultó ser todo un éxito. Lo más bonito —comentó Diego Londoño— es que a través de la música se encuentran dos generaciones distintas que crecieron en circunstancias y en contextos diferentes. “Es la tierra y el asfalto unidos por la improvisación y la rima”.
Ese encuentro de orígenes, géneros y posturas aparentemente incompatibles e irreconciliables, que divertía a la gente y a la vez demostraba que era posible crear desde la diferencia, era una gran oportunidad para comunicar el mensaje de Medellín se toma la palabra. Fue así como en mayo de 2015 esta estrategia, en alianza con la Revista Música realizó el evento Unidos por el verso: la trova rapea y el rap trova, que generó una reflexión sobre el valor de la diferencia.
Este año Medellín se toma la palabra le ha apostado a la construcción de paz territorial desde el lenguaje. Por eso consideró interesante llevar a más públicos la puesta en escena de la trova y el rap para abordar el disenso, la capacidad de escuchar, de ponerse en el lugar del otro y de comprender que los conflictos son inherentes a la convivencia humana. Lo importante es resolverlos por medios diferentes a la violencia.
Reconocer al otro
“Cuando empiezo a rapear —dice Leonardo Jiménez, rey de reyes de la trova— y el rapero a trovar nos paramos en una línea que nos lleva directo al ridículo. Ahí está lo gracioso y lo interesante: ponerse en el lugar del otro. Ahora yo valoro mucho más el rap, la letra, la composición”. En estas batallas —agrega—, no es solo indispensable escuchar al otro, sino también ponerse en su lugar.
Tanto el rap como la trova tienen modalidades en las que se enfrentan dos artistas desde la improvisación. El desafío está en responder con ingenio sin perder la rima. En el rap se llaman batallas y en la trova antioqueña son tandas. En la trova de otras regiones y países se denominan controversias.
En el caso del hip hop, El Prodemm —rapero que estará en los próximos encuentros con Leonardo— comenta que en las improvisaciones muchas veces “uno se encuentra con artistas que tienen percepciones muy diferentes, inclusive opuestas a las de uno. Y está bien partir del disenso, a veces el otro tiene argumentos tan valiosos que lo llevan a uno a replantearse cosas y eso es interesante”.
¿Qué tan distantes nacieron estos géneros?
La trova y el rap tienen orígenes muy diferentes, pero coinciden —en su estilo libre—– en que parten de la improvisación y la rima. Ambos pueden ser repentismo o canto de improviso, una forma de poesía popular oral que proviene de las necesidades estéticas y comunicativas que ha tenido el ser humano.
La trova es un género popular de improvisación que tiene diversas expresiones según el país y la región. Se habla de sus primeras manifestaciones en la edad media, posteriormente se han modificado sus formas según la cultura. Colombia, Cuba, Chile y Argentina tienen diferentes expresiones de repentismo asociadas a la poesía con música. Y algo similar pasa con el rap, al que se le ha adjudicado el acrónimo de Rhythm and Poetry, RAP (Ritmo y Poesía).
Actualmente el español Nach, Ignacio Fornés Olmo, es considerado uno de los mejores raperos de habla hispana, además es sociólogo, poeta, escritor y actor. Una de sus letras dice:
“Xenofilia, esa es mi ciencia, significa lo que implica amor por la diferencia, amor que nos tortura, porque amar es la mayor locura a no ser que se ame con locura”.
A la trova paisa, que tiene características muy propias de la idiosincrasia antioqueña, también se le ha reconocido su sentido poético, sobre todo en sus formas más tradicionales. La trova de esta región nació como entretenimiento de trabajadores en cafetales, minas, trapiches y en las fondas donde hacían paradas los arrieros. A Medellín también llegaron campesinos que salieron de sus tierras en busca de mejores oportunidades o huyendo de la violencia, como fue el caso de Salvo Ruiz, uno de los padres de la copla antioqueña, conocido como el poeta campesino:
Esta noche canto aquí
para mañana llorar,
porque siempre la alegría
es la puerta del pesar.
El rap, como parte del movimiento hip hop, también tiene un origen popular. Nació en los años sesenta en Estados Unidos, entre los jóvenes afros y latinos. Con el tiempo pasó a ser una herramienta para hacer catarsis, narrar las vivencias y dificultades de los inmigrantes. Fue así como se convirtió en una práctica estética cargada de contenido político. Además resultó ser una forma mucho más efectiva de tramitar los conflictos entre las pandillas que, en vez de golpearse o matarse, decidieron enfrentarse desde sus habilidades artísticas.
A Colombia llegó en los años ochenta y en las últimas décadas ha tomado fuerza, sobre todo en los centros urbanos. En Medellín el hip hop ha sido asumido por muchos jóvenes de los barrios populares como un estilo de vida, como una forma de resistencia frente a la violencia. Se ha convertido en una herramienta pacífica para expresar opiniones e ideas a través de sus diferentes manifestaciones: baile, canto, música, grafiti.
Conversar con el otro
La puesta en escena de la trova y el rap ha conquistado diferentes públicos en la ciudad. Se ha presentado en escenarios como la Fiesta del Libro, el Festival Nacional de la Trova y en El Teatrico. Este fin de año hará parte de las activaciones creativas de Medellín se toma la palabra con tres presentaciones en eventos de ciudad, que incluirán talleres de improvisación para los participantes. El propósito será trabajar el concepto del disenso como parte fundamental del encuentro con el otro.
Núlver Montes, quien lidera las intervenciones creativas de Medellín se toma la palabra, comenta que el propósito es mostrar que es posible crear desde la diferencia. “En el debate es sano mostrarse dispuesto a que sus ideas sean criticadas, así como disponerse a comprender los argumentos del otro, a ser consecuente, a ser persuadido tanto como a persuadir, a entender que existen múltiples verdades”.
Frente al concepto del disenso, vale la pena mencionar a la filósofa belga Chantal Mouffe, que tiene un interesante planteamiento en su texto El retorno de lo político. La autora reivindica el conflicto como parte de una democracia pluralista y considera que el enfrentamiento de diferentes opiniones no debería verse como una relación entre enemigos, que implica la aniquilación del uno por el otro; sino que debería considerarse como una relación entre adversarios que se toleran y reconocen la legitimidad del otro como oponente. Finalmente la discusión cobrará sentido en la medida que puede conducir a pensamientos y opiniones más elaboradas.
“(…) no se verá en el oponente un enemigo a abatir, sino un adversario de legítima existencia y al que se debe tolerar. Se combatirán con vigor sus ideas, pero jamás se cuestionará su derecho a defenderlas”.
Chantal Mouffe
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