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Academia Sociedad

El ruido, un contaminante ambiental con poca atención

21/01/2025
Por: Carlos Olimpo Restrepo S. Periodista de la Dirección de Comunicaciones UdeA

Pese a las afectaciones a la salud humana y animal demostradas por investigaciones y organismos internacionales, las acciones para afrontar este problema son difíciles de aplicar. Estudios y monitoreos realizados en la Universidad de Antioquia son clave para entender la magnitud de la situación.

El alto flujo vehicular, además de generar contaminación del aire por la emisión de gases y partículas, es una de las fuentes más frecuentes de ruido en grandes centros urbanos. Foto Dirección de Comunicaciones / Alejandra Uribe F.

Aunque la mayoría de los seres humanos y de los animales pasan su vida entre sonidos perceptibles por sus oídos, el incremento constante de su volumen se ha convertido en un problema de contaminación ambiental que, además de afectación a la salud, genera problemas de convivencia. 

El máximo nivel de sonido recomendado por la Organización Mundial de la Salud —OMS— para garantizar una buena salud y bienestar humanos es de 65 decibeles —dB—. Esto equivale a estar en un espacio cerrado, como un salón, un restaurante o cafetería, con un grupo grande de personas que conversan de manera simultánea en voz alta y de ahí en adelante es lo que habitualmente se denomina ruido. 

Este nivel de sonido empieza a ser nocivo cuando una persona está expuesta de manera constante a fuentes como vías de tráfico elevado, zonas de entretenimiento —bares, discotecas y similares—, talleres o fábricas, construcciones, entre otros, lo cual puede generar disminución o inclusive pérdida de la audición. 

En 2021, la OMS presentó el primer Informe mundial sobre la audición, en el cual se alertó sobre el incremento de la pérdida auditiva generada por exposición a sonidos elevados, en especial entre los jóvenes adultos, quienes son los que más frecuentan espacios recreativos o usan dispositivos auriculares a alto volumen, con consecuencias que en la mayoría de los casos son irreversibles. 

Juan Gabriel Piñeros Jiménez, profesor y coordinador del Grupo de Investigación Salud y Ambiente —Gisa— de la Facultad Nacional de Salud Pública, aseguró que «hay impactos del ruido crónicos y agudos, porque hay exposiciones de momentos específicos, o de corto plazo, y exposiciones sostenidas en el tiempo, o de largo plazo, con distintos impactos para la salud». 

La afectación a la salud no se queda solo en lo auditivo: el ruido incrementa los niveles de estrés, altera el sueño y tiene gran incidencia en enfermedades cardiovasculares y mentales, según estudios elaborados por diferentes centros de investigación en el mundo. «De las primeras hay problemas como hipertensión, arritmias cardiacas, infarto agudo del miocardio, y de las segundas se encuentran la depresión y la ansiedad, e incluso se está mirando su incidencia en las autolesiones», explicó el investigador Piñeros Jiménez. 

Se necesitan cambios 

«Cuando se mira la normativa colombiana —resolución 627 de 2006 de Minambiente—, vemos que el control del ruido se hace sobre la base de un nivel máximo de decibeles permitido y depende de dos aspectos: si se hace de día o de noche y del sector o la zona, en términos de las normas de uso del suelo», explicó David Aguiar Gil, docente de la Escuela Ambiental de la Facultad de Ingeniería de la UdeA. 

Sin embargo, este experto, quien lleva más de 16 años dedicado al estudio del ruido en nuestro entorno y en la actualidad es el coordinador del Laboratorio de Monitoreo Ambiental —G-Lima— de la UdeA, aclaró que hay sonidos que, a pesar de no estar por encima de los 65 dB, por su emisión prolongada pueden convertirse en molestos o incómodos, como alarmas de algunos vehículos o de dispositivos, o pitidos prolongados de algunos equipos. 

«A partir de esto podemos decir que el ruido es cualquier sonido que altera la concentración, la tranquilidad o el bienestar», enfatizó el profesor, quien reiteró la necesidad de respetar, al menos, las reglas que existen en el país en la actualidad, «porque lo que vemos en los mapas de ruido es un incumplimiento gigante de la normatividad». 

Los mapas de ruido son instrumentos que deben elaborar cada cuatro años las autoridades ambientales regionales en áreas urbanas con más de 100 000 habitantes, con el fin de desarrollar planes y proyectos correctivos o preventivos sobre este problema de contaminación ambiental. 

«En las comunidades se tiene una percepción de desmejoramiento en la calidad de vida por el ruido y también por su incidencia en la calidad del sueño», expresó Juan Gabriel Piñeros Jiménez. 

«El ruido tiene dos inconvenientes: En primer lugar, es un contaminante muy difícil de determinar porque no deja residuos. Y, en segundo, tiene un arraigo muy grande dentro de nuestra sociedad, porque no hay cultura del respeto a los demás ni de las normas de convivencia»: David Aguiar Gil, coordinador del Laboratorio de Monitoreo Ambiental —G-Lima—. 

Un cambio normativo necesario 

En algunas zonas, las fuentes de ruido elevado son más frecuentes en el día y están relacionadas con diferentes actividades comerciales. Foto Dirección de Comunicaciones / Alejandra Uribe F.
 

Camilo Quintero Giraldo, abogado ambientalista, indicó que «en Colombia existe una dispersión normativa referente al problema del ruido, no hay un cuerpo unificado alrededor del tema», como se ve, por ejemplo, en disposiciones de los ministerios de Ambiente, Salud y Transporte, y la Ley 1801, llamada popularmente código de Policía. 

Por esta razón, como integrante de la unidad de trabajo legislativo del representante antioqueño Daniel Carvalho, el abogado Quintero Giraldo fue parte del equipo que elaboró el proyecto de ley sobre contaminación acústica, que ya pasó dos debates en la Cámara y uno en la Comisión V del Senado, y está a la espera de la última discusión en la plenaria, para pasar a sanción presidencial. 

«Lo que busca el proyecto de ley es generar un marco único en donde haya claridad sobre los responsables, las competencias, las sanciones y qué se puede y qué no se puede hacer en determinados territorios», afirmó Quintero. 

El proyecto propone que los municipios se doten de un plan de gestión del ruido, adaptado a las particularidades de cada territorio, porque «es iluso pensar que una ley se va a aplicar en todo el país de la misma forma». 

Una de las principales falencias que se busca corregir es la ineficiencia en la sanción de infracciones relacionadas con el ruido. «Los castigos que establece el Código de Policía hoy en día son ineficientes, no hay sanciones efectivas porque el procedimiento es muy engorroso», explicó Quintero, quien aseguró que la norma en debate no se centra en castigar, sino que busca sensibilizar y prevenir el ruido en actividades cotidianas. 

El abogado subrayó la necesidad de contar con información precisa sobre el ruido, por lo que en el proyecto se ordena la creación de un sistema de monitoreo para este fin. «Lo que se busca es crear un sistema de vigilancia de calidad acústica para que sepamos en qué condiciones están cada barrio, cada cuadra, cada zona», indicó. 

Camilo Quintero Giraldo informó que para la elaboración de la normativa se tuvieron en cuenta los aportes y observaciones de diferentes sectores poblacionales, de alcaldías, gremios económicos, sectores académicos y estudios sobre los efectos del ruido en las personas y en la fauna. 

Sobre este aspecto, el profesor David Aguiar recordó que «la normatividad existente le apunta mucho a la salud humana, pero poco a la salud de los ecosistemas, pese a que investigaciones recientes en Colombia muestran que el ruido afecta el comportamiento e incluso disminuyen la vida de muchos animales, en especial de las aves». 

Por eso, además de del cumplimiento de una ley o un decreto para mejorar la convivencia y la salud humana, sostuvo el investigador, hay que pensar también en las especies animales antes de emitir sonidos fuertes. 

Este contenido cuenta con traducción en Lengua de Señas Colombiana:

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