Biblioteca de la UdeA se enriquece con herencias de intelectuales
Biblioteca de la UdeA se enriquece con herencias de intelectuales
El Sistema de Bibliotecas de la Universidad de Antioquia cumple 90 años en mayo de 2025 y los celebra con la entrega al público de la biblioteca personal del maestro y jurista Carlos Gaviria Díaz, compuesta por más de 5400 títulos. Para este y el próximo año, deben quedar para consulta los legados bibliográficos y documentales, así como los archivos de otros intelectuales destacados, quienes a lo largo de su vida estuvieron vinculados a la Alma Máter en su labor académico e investigativa.
El proceso de evaluación y clasificación de las bibliotecas personales es minucioso, por lo que el tiempo transcurrido entre la entrega de la donación y la puesta en servicio puede ser de varios años, según la cantidad del material. Foto: Dirección de Comunicaciones UdeA / Alejandra Uribe F.
Aunque desde su creación en 1803 la Universidad de Antioquia y sus facultades han tenido libros a disposición de sus estudiantes y profesores, solo desde 1935 existe en la Alma Máter una biblioteca institucional, que ha cambiado de denominación a lo largo de nueve décadas, durante las cuales ha incrementado gradualmente sus adquisiciones bibliográficas y también se ha enriquecido con colecciones que le legaron algunos maestros, egresados o allegados, sobre todo en décadas recientes.
Esa Biblioteca General, como se le llamó en 1935, es hoy el Sistema de Bibliotecas de la UdeA, que cuenta con la Biblioteca Central Carlos Gaviria como su eje, además de las de Medicina, Salud Pública, Enfermería, Odontología y Ciudadela Robledo, además de las de los campus regionales en Andes, Amalfi, Apartadó, Carepa, el Carmen de Viboral, Caucasia, Puerto Berrío, Santa Fe de Antioquia, Sonsón, Turbo y Yarumal
A las adquisiciones con recursos propios se suman las publicaciones correspondientes a la producción docente, investigaciones y trabajos de grado, para mantener actualizado su catálogo, que es utilizado no solo por estudiantes, profesores y egresados de la Universidad, sino también por investigadores de otros centros de educación superior, tanto nacionales como extranjeros, y del público en general.
Y también a disposición de los usuarios están las colecciones patrimoniales y las personales, convertidas por lo general en objeto de estudio por parte de especialistas en diferentes áreas del conocimiento. Se destaca la Biblioteca de Zea, entregada a la UdeA por el Departamento de Antioquia el 1o. de enero de 1951, que entonces tenía 12 408 libros y folletos, 2 372 revistas y 961 periódicos, algunos del siglo XIX.
José Luis Arboleda, coordinador de Colecciones Patrimoniales, destacó que «esa biblioteca tenía material muy interesante y con buena parte de este se empezó a constituir las colecciones documentales y la de periódicos, básicamente»
Entre las donaciones recientes se destacan las colecciones de Luis Alberto Álvarez, escritor y crítico de cine; Guillermo Hoyos Vásquez, filósofo; Jairo Escobar Moncada, filósofo; Beatriz Restrepo Gallego, filósofa y maestra de Ética; María Teresa Uribe de Hincapié, socióloga, investigadora y maestra; Alberto Betancourt Arango, médico ginecólogo y estudioso de la lengua y la literatura latina; Julián Estrada, antropólogo e investigador gastronómico, y Martha Cecilia Vélez Saldarriaga, filósofa, psicóloga, feminista y docente.
También en meses recientes recibió los archivos del periodista y docente de ética Javier Darío Restrepo, del profesor de Derecho y defensor de derechos humanos Luis Fernando Vélez Vélez y de Edgar Jaime Isaza, arquitecto y diseñador de la Ciudad Universitaria de la UdeA.
El bibliotecólogo Luis Fernando de Ossa Ramos explicó que «este proyecto de bibliotecas personales estaba inicialmente pensado para enriquecer la colección general, pero a medida de que avanzamos en los inventarios, nos dimos cuenta que hay unos materiales que, por su naturaleza, por su rareza —poco conocidos en nuestro medio o de pocos ejemplares existentes—, por los rastros lectores —señales o anotaciones en algunas páginas, entre otros—, deben ser mantenidos aparte» Por eso, el material de las bibliotecas y los archivos, la mayoría de los cuales se encuentra en proceso de revisión y clasificación, quedará a disposición del público solo para consulta dentro de la Biblioteca Central.
El Sistema de Bibliotecas de la Universidad de Antioquia está conformado por 18 bibliotecas, que incluye las de Medellín y las de las regiones donde la Alma Mater hace presencia.
Una donación de mucho peso
Un ejemplar de la Constitución de 1991 con observaciones y anotaciones de Carlos Gaviria Díaz se destaca dentro del material entregado por su familia al Sistema de Bibliotecas de la UdeA. Foto: Dirección de Comunicaciones UdeA / Alejandra Uribe F.
Desde el 8 de mayo de 2015, la Biblioteca Central lleva el nombre de Carlos Gaviria Díaz, egresado de la Facultad de Derecho, de la cual fue profesor y decano, vicerrector de la UdeA y, por ello, su familia quiso que gran parte de sus libros y su archivo personal quedara en la Alma Máter.
Al prepararse para dejar la vieja casa del barrio Buenos Aires, la familia Gaviria Gómez tenía una prioridad: encontrar en Medellín una vivienda con espacio suficientemente grande para acoger la gran cantidad de libros y documentos que Carlos Gaviria Díaz había adquirido a lo largo de los años.
Por ese entonces, finales de 1987, el entonces docente de derecho en la Universidad de Antioquia y defensor de derechos humanos, estaba exiliado en Argentina, desde donde daba instrucciones al respecto, pues para él, «la biblioteca no era solo un lugar lleno de estantes donde almacenar libros, sino que debía ser un sitio propicio para el estudio, la lectura, la escritura y el pensamiento».
Así lo recordó Natalia Gaviria Gómez, hija de este destacado jurista, quien agregó que «la biblioteca siempre fue parte de nuestra casa, en Buenos Aires estaba en una habitación enorme, algo aislada del resto de los espacios, por eso fue muy difícil encontrar otra casa con un espacio de ese tamaño para albergar todos los libros de mi papá».
La familia y sus libros se acomodaron finalmente en una casa del barrio Conquistadores, donde pudieron adaptar un área con buena iluminación y ventilación, a la cual llegaron el 17 de diciembre de 1987, el mismo día en que fue asesinado el docente de la UdeA y defensor de derechos humanos Luis Fernando Vélez Vélez, amigo de Carlos Gaviria.
Aunque los días oscuros seguían, Gaviria regresó al país en 1989, cuando fue designado vicerrector de la Universidad, cargo en el que estuvo hasta 1992, y al año siguiente fue elegido magistrado de la Corte Constitucional, hasta 2001. Después fue senador y luego candidato presidencial, siempre con la compañía de libros de derecho, filosofía, política y literatura, en muchos de los cuales dejó anotadas sus impresiones o comentarios, además de subrayados, que se fueron sumando a los que ya tenía de décadas anteriores.
Al final de sus años contaba con cerca de 6000 libros, distribuidos entre sus bibliotecas de Medellín y Bogotá, y 5400 quedarán, desde este 14 de mayo de 2025, junto con 606 revistas, disponibles para la consulta de investigadores, académicos y público en general, en una sala especial, ubicada en el costado sur del segundo piso de la Biblioteca Central, en la que también estará su archivo personal —compuesto por cerca de 110 carpetas, cada una de ellas con unos 100 documentos— dentro de unos meses, cuando se termine de sistematizar.
La apertura de la sección de la biblioteca con obras donadas por la familia de Carlos Gaviria será el evento central de la celebración de los 90 años del Sistema de Bibliotecas de la Universidad de Antioquia, que tiene en proceso otras ocho bibliotecas personales de egresados y docentes destacados de la Alma Máter.
«El Sistema de Bibliotecas es el alma de la Universidad y se está pensando y transformando permanentemente para estar a la vanguardia de todas las transformaciones sociales». Dorys Liliana Henao, directora del Sistema de Bibliotecas de la Universidad de Antioquia
Los procesos para preservar la memoria
En el segundo piso de la Biblioteca Central Carlos Gaviria Díaz de la UdeA se habilitó una sala para la consulta del material bibliográfico y de archivo de este destacdo jurista y maestro. Foto: Dirección de Comunicaciones UdeA / Alejandra Uribe F.
Dorys Liliana Henao Henao, directora del Sistema de Bibliotecas de la Universidad de Antioquia, aseguró que estas colecciones «reflejan el pensamiento, el talante, el trabajo académico e intelectual de una persona, por eso el proceso que se hace con ellas debe ser muy cuidadoso».
Cuando se anuncia una donación, lo primero, según la directiva, es verificar que los libros y archivos entregados tengan una pertinencia con la producción académica y el pensamiento del personaje.
Luego se hace «un proceso de valoración física, para verificar el estado del material, determinar si presenta algún deterioro o si tiene hongos, u otros daños, tras lo cual empieza el proceso bibliotecológico propiamente, que consiste en análisis, descripción, clasificación, entre otros, para ser ingresado a la base de datos del Sistema de Bibliotecas y proceder a la disposición física del material, para que quede a disposición de los usuarios», explicó Dorys Henao.
Se trata de procedimientos minuciosos, adelantados por profesionales y practicantes de bibliotecología, quienes crean y catalogan los registros de cada libro, folleto, documento y otros materiales —videos, audios, etc.—, que servirán de guía para los investigadores, estudiantes y lectores.
Muchos de los libros de las bibliotecas personales contienen rastros de lectura, como marcas de apropiación —dedicatorias y autógrafos de autores, de los dueños originales o de los donantes de las bibliotecas—, subrayados de apartes, marcas en algunas páginas, anotaciones y comentarios, así como material agregado como fichas nemotécnicas, recortes de prensa, escritos personales en hojas sueltas, cartas, entre otros, que se dejan dentro de los volúmenes, así no correspondan con el contenido de estos. Es un material que agrega valor a los libros, muchos de los cuales seguramente ya han sido estudiados o analizados por expertos en la materia, pero las huellas lectoras aportan más sobre el pensamiento de quien en algún momento se enfrentó al contenido de esos textos.
Y esto queda a disposición no solo de investigadores académicos, sino también del público en general, eso sí, con la condición de que haga la consulta solo en las salas destinadas para estas «herencias», pues, por la naturaleza única de este material y su valor patrimonial para la comunidad universitaria, es necesario mantenerlo dentro de un sitio especial, con personal experto en su manejo y cuidado.