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En Urabá, el mar avanza sobre la tierra más de tres metros cada año

01/08/2025
Por: Carlos Olimpo Restrepo S. Periodista de la Dirección de Comunicaciones de la UdeA

El retroceso promedio de la línea costera en las playas del Urabá antioqueño es de tres metros por año y en algunos puntos ha llegado a ser hasta  de 15 metros. Este es uno de los principales hallazgos que reportan investigadores de la UdeA en asocio con el Dagran y otras instituciones internacionales, en una publicación digital que recopila aprendizajes, conclusiones y recomendaciones ante la erosión costera, fenómeno que genera afectaciones en los ecosistemas y pone en riesgo las infraestructuras, las viviendas y el turismo. 

En Turbo y Necoclí, personal del programa Pimecla entierra troncos de árboles que arrastra el agua hasta la playa, para reducir el impacto de las ondas marinas sobre la costa. Foto: cortesía Pimecla

La línea costera retrocede en promedio unos tres metros por año en el Urabá antioqueño y puede llegar a ser hasta de 15 metros, en el mismo lapso, en algunas zonas, lo cual significa que el agua del mar avanza gradualmente sobre las playas y la tierra, con afectaciones graves para los ecosistemas, a la vez que dificulta algunas actividades humanas y pone en riesgo la economía turística de la región.

Estos son algunos aspectos destacados en una compilación de resultados de más de cinco años de investigaciones adelantadas en el marco del Programa Integral para el Monitoreo y Mitigación de la Erosión Costera —Pimecla—, en el cual han trabajado investigadores de diferentes disciplinas de la Universidad de Antioquia, profesionales del Departamento Administrativo de Gestión de Riesgo de Antioquia —Dagran—, así como expertos de centros de investigación extranjeros. 

El libro digital que recopila esas y otras conclusiones, así como el diagnóstico sobre el problema de erosión costera en la región del Urabá antioqueño, fue presentado el pasado 15 de julio
de 2025, en un evento realizado en el Laboratorio Costero Iván Darío Correa Arango de la Universidad de Antioquia, ubicado en el municipio de Arboletes.

«Los litorales son entornos muy dinámicos, caracterizados por cambios morfológicos importantes, que son notables en escalas temporales de semanas. El litoral antioqueño no es la excepción y presenta condiciones principalmente de erosión a lo largo de aproximadamente el 62 % de su longitud», aseguró el informe del Pimecla.

«El fenómeno es multicausal. Hay causas naturales, como el ascenso del nivel del mar y el aumento de la energía de las olas, y causas antrópicas —generadas por intervenciones o actividades humanas—, como obras mal diseñadas que protegen una zona específica, pero afectan a otra», explicó Vladimir Toro Valencia, profesor del Instituto de Ciencias del Mar de la Universidad de Antioquia y líder técnico del programa Pimecla.

El docente, que hace parte del Grupo de Investigación en Sistemas Marinos y Costeros —Gismac—, agregó que las playas son la defensa natural frente a la energía del oleaje, pero, por diferentes razones, está llegando menos sedimento a la costa y por lo tanto el litoral disminuye su capacidad protectora. «La playa es cada vez más escasa y, por eso, ahora las olas impactan zonas que no están preparadas para recibir ese embate», advirtió. 

En busca de una solución entre todos

El Dagran, bajo el liderazgo de investigadores de UdeA, recorrió los 512 kilómetros del litoral antioqueño, para identificar zonas críticas de erosión, donde el océano avanza sobre el continente, y de acreción, donde el continente le gana espacio al mar

Con este propósito, el programa Pimecla desarrolló e implementó un plan de monitoreo que combinó análisis de imágenes satelitales y de vuelos de drones, y adelantó mediciones de campo para caracterizar el comportamiento de playas y corrientes con el uso de equipos como correntómetros y boyas de deriva.

Además, se implementó el proyecto CoastSnap, iniciativa de ciencia ciudadana que permite a las comunidades y visitantes hacer seguimiento a tramos cortos de líneas de costa del planeta, mediante la toma de fotografías desde puntos fijos, lo cual, además, permite aportar otros datos científicos.

Uno de los principales resultados fue un mapa detallado de tasas de erosión y acreción —disminución o crecimiento de la línea de costa— en el litoral antioqueño y una base de datos oceanográficos inéditos sobre variables como oleaje, mareas, corrientes y sedimentos.

Este trabajo ha tenido como epicentro el Laboratorio Costero Iván Darío Correa Arango de la UdeA, en Arboletes —que lleva el nombre de uno de los pioneros de las ciencias del marino-costeras en Colombia—, un espacio en el que los científicos de Pimecla diseñan e implementan soluciones verdes —mezcla de obras tradicionales y soluciones basadas en la naturaleza—con el fin de mitigar el problema de la erosión.

Algunas de esas alternativas verdes tienen origen en el conocimiento y las prácticas de algunas comunidades, como el perfilamiento de taludes, que consiste en cortar y estabilizar las pendientes expuestas al mar, revegetalizarlas y ponerles filtros para el agua subsuperficial en la parte superior y una hilera de piedras en la inferior. 

«La comunidad ya venía trabajando en esto en Arboletes, nosotros lo que hicimos fue introducir conceptos técnicos para mejorar la solución», explicó el investigador Vladimir Toro Valencia.

Otra solución verde es el uso de troncos que llegan a las playas, una técnica de las comunidades de Turbo y Necoclí. Estos eran enterrados en la arena de manera aleatoria para amortiguar el impacto de las olas. «Las comunidades nos enseñaron esa técnica; nosotros propusimos una disposición especifica en planta usando criterios físicos y de ingeniería costera y es así como propusimos una disposición en planta en forma de onda, lo cual permite disipar la energía del oleaje en múltiples direcciones», agregó el docente.

Estas soluciones verdes son menos costosas que las obras tradicionales costeras, como espolones o tómbolos, y se pueden construir y hacer mantenimiento con las comunidades, tienen más ventajas ambientales y además se están diseñando con criterios paisajísticos. «No porque sea una solución menos costosa no puede tener estética; trabajamos con un estudiante de doctorado que es arquitecto/paisajista para integrarlas de manera adecuada al entorno», enfatizó Toro Valencia.
 

«Somos tan costeños como montañeros y los antioqueños debemos sentirnos orgullosos de esto. En el Instituto de Ciencias del Mar hemos entendido que Urabá es un territorio con potencial turístico y económico, que debe desarrollarse de manera responsable». Vladimir Toro Valencia, líder técnico de Pimecla.

Con este programa también se capacitó a integrantes de Consejos Municipales de Gestión del Riesgo en Urabá y se fortaleció la educación ambiental en los colegios y en las comunidades costeras. El enfoque ha sido de doble vía: los científicos aprenden de las prácticas locales y las comunidades reciben capacitación y herramientas para monitorear y gestionar sus propios territorios.

En el programa Pimecla participaron profesionales de áreas como oceanografía, ecología de zonas costeras, ingeniería oceanográfica y ambiental, desarrollo territorial, ciencias sociales, arquitectura y paisajismo, con apoyo de expertos de la Universidad Nacional Autónoma de México. «Hemos entendido que el problema de la erosión costera es tan complejo que no se resuelve solo con las prácticas tradicionales de la ingeniería; hay que pensar en el ordenamiento del territorio, en gestión del riesgo y, principalmente, en la participación social», recalcó Vladimir Toro Valencia.

El reto ahora es mantener el monitoreo, proponer y diseñar alternativas innovadoras que permitan mitigar el problema de la erosión costera en todo el territorio del Urabá antioqueño y que se puedan replicar los litorales del Caribe y del Pacífico colombianos. «El mar siempre será dinámico y no podemos detenerlo, pero sí podemos aprender a convivir con él de manera más inteligente», afirmó el profesor de la UdeA.

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