Marte en la era del Perseverance
Marte en la era del Perseverance
Jorge I. Zuluaga, físico, PhD en Partículas y coordinador del pregrado de Astronomía de la Universidad de Antioquia, explica lo que implicó llevar el vehículo espacial Perseverance a Marte y qué se espera de esta misión. Esto es lo que debería saber.
El pasado jueves 18 de febrero fuimos testigos de la llegada del Perseverance a Marte. Millones de personas presenciamos en vivo y en directo la manera en cómo los computadores a bordo del vehículo activaron, automáticamente, los mecanismos que le permitieron entrar al planeta rojo, frenar su caída primero con el «capullo» de materiales avanzados con el que iba protegida y luego con la asistencia de un gran paracaídas, antes de aterrizar suavemente colgado de una grúa voladora que la acompañaba. Toda una hazaña técnica.
¿Qué sigue ahora para la 0—me gusta imaginarla como «ella»—?, ¿qué esperan descubrir los científicos con esta nueva misión que no hayan descubierto ya los más de siete aparatos de exploración similares que han aterrizado en Marte en los últimos 50 años?
Para empezar, a diferencia de los vehículos marcianos que la precedieron, ella es una «astrobióloga» sobre ruedas. Todos sus instrumentos están en últimas diseñados para un propósito concreto. Con las cámaras de alta resolución que lleva en lo alto de esa torre de observación, que le da su característico aire a robot de cuento de ciencia ficción, podrán ver detalles sobre las rocas del grosor de un cabello humano a varios metros de distancia. O los aparatos que tiene en el extremo de su brazo robótico, que ayudó a diseñar y construir la ingeniera aeroespacial colombiana Diana Trujillo, con los que analizarán con rayos X y luz UV la superficie de las rocas para buscar en ellas las huellas distintivas de la química más compleja.
En definitiva, todos los aparatos son diseñados para encontrar el Santo Grial de la exploración espacial: huellas de vida en otros planetas.
Es posible que todos estos instrumentos no sean suficientes para alcanzar el objetivo deseado. Mientras rueda por los alrededores del antiguo lago al que fue enviada por ingenieros de Nasa, se ha previsto que pueda recoger una docena de muestras de los sitios más interesantes que visite y las almacene en un lugar seguro. En el futuro, se estima que entre 2026 y 2028, un vehículo similar irá hasta Marte solo para recuperarlas y traerlas de regreso a la Tierra, donde los análisis más profundos podrán revelar definitivamente si la vida habitó allí en un pasado remoto; incluso, si todavía ronda por allí.
Pero no solo de astrobiología vive la Perseverance. El vehículo es como una carreta llena de chécheres avanzados que permitirán, además, poner a prueba tecnologías que serán fundamentales para futuras ambiciones de exploración humana en el planeta rojo.
En una caja debajo de la «carreta» de esta exploradora se prueba por primera vez una tecnología de conversión del fino e irrespirable aire marciano en el preciado oxígeno que necesitarán humanos y otros bichos que llevemos en el futuro. Con ese oxígeno, obtenido del abundante CO2 que hay en el ambiente, se podrá también fabricar combustible de cohete para el viaje de regreso. Micrófonos puestos aquí y allá traerán inéditas experiencias auditivas de Marte en la era del Perseverance otro planeta. Hasta ahora, sin embargo, Marte suena como un desierto ventoso de la Tierra. No parece haber muchas sorpresas auditivas, excepto si reconoces que un resultado así significa que muchas experiencias sensoriales terrícolas en realidad te pueden dar una idea más o menos fiel de lo que se siente estar en otros planetas. Vamos a Marte para apreciar más a la Tierra.
La Perseverance lleva a bordo muestras de un traje espacial y de la cubierta del casco que posiblemente llevará la primera astronauta en posarse en su superficie en las próximas décadas. La idea es estudiar, con los mismos instrumentos que lleva la exploradora con ruedas, los cambios que sufren esos materiales al estar expuestos por muchos meses o años al intenso frío y los altos niveles de radiación reinantes.
Finalmente, la robot «dará a luz» a un vehículo volador. Después de uno o dos meses de actividad, un pequeño helicóptero que viajó en su vientre, será depositado en el suelo por su «madre»; luego, se hará a un lado y permitirá que el helicóptero se alce sobre la superficie y pruebe, por primera vez, que es posible volar en la tenue atmósfera de Marte.
La misión tiene «pilas» para más de 15 años —se alimenta con unas baterías nucleares que le permiten trabajar día y noche sin depender de la luz del Sol—. A armarse de paciencia. Nadie dijo que buscar vida fuera de la Tierra nos fuera a tomar poco tiempo. Aún así, son años grandiosos para estar vivos.