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Sociedad

Jóvenes y participación política, más que una hazaña

02/09/2025
Por: Sergio Alejandro Ruiz Saldarriaga. Periodista de la Dirección de Comunicaciones UdeA

El 19 de octubre de 2025 se realizará, por segunda vez en la historia, una elección de Consejos Municipales de Juventud —CMJ— de manera unificada en todo el país. A pocos meses de este hecho, desde el periódico Alma Mater conversamos con algunos expertos sobre este proceso que, en Antioquia, ya tiene 4270 candidatos inscritos. ¿Qué pasa con la representación de las juventudes en escenarios de participación democráticos?, ¿Cuáles son los retos y las limitaciones?

Solo el 48% de los consejos de juventud se encuentran activos y en funcionamiento, mientras que el 52% restante no está en funcionamiento o se encuentran inactivos porque lo integran una o dos personas. Foto: Cortesía / Sergio Alejandro Ruiz S.

Cuando Ana Sofía Bedoya tomó la decisión de inscribirse en una lista independiente para las elecciones del Consejo Municipal de Juventud de La Unión, en el Oriente antioqueño, no estaba del todo convencida. Fue tanta su indecisión que pidió ser la quinta de seis candidatos en la lista cremallera por la que aspiró —un tipo de lista electoral que prioriza la paridad de género al intercalar hombres y mujeres entre los elegibles—.
 
Con 16 años y contra toda expectativa, Sofia fue elegida consejera de juventud durante las elecciones del 5 de diciembre del 2021, para el periodo 2022-2025. «Yo no quería estar. Me inscribí por insistencia», recordó la joven consejera sobre ese primer acercamiento. Sin embargo, una vez aceptó el reto, lo asumió con compromiso. Ahora, lo que comenzó como una duda, se ha convertido en un camino de formación política que ha marcado su vida.
 
Cuatro años después, Sofía está cerca de terminar su periodo. Destaca que, aunque este escenario se ha convertido en una escuela para ella, también ha sido un camino de retos, limitaciones, confrontaciones e incluso de reivindicación de los derechos y las formas como se ejerce la participación de las juventudes en el escenario político. Y es que no solo los recursos materiales se convierten en un limitante, también existen algunos obstáculos simbólicos en la representación asociados al género, o incluso, los prejuicios que aún subsisten frente a las juventudes como personas apáticas, inexpertas y trasgresoras.

En el caso particular de su municipio, La Unión, el Consejo logró consolidase como uno de los más activos del Oriente antioqueño. Entre sus logros destacan la organización del foro de candidatos a la alcaldía, proyectos culturales, jornadas ambientales y el desarrollo de una semana de la juventud completamente autogestionada. En 2023, fueron reconocidos como el mejor CMJ del departamento por parte de la Secretaría de la Juventud de Antioquia en la entrega de los Premios Antioquia Joven.  

Consejos juveniles, un escenario de «difícil» adaptación

En Colombia, según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística —Dane—, la población joven representa el 25 % de los habitantes. Esta franja, decisiva para el presente del país, es la base sobre la cual se constituyen los Consejos Municipales y Distritales de Juventud.
 
Según la normativa colombiana, los CMJ son escenarios de participación juvenil que actúan como mecanismos de interlocución entre las juventudes y la administración pública, integrados y elegidos por población joven, que por rango etario en Colombia son las personas entre los 14 y 28 años. 
 
La creación de estos espacios no es reciente, según Sandra González Díaz, docente de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Antioquia, este escenario existe en la legislación colombiana desde la Ley 375 de 1997 —primera Ley Nacional de Juventud—; sin embargo, solo hasta el 2021 se pudieron elegir por voto popular, el mismo día, en todos los municipios del territorio colombiano.

A través de la Ley 1622 de 2013 y, posteriormente, de la Ley 1885 de 2018, se logró estructurar el marco para permitir elecciones formales. Sin embargo, solo se llevaron a cabo en medio de la presión de los movimientos juveniles en las calles.

«Los gobiernos no estuvieron interesados en darle viabilidad a estos mecanismos de participación. Solo hasta 2021 aparece el tema en medio de una coyuntura particular, el estallido social durante el mes de abril de ese año», anotó González Díaz.

Este hecho, que fue celebrado como un avance institucional, pretendió reconocer que estos mecanismos de interlocución entre las juventudes y las administraciones públicas son necesarios, pero este proceso no solo involucra la aplicación de una normativa, sino garantías reales para la permanencia de los CMJ en el tiempo. «Eso dice mucho sobre cómo se concibe la participación juvenil en Colombia: como una concesión, no como un derecho», señaló la profesora González Díaz, quien también es la coordinadora del Semillero Juventudes, Política y Transformación Social de Instituto de Estudios Políticos de la UdeA.

Respecto a esa tensión entre la norma y la realidad, Julio César Orozco Ospina, coordinador de Política Pública y Gestión del Conocimiento de la Secretaría de la Juventud de Antioquia, precisó que existe un desconcierto generalizado entre sectores juveniles, pues «la ley no es muy clara en definir las organizaciones juveniles, hace una clasificación muy compleja entre organizaciones formalmente constituidas, no formalmente constituidas y procesos y prácticas informales; pero eso no se corresponde mucho con la realidad de los territorios», explicó.

Los CMJ tienen como principio representar a las juventudes organizadas y no organizadas, velar por los asuntos que atañen a la población joven, ejercer veeduría sobre las políticas públicas de juventud, además de visibilizar las agendas juveniles en los planes de desarrollo a través del diálogo permanente con alcaldías o distritos y concejos. Pese a esto, aún falta acompañamiento, hay un desconocimiento por parte de los consejeros elegidos y ausencias en capacidades institucionales tanto administrativas como políticas.

Según la normativa, el acompañamiento técnico y logístico a los consejos de juventud está a cargo de las administraciones públicas, ya sea municipal o distrital, pero en la realidad eso no funciona de manera efectiva. Según Sofía Bedoya las garantías y recursos son limitados, «somos estudiantes, trabajamos, cuidamos nuestras casas y encima debemos mantener un proceso político que requiere tiempo y energía», expresó la consejera. 

En este sentido, para la Secretaría de la Juventud del departamento, la permanencia de quienes fueron elegidos para ser consejeros en Antioquia es un asunto que se debe revisar. «A lo largo de este tiempo hubo renuncias, muchos jóvenes se fueron del proceso a veces por causas que no son muy claras, otros por desconocimiento de la representatividad o incluso, por asuntos personales y económicos como que no tenían pasajes para los encuentros, o se vinieron a estudiar a Medellín, problemas familiares y hasta tener que tomar un trabajo», contó Orozco Ospina, quien además es docente de la Facultad de Comunicaciones y Filología de la Alma Máter. 

La tarea de acompañar sujetos políticos 

Desde la perspectiva académica, según la profesora González Díaz, la estructura de los consejos de juventud sigue pensándose de forma rígida e institucional, donde la carga del deber ser democrático los transforma en escenarios poco flexibles y técnicos para quienes ocupan estos espacios.
 
Esto lo ha podido evidenciar desde el Semillero Juventudes, Política y Transformación Social, en el que han participado jóvenes consejeros de diferentes municipios y se han identificado falencias como: ausencia de formación política, reproducción de prácticas clientelistas de la política tradicional, escaso reconocimiento institucional y falta de incidencia real en la toma de decisiones locales.

«Hay quienes llegaron sin saber qué era un CMJ, otros fueron cooptados por partidos que solo buscaban listas. No hay una reflexión política de fondo. Y eso también es responsabilidad del sistema educativo», comentó González Díaz.

Para la profesora, las universidades deben asumir un rol activo. «Debemos formar sujetos políticos. En el caso de la UdeA identificar a los estudiantes que participan en estos espacios, acompañarlos técnicamente en sus procesos de incidencia», precisó.

Asimismo, se hace necesario que las instituciones de educación contribuyan a desmontar los imaginarios instalados en la opinión pública sobre los jóvenes como la falta de participación o la indiferencia frente a lo político. «Esta idea tiene tanto de injusto como de erróneo. Muchos jóvenes están organizados en procesos barriales, colectivos ambientales, feministas, culturales. El problema es que se les sigue viendo como objetos de política pública, no como sujetos políticos», señaló González Díaz.

Ahora lo que se viene no es solo un proceso de campaña electoral para los nuevos aspirantes a consejeros y consejeras de juventud en todo el país, sino también un reto en lo político y pedagógico que permita impulsar este mecanismo de participación. «Los CMJ pueden ser el comienzo de algo más profundo si se toman en serio. La formación para la participación es muy necesaria, quienes estén allí deben conocer, por ejemplo, sobre la administración pública, la gestión de los recursos públicos, las estrategias para ejercer una veeduría efectiva», concluyó González Díaz.

Por lo pronto, el próximo 19 de octubre, al final de la tarde, sabremos si se cumple aquella hazaña donde más jóvenes en todo el país y en Antioquia acudan a las urnas a ejercer su derecho al voto o si, como hace cuatro años, la gran mayoría de ellos no se consideran aún sujetos políticos. 

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