En la academia también se baila y se canta
En la academia también se baila y se canta
El Grupo Experimental de Danzas y el Club de Estudiantes Cantores de la UdeA fueron embajadores de la cultura antioqueña y de la Alma Máter en el 44 Festival Nacional de la Cultura realizado en Sahagún, Córdoba. Allí se celebró la vida, la creatividad, el esparcimiento y la memoria.
El Festival se realizó entre el 5 y el 12 de septiembre en Sahagún, Córdoba. Foto: Bienestar Universitario
Después de alrededor de 9 horas de viaje por tierra, los estudiantes, bailarines y coristas, acompañados de sus profesores, arribaron a Sahagún dispuestos a mostrar el folclore antioqueño en el Festicultura 2015.
Representantes de más de 30 delegaciones de teatro, música y danza de las distintas regiones del país y el extranjero compartieron su talento y disciplina, y reflejaron la dedicación de sus maestros.
Más de 400 artistas en escena durante 8 días pletóricos de cultura hicieron realidad el objetivo que se fijó la Fundación Cultural de Sahagún–Funculsa–. Fue el espacio propicio para “el encuentro de la pluriculturalidad nacional y el intercambio de saberes y experiencias entre agentes y regiones culturales”; se expuso y se promovió “la riqueza y la diversidad de las manifestaciones simbólico expresivas de Colombia”.
De acuerdo con profesores y estudiantes, las presentaciones de ambos grupos fueron muy bien recibidas entre el público: aplausos, sonrisas, reconocimientos y agradecimientos fueron la recompensa por el empeño, la disciplina y pasión con que prepararon sus galas.
Los sahagunenses disfrutaron de la música y los bailes antioqueños. El Club de Estudiantes Cantores deleitó al público con un repertorio muy variado: desde canciones del siglo XVI, boleros, música popular; hasta canciones folclóricas. Por su parte, el Grupo Experimental de Danzas ejecutó bailes exclusivos de la cultura antioqueña: la redova, el pasillo, la polca, el bambuco, el ventarrón, el son paisa, el pasillo fiestero y las vueltas antioqueñas.
Aunque los integrantes de ambos grupos no son artistas de profesión, sí son estudiantes de diferentes pregrados cuya pasión y talento están en las artes; su empeño y constancia ofrecen como resultado presentaciones con un nivel de profesionalismo. Dicho mérito es lo que enorgullece aún más a sus profesores: Walter Gómez Palacio, director del Grupo Experimental de Danzas; y José Ignacio Cano Muñoz, director del Club de Estudiantes Cantores.
Para Walter Gómez, quien ha dedicado 24 años de su vida a dirigir el grupo de danzas, además del objetivo central del festival, la participación en este también contribuyó a la integración de ambos grupos, a la vez que les dio la oportunidad de mostrar su trabajo fuera de la Universidad y en representación de la misma. De igual manera, Ignacio Cano, director del coro desde hace 39 años, asegura que entre ambos grupos hubo una empatía y una socialización muy bonita: “Hubo camaradería, hubo amistad, hubo intercambio. Se dio por completo ese bienestar para los estudiantes”, dice con alegría y orgullo.
Para todos, excepto para Charleen Cárdenas Díaz, estudiante de Ingeniería en Materiales, visitar la región cordobesa fue una experiencia nueva. Charleen es oriunda de este departamento, y por eso, para ella el reto fue doble, pues, no sólo representaba a la Universidad sino a Antioquia y a Córdoba al mismo tiempo: “Sentí mucho nerviosismo mezclado con ansiedad y emoción al mismo tiempo. Mucho más porque el director me decía: tienes que lucirte porque tú eres de acá”, agrega la joven que, desde los 12 años cuando vivía en Cereté, ha cantado en diferentes coros. Por eso, lo primero que hizo cuando ingresó a la Universidad, hace más de un año, fue ir directo al salón de ensayo.
Como Charleen, muchos estudiantes de la Universidad buscan en grupos artísticos, culturales o deportivos un espacio alternativo para cultivar otros talentos diferentes al que les exige su formación profesional. Por ejemplo, a Jefferson Alexander Barbarán, estudiante de Ingeniería en Telecomunicaciones, el baile lo complementa: “Lo que yo estudio es muy operativo, entonces de tanto estrés yo empecé a buscar algo que me distrajera y que me entretuviera; y encontré el baile. Además lo elegí porque es bueno para la salud y representa las raíces de nuestro país”, agrega el universitario de 18 años de edad.
Cuando Charleen ingresa al salón de coro deja atrás la carga académica. Ella, los profesores y demás compañeros perciben la apuesta por el arte y la cultura en la Alma Máter y viajes como este lo guardan como una valiosa experiencia que esperan repetir.
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