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Academia Ciencia Sociedad Vida

El río Medellín, arteria presionada

16/06/2021
Por: Natalia Piedrahita Tamayo-Periodista

La deforestación y pavimentación de las montañas de las laderas de la ciudad están afectando cada vez más las microcuencas del río Medellín. Su canal principal tiene cada vez menor capacidad de respuesta ante la presión de las crecientes.

Desbordamiento de quebrada por fuertes aguaceros en el sector de Pilarica, en Medellín. Fotos: cortesía Edwin Bustamante Restrepo.

Los habitantes de Medellín se vieron afectados por la situación de emergencia que se dio el 5 de abril de 2021: los ojos aterrados de la ciudadanía presenciaron el crecimiento del río y su desbordamiento en las zonas de La Macarena, la calle 33 y la Regional; el soterrado de Parques del Río se inundó y diez carros quedaron atrapados. El Departamento Administrativo de Gestión del Riesgo —DAGRD— reportó desbordamientos, cierres en las vías, desplomes de árboles y cerca de 200 llamadas de personas en situaciones de emergencia.

Un mes después, el 6 de mayo de 2021, en el sector de El Poblado, se sintieron los efectos de las fuertes lluvias: más de 30 desplomes de árboles, 25 inundaciones, cinco deslizamientos y alto flujo de lodo, además de una granizada en el corregimiento de Santa Elena, fueron algunos de los estragos reportados por el DAGRD.

No son sucesos aislados, los problemas relacionados con el agua son permanentes en la ciudad. La deforestación, la urbanización y la falta de planeación territorial de Medellín, han conducido a los desbordamientos y estragos causados por el río, un problema que no será solo del presente.

«Las inundaciones pueden convertirse en un problema crónico por muchas razones, incluyendo que las tormentas tienden a volverse más intensas con el cambio climático y que cada vez hay más gente y más terrenos impermeabilizados en Medellín. Estas condiciones aumentan la probabilidad de que el río se desborde con una frecuencia que no soportaríamos», advirtió Juan Fernando Salazar Villegas, investigador en hidrología y cambio climático y coordinador del Grupo de Investigación en Ingeniería y Gestión Ambiental -GIGA- de la Universidad de Antioquia.

Los modos de habitar a Medellín han generado que las quebradas pierdan su equilibrio natural y que el río padezca los efectos de la contaminación por sustancias químicas y residuos sólidos. A esto se suma un segundo factor: la deforestación de laderas altas en las que nacen las microcuencas y se generan sistemas hídricos. Debido a la urbanización de estas zonas, la tierra deja de absorber el agua y esta corre directo al río.

La relación umbilical de las personas y el agua se evidencia en los desbordamientos del río, que han cobrado vidas y dejado a familias sin hogar. Salazar Villegas señala que es una cuestión urgente en la agenda ciudadana, ya que las predicciones del cambio climático a corto plazo muestran que se darán lluvias y tormentas mucho más intensas que las que conocimos en el siglo XX. Además el fenómeno de La Niña, que se está dando en este año, aumenta la constancia de lluvias y tormentas.

«Decimos que el río atraviesa el Valle de Aburrá y realmente es la ciudad la que se le atravesó al río. Hay que volver a mirar este cuerpo de agua como unidad de planificación, ya que hasta ahora en Medellín ha primado una perspectiva predominantemente urbanística», afirmó Análida Rincón Patiño, doctora en Planeación Urbana e investigadora de la Escuela del Hábitat de la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín.

Desde 1999, Medellín se planteó como una ciudad compacta —que debe crecer hacia adentro, proteger sus montañas laterales y, con ello, los cauces de la cuenca del río—. Sin embargo, el despliegue estructural se ha dado a la inversa: se han ocupado áreas que no deberían haberse intervenido, con lo que se afectó el paisaje de la ciudad y aplazó ese ideal de ciudad interior más densa, sostenible, equitativa y competitiva, comentó Jorge Pérez Jaramillo, arquitecto, consultor y encargado de la formulación del Plan de Ordenamiento Territorial —POT— 2014-2027.

Alternativas


Los desbordamientos de quebradas, un problema crónico en el Área Metropolitana, son una de las consecuencias de la expansión urbana.

Aunque los POT de los últimos 22 años se construyeron a partir de un crecimiento urbano desmesurado y con miras a proteger el patrimonio natural y social de este territorio, sería muy difícil deshacer los hechos arquitectónicos que marcaron el rumbo del Valle de Aburrá.

Ante ese panorama se han dado estrategias como Parques del Río, que en sus inicios planteó un sistema ferroviario y peatonal que conectara ecológicamente el interior de la ciudad y evitara la expansión urbana: «Esta propuesta es una de las razones para afirmar que Medellín tiene trazados los caminos para mitigar los efectos de la emergencia climática, pero por diversos motivos no se ha implementado integralmente», explicó Pérez Jaramillo.

El río es mucho más que ese canal que divide y cruza a Medellín. Desde su nacimiento en el Alto de San Miguel, en Caldas, hasta su convergencia con el río Grande en Puente Gabino, Santo Domingo, sus aguas recorren 104 kilómetros y reciben la influencia de cerca de 65 afluentes hídricos.

La idea de construir un parque con lagos, canales y bosques en el terreno del Aeropuerto Olaya Herrera, planteada hace un mes por la administración de Daniel Quintero, despertó reacciones a favor y en contra por parte de los concejales y la ciudadanía. Sobre ella puntualizó Pérez Jaramillo: «No son una Alcaldía o un Plan de Ordenamiento Territorial los factores que definen el futuro de un aeropuerto como el Olaya Herrera que, aunque se ubique en Medellín, no es un simple lote sino una infraestructura geoestratégica que conecta a regiones muy apartadas de Colombia, por lo que sus dinámicas deben discutirse desde del Estado central y la Aeronáutica Civil».

Sin embargo, la propuesta de incrementar áreas de parques sería una solución para mitigar los desbordamientos del río y las quebradas: «Con un lote de parque grande se puede diseñar una llanura de inundación artificial para que retenga aguas que no queremos que afecten otros sectores de la ciudad. Si uno tiene que escoger entre que se inunde un parque, un barrio o se desborde el río dentro de la ciudad, la primera opción es la mejor», expresó Salazar Villegas.

Añadió que es importante que la ciudadanía y la administración comprendan que la apertura de parques pavimentados en vez de ayudar, agudizan el problema de las inundaciones, ya que la tierra —zonas destinadas a árboles y jardines— retiene el agua, mientras que el asfalto acelera la llegada de esta al río.

El académico de la UdeA apuntó otra alternativa: «Techos o azoteas verdes» para recoger aguas e impactar el desarrollo sostenible en los territorios. Explicó que estas cubiertas tendrían jardines que absorben agua. Además de aminorar la probabilidad de inundaciones, la ciudad estaría abasteciéndose de «cosechas de lluvias» o aguas que podrían reutilizarse para regar jardines, lavar carros y desarrollar actividades que no requieren su potabilización.

El reto con la estrategia es que, si la implementa una persona, no tendría un impacto generalizado; pero si se trata de una decisión de un barrio o una comuna completa, aportaría una solución.

También está el Cinturón Verde Metropolitano, macroproyecto propuesto en el POT, que protegería los cerros tutelares y las laderas del incremento de intervenciones arquitectónicas y de vivienda: «Medellín tiene la posibilidad de expandirse en su interior, así que ponerle este límite de pavimentación a las laderas y puntos verdes de la ciudad es clave para el bienestar del río y de los habitantes —fauna y flora— del Valle de Aburrá», aseguró el urbanista Pérez Jaramillo.

El reto que la ciudad tiene hoy es revisar sus dinámicas de habitar el territorio, ya que el río está conectado con todo y todos: de la preservación del sistema ecológico depende el bienestar de este cuerpo de agua, de los ecosistemas urbanos y, cómo no, de los individuos.

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