Memoria bajo amenaza
Memoria bajo amenaza
"...En Colombia la elaboración del pasado se enfrenta a peligros de diverso tipo, desde la persecución a quienes lo investigan hasta la destrucción de los soportes materiales. Justamente a ese riesgo se enfrenta una iniciativa de memoria representativa en el país como es el Salón del Nunca Más..."
¿Qué memoria puede ser útil para el presente y el futuro de los colombianos?
No pretendo dar respuesta a esta pregunta, solo quiero llamar la atención sobre la urgencia de mirar nuestro pasado, no para quedarnos en él sino, más bien, para ponerlo al servicio del ahora y de nuestros horizontes de expectativas. En Colombia la elaboración del pasado se enfrenta a peligros de diverso tipo, desde la persecución a quienes lo investigan hasta la destrucción de los soportes materiales. Justamente a ese riesgo se enfrenta una iniciativa de memoria representativa en el país como es el Salón del Nunca Más, sitio que hoy en día está en crisis por falta de recursos que permitan su funcionamiento en condiciones idóneas.
En medio de la violencia que azotó el oriente antioqueño a finales del siglo XX y comienzos del XXI, el municipio de Granada se convirtió en ejemplo de organización social y resiliencia. Allí se creó la Asociación de Víctimas Unidas por la Vida (Asovida) como movimiento de resistencia de la sociedad civil frente a la deshumanización y la degradación del conflicto. Como venía sucediendo en otros municipios de la región, el objetivo de proteger la vida de los miembros de la comunidad frente a la violencia ejercida por los actores armados se cumplió por lo menos en tres ámbitos: resistir y movilizarse, dignificar la memoria de las víctimas, recomponer el tejido social. En este contexto, en el año 2009, fue inaugurado el Salón del Nunca Más. En este sitio, fotografías, bitácoras y testimonios se constituyeron en soportes materiales de las memorias del dolor y la resistencia de los granadinos.
Con el trascurrir del tiempo, este espacio se ha convertido en un sitio de memoria del conflicto emblemático en Colombia. De su existencia se han beneficiado los sobrevivientes que dignifican la memoria de sus muertos, la comunidad que ha podido reunirse para tramitar el pasado doloroso, las instituciones educativas que han contado con un recurso fundamental para trabajar hacia una pedagogía de la memoria y la creación de una conciencia histórica; los investigadores de las ciencias sociales y humanas que reconocen que “las memorias de los granadinos evocan claramente el sufrimiento por más de 30 años, al mismo tiempo que las acciones y el forcejeo por hacer de este un territorio de paz” (Centro Nacional de Memoria Histórica, 2016); igualmente, los visitantes que acuden al Salón y se encuentran con este ejercicio de rememoración que da cuenta de las crueldades de la guerra y de la vulnerabilidad de una población que quedó en medio del fuego cruzado.
Muchos han reconocido la importancia del Salón, pero su sostenimiento ha dependido, en buena medida, de la autogestión y del financiamiento por parte de Asovida. Hoy en día esta iniciativa atraviesa por una aguda crisis que pone en peligro su sostenibilidad. El deterioro de la infraestructura que lo alberga es insoslayable: el techo está averiado, la humedad ha comenzado a hacer estragos, descascarando paredes, humedeciendo la documentación y afectando la colección de fotografías y bitácoras. La falta de recursos ha llevado también a la reducción de los horarios de atención al público, pues las tareas de aseo, apertura, visitas guiadas y dinamización del espacio descansan sobre unas cuantas personas que realizan su trabajo de manera voluntaria.
Esta situación pone en riesgo la existencia de este espacio y con ello la posibilidad de ofrecer exposiciones y atender visitas que permitan conocer lo que representó el conflicto armado en el oriente antioqueño; pone en peligro la opción de seguir reflexionando sobre los procesos sociales de construcción de memoria, verdad, justicia y reparación como baluartes de la promoción y defensa de los derechos humanos; pone en suspenso la oportunidad de construir y discutir permanentemente acerca de las múltiples memorias, los olvidos y los silencios de esta comunidad.
Muchos de los hechos de violencia que afectaron a Granada permanecen todavía en la impunidad, la esperanza de justicia está puesta en la implementación del acuerdo de paz entre el Estado colombiano y la guerrilla de las FARC. En este contexto es fundamental la preservación de esta iniciativa comunitaria en torno a la memoria del conflicto. La existencia del Salón constituye un aporte necesario para el desarrollo efectivo de un programa de justicia restaurativa.
El Salón hace parte de una constelación de emprendimientos de memoria creados por la sociedad civil en diferentes regiones del país. Pertenece a la Red Colombiana de Lugares de Memoria que pretende, entre otros, hacer incidencia para que el Estado garantice la autonomía y sostenibilidad en el tiempo de las distintas iniciativas y que les dé estabilidad frente a los cambios de gobierno. El apoyo estatal es una condición indispensable para la existencia del Salón, para que pueda seguir dinamizando el trabajo de la memoria. Mientras el apoyo estatal llega (¡Ojalá que sí!) se adelanta una campaña de crowdfunding para recolectar recursos que permitan su supervivencia, ojalá usted pueda a portar a esta causa: Ayuda al Salón del Nunca Más. Apoyar esta campaña es amparar un patrimonio comunitario útil para la elaboración del pasado, para pensar nuestro presente y proyectar los tiempos venideros.
¿Qué memorias podremos construir, a partir de qué soportes, qué utilidad puede tener el recuerdo del pasado? Preguntas necesarias hoy en día cuando a la crisis de iniciativas como el Salón del Nunca Más se le suma la incertidumbre frente al rumbo que tomará el Centro Nacional de Memoria Histórica.
Referencia:
Centro Nacional de Memoria Histórica. (2016). Granada: memorias de guerra, resistencia y reconstrucción. Bogotá: CNMH - Colciencias - Corporación Región.
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Nota
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