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Ranas de lluvia, dos nuevas especies halladas por investigadores UdeA

02/11/2021
Por: Natalia Piedrahita Tamayo- Periodista

Dos nuevas especies del género Pristimantis, conocidas como ranas de lluvia, fueron descubiertas en La Selva, reserva natural de Valdivia, municipio antioqueño. Con su hallazgo, en el que participaron biólogos de la UdeA, los investigadores hacen un llamado sobre  la amenaza que representa la deforestación para estas y otras especies que habitan en esta zona biogeográfica, de gran importancia para Colombia y el mundo.

Pristimantis carylae sp. Foto: cortesía Mauricio Rivera Correa. 

Entre los arbustos y pastos altos del municipio de Valdivia, se dio el hallazgo de la Pristimantis carylae sp., una rana que mide menos de cuatro centímetros, de tonos cafés y amarillos, con manchas que la hacen parecer felina; entre sus características morfológicas se destaca que carece de membranas entre los dedos y tiene ingles rosadas. Allí mismo se encontró la Pristimantis chocolatebari sp., de hocico grande y sobresaliente, dorso liso, hendiduras vocales y de muslos e ingles amarillas.

El investigador Mauricio Rivera Correa, profesor del Instituto de Biología de la UdeA, es el autor principal del hallazgo, que fue registrado recientemente en la revista Zootaxa, en un artículo titulado «Biodiversity in the Andean Mountains: Two new rain frogs of the genus Pristimantis (Anura: Craugastoridae) from the northern Cordillera Central in Colombia». En la publicación también participaron Ana Saldarriaga Gómez, de la Universidad Nacional de Colombia; Gustavo González Durán, de Wildlife Conservation Society, y Sebastián Duarte Marín, de la Universidad del Quindío. Se trata de una investigación interinstitucional.

Las especies fueron avistadas en los bosques de niebla de la Reserva La Selva, ubicada en el municipio de Valdivia, en la subregión del Norte antioqueño, a unos 1800 metros sobre el nivel del mar. La zona es conocida como el Alto de Ventanas y en ella está uno de los reductos de conservación de Salvamontes Colombia, organización sin ánimo de lucro dedicada a la conservación de la naturaleza. Allí, actualmente investigan los integrantes del Semillero de Investigación Bio, de la Seccional Oriente de la UdeA, y del Grupo Herpetológico de Antioquia, de los que hace parte Rivera Correa.

Pristimantis chocolatebari sp. Foto: cortesía Mauricio Rivera Correa. 

«De más de 850 especies que tenemos en Colombia conocemos en algunos casos solo sus nombres y particularidades de sus historia natural. Sin embargo, hallazgos como este nos permiten comprender cómo están relacionadas evolutivamente estas especies, para saber, por ejemplo, cuáles son sus parientes cercanos. Aunque no todas las especies de Colombia tienen secuencias genéticas disponibles, estos estudios son un intento por reconstruir la historia de las especies. Lo más importante es que revelamos dos entidades nuevas dentro de una gran biodiversidad que aún está oculta en Colombia, hay mucho por descubrir», destacó Rivera Correa.

La búsqueda en campo fue posible a través de una agenda interinstitucional en la que se unen los esfuerzos de la Universidad del Quindío, la Universidad Nacional de Colombia, Wildlife Conservation Society —WCS—, Parques Nacionales Naturales, Rainforest Trust y la Universidad de Antioquia. Las reservas de la Corporación Salvamontes han sido el punto de convergencia de investigación y conservación de bosque, de cara a una de las mayores problemáticas ambientales que tiene Colombia: la deforestación y la transformación del paisaje. 

Este encuentro se dio en unos predios en regeneración que hace cinco años pertenecían a una finca destinada a la ganadería. Rivera Correa puntualizó que «el hábitat de estas especies está entre bosque y potreros en regeneración. Son especies que no tienen renacuajos de vida libre, es decir, sus primeras etapas de desarrollo se dan dentro del huevo. Hay evidencia que nos indican que son animales estrictamente nocturnos, pero aún desconocemos sus vocalizaciones u otros comportamientos de las especies. Con este hallazgo se abren perspectivas de estudio sobre ellas: qué tan abundante es la especie, cómo es su comportamiento reproductivo, si presentan o no enfermedades emergentes, entre otros aspectos».


Huevos de Pristimantis chocolatebari sp. en una bromelia en el suelo justo en el borde del bosque. Foto: cortesía Mauricio Rivera Correa. 

No todas las Pristimantis son bioindicadores —indicadores de conservación de un área específica—, sin embargo, ellas requieren procesos húmedos por su sistema reproductivo, es decir, necesitan unas condiciones mínimas de sanidad en los bosques en los que viven. La mayoría de los anfibios son muy sensibles a los cambios a pequeña escala: pluviosidad y vientos, por eso es que muchos desaparecen ante la contaminación del recurso hídrico y el cambio climático.

«Usualmente las ranas de este género son susceptibles a cambios y degradaciones del hábitat, y que estas dos especies estén presentes en estos bosques, en los que se está haciendo un proceso de regeneración y preservación, indica que se está haciendo una buena labor allí», explicó Sebastián Duarte Marín, biólogo de la Facultad de Ciencias Básicas y Tecnologías, de la Universidad del Quindío.

Cuando el equipo de biólogos estaba investigando estas ranas en la Reserva La Selva, supieron que, paralelamente, estaban describiendo otra especie muy similar en Selvas de Florencia, en Pensilvania, municipio de Caldas. Ambos grupos unieron esfuerzos con el objetivo de corroborar si desde una perspectiva genética se trataba de la misma especie. Así comprobaron que eran de la misma unidad evolutiva y, aunque entre los individuos de ambas poblaciones existen algunas diferencias genéticas, esta podría ser producto del aislamiento geográfico entre ambas localidades. «Una vez hallamos estos resultados preliminares, aunamos esfuerzos colaborativos para complementar nuestras capacidades institucionales y hacer una descripción más integradora de las especies», explicó el profesor Rivera Correa.

Una apuesta por la conservación de los bosques

Los predios de conservación de Salvamontes Colombia albergan diferentes especies de fauna y flora. En ellos se ha posibilitado la investigación de la biodiversidad de los suelos.  

El nombre científico de estas ranas es un tributo a los donantes que dieron recursos para conservar este hábitat. Con esos recursos se va a ampliar la Reserva La Selva, que hace parte del sistema de más de 400 hectáreas de conservación de bosque de Salvamontes Colombia, que incluye además las reservas naturales Los Magnolios y La Esperanza, en Yarumal, Antioquia. Adicionalmente, junto con el Semillero de Investigación en Biodiversidad de Anfibios —BIO— de la Seccional Oriente se están documentando las especies de anfibios presentes en esta zona, con el objetivo de entender la diversidad morfológica, genética y bioacústica de las especies presentes en las reservas.

La Corporación Salvamontes Colombia fue fundada en 2016, con el objetivo de contribuir en la conservación de las especies más amenazadas del norte de la cordillera central de los Andes colombianos. «El Alto de Ventanas es una zona biogeográfica muy especial para Colombia y el mundo. Allí están especies críticamente amenazadas como los magnolios, o árboles de la familia Magnoliaceae. Hemos investigado estas especies, también hemos trabajado con las comunidades locales y administraciones municipales, para generar estrategias de educación ambiental y conservación», expuso Carlos Mauricio Mazo, gestor ambiental de Salvamontes Colombia. 

Justamente, con la publicación del hallazgo de estas dos ranas, el equipo de investigadores hace un llamado sobre la importancia de que en Colombia se disminuya la deforestación y con ello la pérdida de la cobertura vegetal. «Para buscar las especies cada vez hay que ir más lejos, el hábitat se ha destruido a una tasa muy acelerada. Cuando se deforesta, recuperar el bosque requiere muchos años y esfuerzos para que sea similar o aproximado a lo que fue. Nuestro deseo es que esta nuevas especies se constituyan en objetos de conservación, para el reconocimiento regional de la biodiversidad e, incluso, para que sean tenidas en cuenta en la construcción de políticas públicas en una de las regiones más biodiversas del la cordillera de los Andes» afirmó el profesor Rivera Correa.

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