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Ciencia Sociedad Vida

El megaherbívoro obligado a vivir en otro continente

02/08/2022
Por: Jennifer Restrepo de la Pava - Periodista

De cuatro hipopótamos que llegaron a Colombia víctimas de tráfico de fauna silvestre en 1981, surgió una manada de 133 individuos que actualmente está distribuida a lo largo del Magdalena Medio antioqueño. El control de natalidad de estos grandes mamíferos, declarados como especie exótica invasora, ha generado debate: esterilizarlos, crear un santuario natural, reubicarlos, llevarlos de vuelta a África, y cazarlos, son algunas de las propuestas. 

De acuerdo con el Instituto Humboldt, Colombia es el único país en el mundo donde habita una manada de hipopótamos como especie exótica naturalizada en sus ecosistemas naturales. Fotografías cortesía: Corporación Autónoma Regional de las Cuencas de los Ríos Negro y Nare —Cornare—. 

En su hábitat natural, el Hippopotamus amphibius compite por el territorio con elefantes, leones, cocodrilos y otros de su especie. Durante las sequías debe movilizarse para buscar agua y alimento, lo que influye en la mortalidad y la disminución de los apareamientos debido a la necesidad de conservar energía. 

El ambiente hostil de la África subsahariana, su continente de origen, controla la población de este megaherbívoro, que puede llegar a vivir hasta 40 años, alcanzar cinco toneladas de peso y consumir en promedio 50 kilos de plantas al día. Debido a los ataques presentados a humanos, por su territorialidad, es considerado peligroso. 

Algunos ejemplares fueron introducidos de manera ilegal durante la década de los 80 a la hacienda Nápoles, en Antioquia, propiedad en ese momento del narcotraficante Pablo Escobar; el ecosistema del Magdalena Medio resultó ser un ambiente ideal para ellos, sin competencia ni sequías, como en su tierra natal. 

En Colombia habitan humedales temporales, aguas poco profundas y sistemas lénticos, es decir, de agua estancada. Según investigaciones de las universidades Nacional, de Antioquia y el Instituto Humboldt, están distribuidos del Magdalena antioqueño a Magangué, Bolívar.

«Se están adaptando muy bien, lo que representa un peligro, pues tienen menos límites para expandirse. A las especies que han vivido aquí por millones de años se les está cambiando el hábitat en periodos muy cortos», explicó Sergio Solari Torres, profesor del Instituto de Biología de la Universidad de Antioquia, quien participó de la investigación Posibles efectos ecológicos y socioeconómicos de una nueva introducción de megaherbívoros: el hipopótamo en Colombia —2019—. 

En el estudio más reciente sobre los riesgos de esta especie —2021—, del Instituto Humboldt y el Instituto de Ciencias Naturales —ICN— de la Universidad Nacional de Colombia, se determinó que hasta ahora los hipopótamos en el país ascienden a 133. «Si no se adelanta ningún plan de manejo y control oportuno, la población podría llegar a 433 en 2030», explicó Gonzalo Andrade, director del ICN a la Agencia de Noticias Unal. 

El Ministerio de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible incluyó en marzo de 2022 a este mamífero, de estilo de vida anfibio, en la lista de especies exóticas invasoras de Colombia, por poner en riesgo los ecosistemas. Además, prohibió su comercialización, movilización, fomento, tenencia, reproducción o propagación con cualquier propósito. 

Ingeniero ecosistémico 

Los ingenieros ecosistémicos llegan con dinámicas que no están presentes en los ecosistemas que los reciben, transformando estos ambientes que han evolucionado durante millones de años. Otros ingenieros son los castores y las lombrices de tierra. 

Estudios advierten sobre los cambios radicales que causarían los hipopótamos en este nuevo continente. Su expansión acelerada y la transformación de los hábitats a la misma velocidad traería impactos en el agua, sus corrientes, los microorganismos y nutrientes, en las especies nativas de plantas acuáticas y terrestres, en animales endémicos —insectos, peces y manatíes— y en las comunidades. 

«Pisotean los bancos, se mueven entre los espejos de agua, los humedales y las zonas secas, así transfieren sedimentos de las orillas a los humedales. En África los consideran ingenieros ecosistémicos: debido a su tamaño y su actividad transforman los ecosistemas», explicó Juan Felipe Blanco Libreros, profesor de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Antioquia. 

Ingieren plantas acuáticas y masa vegetal, esto puede generar cambios o disminución en la biomasa de la vegetación y en el flujo de materia y energía de los humedales. «Estas plantas son el hábitat para peces y muchas especies nativas e invertebrados importantes para el funcionamiento del ecosistema; su consumo acelerado significa la desaparición pronta de este hábitat», explicó el biólogo Blanco Libreros. 

Son consumidores en masa, como el ganado vacuno, y producen heces por centenares de kilos: «Es un material vegetal de baja calidad que no se descompone fácil y no existe en los ecosistemas naturales. Se acumula en los humedales; puede ser negativo para las plantas acuáticas y deteriora la calidad del oxígeno del agua», explicó el científico. 

Los biólogos mencionaron que el excremento está cambiando el ciclo de productividad de ciertos organismos: si bien aporta nuevos nutrientes, para la fauna nativa es un cambio radical. Pese a que los organismos se adaptan a los cambios con el tiempo, cuando ocurren rápido inician los desbalances. 

Las ciénagas también están expuestas: «Su paso transforma los canales que permiten la salida y entrada regulada del agua, si el flujo cambia, algunas ciénagas se van a secar más rápido y eso no se recupera», explicó Sergio Solari, doctor en Sistemática y Evolución con énfasis en Mamíferos. 

También hay un impacto en las dinámicas económicas y sociales. Los profesores enfatizaron que esta especie se siente como en casa y puede limitar la movilidad de las personas y animales. A medida que tenga más crías reclamarán más terreno y restringirán espacios. 

Víctima revictimizada 

Diversos actores sociales destacan la importancia de llegar a una solución que respete la vida de estos animales salvajes, encaminada a la protección de la biodiversidad colombiana. 

Los primeros hipopótamos miembros de esta manada «criolla» son víctimas de tráfico de fauna silvestre, que tras décadas de habitar libremente una de las cuencas más importante del país fueron declarados especie exótica invasora. 

«Se ha sugerido castrarlos, trasladarlos a África, llevarlos a zoológicos y hacer encierros para tenerlos en cautiverio. Estas posibilidades las vamos a evaluar para formular recomendaciones con datos que permitan sustentar cada decisión, como ocurrió cuando se recomendó la declaratoria de especie exótica invasora», señaló Gonzalo Andrade. 

Al debate se sumaron voces que proponen la caza selectiva de machos reproductores, lo que causó polémica. En su defensa, la Fundación Santuario Animal Namigni, a través de una petición virtual, busca recoger 25 000 firmas para hacer un llamado al Gobierno y «encontrar una solución compasiva, sostenible y rentable a los impactos derivados de tenerlos desatendidos y descontrolados por años». 

«No es aceptable sacrificarlos. No se pueden asignar culpas ni perseguir a las víctimas de una situación que es responsabilidad de los humanos. El Estado incautó los bienes de Pablo Escobar, recursos que podrían haberse usado para solucionar el problema, pero no se hizo. Sería ideal que a través de la Sociedad de Activos Especiales se ponga a disposición inmuebles en régimen de comodato para la construcción de un Santuario», expuso a Alma Mater Miguel Aparicio, cofundador y presidente de la Fundación. 

«Con cualquier invasión de especies hay una etapa de expansión lenta, luego hay una etapa de expansión exponencial y, finalmente, un momento de estabilización, cuando se llega al límite geográfico posible. Los hipopótamos tienen más para donde avanzar, a la región de La Mojana o hasta Santa Marta, podrían llegar a la zona costera a través del sistema de canales y espejos, pues se les facilita nadar por allí. Hay un fenómeno adicional que ya no está vinculado a la dinámica del mamífero y que permite la dispersión de esta especie: el tráfico de cachorros al interior del país», enfatizó el biólogo Juan Felipe Blanco. 

La decisión sobre los métodos de control y el futuro de los hipopótamos colombianos será uno de los temas álgidos en materia ambiental para el próximo mandato presidencial, pronto a iniciar. 

Jornada de esterilización de algunos ejemplares a cargo de las autoridades ambientales en el Magdalena Medio antioqueño.

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