Academia

Fotografías cortesía: Ana Judith Giraldo, docente de la Corporación Académica Ambiental 

Imagine que cada vez que disfrutara de comer pescado estuviera además llenando su cuerpo de plástico. La idea no es descabellada ya que en el mundo ocho millones de toneladas de plástico al año llegan a los océanos, causando estragos en la vida silvestre, la pesca y el turismo. Del agua pasan a los peces que lo comen, y luego a nosotros que los consumimos a ellos. Es una realidad difícil de contrarrestar y de la que no estamos alejados en Colombia.

En 2017 la investigadora Tatiana Correa, Doctora en Ciencias del Mar de la UdeA, encontró por primera vez microplásticos en el delta del río Atrato, lo que se traduce en contaminación acuática a la cual están expuestas las especies que habitan este ecosistema. “Estos microplásticos están en el ambiente y son tan pequeños que los peces los pueden confundir con alimento e ingerirlos; pueden ser residuos de bolsas o pitas que no deben estar naturalmente en el agua y al consumirlos les puede obstruir el tracto digestivo”, precisa Correa.

Pero no solo el plástico que llega al mar causa daños. En el golfo de Urabá, donde se ha conmemorado desde 2009 el Día Mundial de los Océanos, la contaminación la aumenta.  “Las cargas de diferentes ríos como el Atrato, Turbo y León, teniendo en cuenta que estos atraviesan centros urbanos en los que existe contaminación y termina reflejada en nuestros mares”, explica la profesora de la Corporación Académica Ambiental, Jenny Leal, quien además coordina la celebración del Día Mundial de los Océanos, evento organizado por la Universidad de Antioquia, Universidad CES, Comisión Colombiana del Océano –CCO- y la Corporación Centro de Excelencia en Ciencias Marinas- CEMarin.

No es extraño entonces que sea Turbo, en la sede de Ciencias del Mar de la seccional Urabá, donde se concentre la programación académica que se prepara cada año, según el tema central que proponga las Naciones Unidas. Sin embargo, aunque el escuchar la palabra océanos remita inmediatamente a una imagen mental de playa, brisa y mar, la conexión con la ciudad es directa, no solo porque los residuos que se producen en los centros urbanos van a parar a los océanos (y a los rellenos sanitarios), sino también porque estos ecosistemas son fuente de alimentación para la población que vive lejos de las costas. 

A esto se refiere José Alejandro Ossa, estudiante de quinto semestre de Biología e integrante del Semillero de Investigación en Biología Marina, del grupo de investigación Limnobase y Biotamar del Instituto de Biología de la Universidad: “la importancia del océano va mucho más allá de verlo como un cuerpo de agua, ya que es un ecosistema que auto-regula muchos fenómenos de la Tierra".

Ella asegura que desde Medellín, donde no se tiene mar cercano, lo estamos afectando por la cantidad de elementos tóxicos que generamos: "un ejemplo de esto es el aumento de CO2 que modifica las estructuras de carbonato de calcio de los organismos marinos, el pH de los océanos, la temperatura, los niveles del agua por el descongelamiento de los casquetes polares y cada vez que llegamos a un lugar más profundo del océano nos damos cuenta de que no está exento de la contaminación, pues incluso en las fosas marinas, el lugar más profundo del océano, ya se encuentran botellas plásticas o latas de cerveza”.

Movidos por esta realidad que estudian en el Semillero, decidieron hacer actividades durante toda la semana, articulados con la Universidad CES y el Festival de Cine de Isla Fuerte –FECISLA-; tendrán en la programación un cineclub y un simposio en Ciudad Universitaria. 

Específicamente la contaminación por micro y macro plásticos, tema en el que se concentrará la agenda de esta versión del evento, está acabando con la vida de un millón de aves marinas y de 100 mil mamíferos marinos al año. “Los océanos han estado sometidos cada vez más a grandes presiones antrópicas que están generando cambios en su funcionamiento, lo cual puede tener efecto en la seguridad alimentaria de las poblaciones humanas y en otros asuntos como la recreación o el transporte”, menciona la profesora Lizette Quang Yong, de la Universidad CES, donde también habrá programación.

Además, el Programa Ambiental del Caribe de ONU Medio Ambiente estima que "en el 2050, el peso de los plásticos en el océano será mayor que el de todos los peces". De ahí que la programación de este año esté acorde con contexto histórico y social de las problemáticas del golfo de Urabá y la información que la academia ha visibilizado en las últimas décadas; aportando soluciones para reducir la contaminación a través de la educación. “Para mejorar la salud de los ecosistemas marino-costeros hay que cubrir varios frentes: educación en sitios lejanos y cercanos a las costas, estrategias de restauración y limpieza, pues los daños que les hacemos a los océanos se convierten en daños a la especie humana e inciden en su conservación”, asegura la profesora Quang Yong.  

Junto a estos esfuerzos locales están estrategias como la Conferencia de los Océanos en 2017, primera de la ONU sobre el tema en la que se promovió el avance del objetivo 14 para el desarrollo sostenible y que hace parte de la Agenda 2030 adoptada por los 193 estados miembros en 2015. 

El evento

Las actividades alrededor del Mundial de los Océanos se desarrollarán entre el 5 y el 9 de junio e incluyen el VIII Encuentro Académico Limpiando Nuestros Océanos que se llevará a cabo en Turbo el 8 y 9 de junio. Estas actividades son organizadas por la Universidad de Antioquia, la Comisión Colombiana del Océano –CCO-, la Universidad CES y la Corporación Centro de Excelencia en Ciencias Marinas – CEMarin –. Además, cuentan con el apoyo del Centro Ecoturístico Simona del Mar, FECISLA, Buceo Industrial Dragados de Urabá, Sociedad Portuaria de Turbo Pisisí S.A, la Vicerrectoría de Extensión de la Universidad de Antioquia y Corpourabá. Ver detalle del evento.