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Academia Sociedad

La falta de empatía, reflejo de una crisis mayor

10/04/2024
Por: Carlos Olimpo Restrepo S. - Periodista

Este valor histórico de la Humanidad parece estar en retroceso, un asunto que puede estar motivado por factores como el individualismo excesivo, la tecnología y el aislamiento social, entre otros. Investigadores de la Universidad de Antioquia analizan para el periódico Alma Mater la situación por la que atravesamos como sociedad.

Ilustración: Carolina Gomes. 

Ponerse en el lugar del otro, ver el mundo desde su punto de vista, solidarizarse con alguien que lo necesite, son solo algunos ejemplos que definen la empatía, un valor individual que parece estar en retroceso en la sociedad contemporánea. 

Esa percepción de que el mundo vive una crisis de empatía y las causas de esta son objeto de debates y análisis por parte de expertos y dirigentes económicos y políticos, así como por parte de investigadores de distintas disciplinas, entre ellos docentes de la Universidad de Antioquia, quienes consideran que hay una situación difícil en este campo, al que como ciudadanos e individuos le debemos prestar especial atención. 

Orlando Arroyave Álvarez, docente del Departamento de Psicología de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas, aseguró que «la empatía es la capacidad que tenemos los seres humanos de evaluar las intenciones de los otros a partir de las experiencias internas propias, ya que siempre tenemos esa tendencia a crear una hipótesis de lo que siente el otro para poder interactuar».  

«Al hablar de identidad social es cuando el sujeto se siente perteneciente a un grupo, porque es afín a otros sujetos en términos éticos, de concepción de la vida, se tienen los mismos referentes simbólicos», agregó el investigador. 

En este sentido, Jorge Ospina Duque, psiquiatra y docente de la Facultad de Medicina de la UdeA, destacó que «la empatía o la falta de ella es quizás el indicador más valioso de la madurez y civilidad de una sociedad. Múltiples y complejas causas de deterioro de dicha civilidad, si se perpetúan, van a ir deteriorando la esencial propiedad empática de la misma».  

Una crisis dentro de la sociedad 
 

Andrés Francisco Contreras Sánchez, profesor del Instituto de Filosofía de la Alma Máter, sostuvo que hay un problema general de la sociedad y que la aparente reducción de la empatía es apenas un síntoma de esa «enfermedad» social. «Hay una crisis que un colega —Luis Sáez Rueda, de la Universidad de Granada, España— ha llamado crisis civilizacional. Cuando uno intenta caracterizar enfermedades en un cuerpo individual es más sencillo, pero cuando se trata de grupos sociales es mucho más difícil, pero hay una tendencia a concebir al ser humano con unas determinadas actitudes que generan ciertos comportamientos», anotó.  

Al respecto, el psiquiatra Ospina Duque destacó que «existen fenómenos y situaciones en muchas de nuestras sociedades que deterioran el valor esencial de la empatía como valor cotidiano y anulan su impacto en la civilidad: el excesivo individualismo, las fortunas ilegales —y algunas legales— y su poder corruptor, la polarización y el desprecio por la diferencia, el populismo y el retroceso de la democracia, la corrupción como forma de gobierno, la anomia y la desaparición física del otro facilitada por los sistemas informáticos y las redes “sociales”, las grandes inequidades sociales, la violencia sistemática en todos los niveles, acompañada del sentimiento de inseguridad y ausencia del Estado, que promueve fenómenos como la ley del más fuerte, el sálvese quien pueda, y la justicia por mano propia». 

Para Contreras Sánchez, esta crisis implica «una especie de aislamiento, un crecimiento del individualismo, un énfasis en la individualidad y exigencias sobredimensionadas de lo que una persona debe hacer en un tiempo razonable, que nos llevan a vivir de forma acelerada». 

Arroyave Álvarez puso como ejemplo el caso de grandes ricos del mundo a quienes solo les interesa tener la mayor riqueza o más poder que cualquier otra persona, y pese a esa actitud egoísta se convierten en figuras relevantes y ejemplo para mucha gente, «pero esas personas tienen una incapacidad empática y simpática con los otros»

«Hay una cultura que vive exaltando una y otra vez la importancia de las necesidades personales frente a las colectivas, una exacerbación de los elementos más narcisistas de los tiempos cotidianos»: Orlando Arroyave Álvarez, docente del Departamento de Psicología de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas. 

La tecnología como factor clave 


La pérdida de valores como la solidaridad o la empatía pueden ser una muestra de un problema social mayor. Foto: Pixabay

«El uso masivo de la tecnología ha incidido en la capacidad que tenemos para interactuar con los otros. En términos de emocionalidad, a veces las personas se sienten más cómodas al interactuar con la mediación de la tecnología que cara a cara. Y ese uso masivo, sistemático, de la tecnología para interactuar con el otro es una dimensión nueva dentro de nuestra cultura, sobre todo de la occidental», aseguró el psicólogo Orlando Arroyave Álvarez. 

Este investigador agregó que, aunque hay una aparente disminución de fenómenos como la solidaridad o la compasión en el mundo físico y «real», estos valores se pueden promover incluso en las redes sociales, donde las personas construyen nuevas maneras de relacionarse

De manera similar, el filósofo Contreras Sánchez cree que «las chicas y los chicos de hoy necesitan educarse sobre ellas; nosotros, los más viejos, no tuvimos que desarrollar esas habilidades, pero los más jóvenes viven en un mundo mediado por las tecnologías de la información y la comunicación y requieren adquirir esas habilidades y socializar a través de herramientas como videojuegos o redes sociales». 

El docente agregó que con la mediación de la tecnología también se despiertan manifestaciones de solidaridad con causas que pueden ser en apariencia lejanas o ajenas, pero con las que se siente cercanía emocional, con lo cual se crean gradualmente nuevas formas de empatía, en las que las personas no solo se limitan a sus círculos sociales más cercanos físicamente. 

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Sin embargo, Arroyave Álvarez recordó que «Sherry Turkle —docente de Psicología Social del Instituto de Tecnología de Massachusetts— habla de la necesidad de volver a la conversación cara a cara, porque la relación es diferente cuando nos miramos a los ojos, cuando se evalúa los gestos del otro, algo que es difícil de lograr con la mediación de la tecnología». 

En el mismo sentido, el psiquiatra Ospina Duque destacó que «el fenómeno de las redes sociales, y más genéricamente, todos los desarrollos tecnológicos y sociológicos que han limitado o eliminado el contacto interpersonal real en las relaciones entre los seres humanos, contribuyen a un deterioro de la empatía en las personas y en las sociedades. Necesitamos ver, oír y sentir el otro en vivo para desarrollar completamente nuestra propiedad empática». 

«A nivel individual, desde la psiquiatría y la psicología clínica, la falta de empatía es un rasgo constitucional que caracteriza trastornos de personalidad altamente disfuncionales para los seres que los sufren, las personas que conviven con ellos y para la sociedad. Estos son las personalidades antisociales, narcisistas o límites»: Jorge Ospina Duque, psiquiatra y docente de la Facultad de Medicina de la UdeA.

Un asunto que requiere atención pública 
 

La crisis de empatía afecta ampliamente a la población y por eso debe tratarse como un asunto de interés general, además de buscar una solución desde el punto de vista de la salud pública. «Es una obligación del pensamiento humano, del Estado, de los sistemas públicos y privados, propender por políticas que recuperen la habilidad empática en las personas y en la sociedad. Existen, desde la psicología y la filosofía moral, estudios que sustentan la evidencia de que la habilidad empática se puede recuperar y fomentar a nivel individual y colectivo», aseguró Jorge Ospina Duque. 

«Esto debe ser visto como un asunto de salud pública, porque hay un aumento de casos de depresión, verificable con estadísticas, hay un incremento de comportamientos patológicos de salud mental, y por eso es algo que concierne al interés público», sostuvo Andrés Francisco Contreras Sánchez. 

El psicólogo Orlando Arroyave Álvarez resaltó que la violencia del país ha generado grandes problemas de salud mental individuales y colectivos, agravados por el aislamiento durante la pandemia de covid-19, que derivan en parte en la falta de empatía. «Este es un problema que se ha estudiado, pero que los gobiernos no se lo han tomado en serio, a pesar de que esto afecta la salud de la democracia y deteriora los lazos comunitarios». 

Pese a ello, destacó que es posible que las sociedades potencialicen su capacidad de encuentro: «A la gente le gusta participar en festivales, conciertos, pero también en trabajos colectivos solidarios, esto habla de esa capacidad que tenemos los seres humanos de curarnos mental y físicamente con trabajos con los otros y para los otros».

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