El puntillazo que fracturó la historia
El puntillazo que fracturó la historia
"...No hay duda del remesón que provocó en el gesto “ebanista” de Martín Lutero, quien con una sola puntilla reformó toda la iglesia católica y provocó el surgimiento de nuevas formas de su credo..."
Hoy exactamente se conmemoraron 500 años de lo sucedido en la iglesia del Palacio de Wittenberg, Alemania, cuando un fraile católico agustino clavó un manifiesto con 95 tesis sobre la puerta principal.
Disputatio pro declaratione virtutis indulgentiarum (cuestionamiento al poder y eficacia de las indulgencias) fue el enunciado que, a manera de titular, daba apertura al documento que célebremente se convirtió en el punto de partida para la fractura más connotada de la vida espiritual del occidente cristiano en lo que va de la historia.
Martín Lutero (Martin Luther) según cuenta la tradición, fue el personaje que izó la proclama que buscaba argumentar la querella contra la romana institución católica que, según él y sus seguidores abnegados, había ya alcanzado límites inusitados al comerciar con la pena, el dolor y la redención de la culpa.
Las indulgencias habían entrado en el mercado de valores como si se tratara de bonos de resarcimiento e, incluso, de paz y salvos para volver a pecar. La inflación de esta práctica mercantil, acaecida en las comarcas católicas, no sólo alimentó un comercio de almas y redención, sino que logró desbordar los alcances de una curia que había logrado superar cualquier imperio precedente con un mandato extraterrestre, un designio divino que, al menos en occidente, sólo encontraría símil en la expansión romana precristiana.
La puntilla en la madera logró un millar de cosas nunca avizoradas por el demandante. Una reforma inadvertida fue apenas el comienzo de una revolución que hoy por hoy tiene sobre la mesa una historia divergente en la que el cristianismo alcanzó diversidad teológica y pragmática. El humanismo blindó la escena, la humanidad y su fragilidad se convirtieron en el centro de una praxis incipiente que, con el tiempo, develaría una nueva conciencia sobre la idea de Dios, especialmente desde la ciencia, la filosofía y las artes.
Las preguntas sobre la existencia y su sentido siempre serán invitadas de primer renglón en la tertulia del conocimiento. El martillazo luterano resquebrajó una lisa y débil capa protectora de una realidad ilusoria, por donde entró un nuevo torrente de imaginería fascinante a un mundo que había visto contenidas la inquietud y la sed de conocimiento tras las respuestas dogmáticas a las preguntas esenciales que aparecen cuando, en la noche más profunda, de luna nueva, vemos el firmamento estrellado: ¿dónde estamos y para qué?
La imagen, su imagen, la engastada mirada del reformista se mantiene altiva por los Cranach: Lucas, el viejo, y el joven lo pintaron tantas veces y en tantas formas y faenas, que su presencia reiterada fue insigne en un camino que terminaría por hacer cambiar la doctrina católica y llegar a la contrarreforma barroca; una gesta dorada hasta la saciedad, gracias al oro americano, y sentida en las indias orientales con su horror vacui.
No obstante, si los Cranach supieron publicitar la idea reformista con la imagen de Lutero marcada por los tiempos de su accionar, en una operación que nada tiene que envidiar a las artimañas mercantiles de las agencias de branding contemporáneas, su contraparte, la contrarreforma, hizo del rito eucarístico un acto performativo que necesitó de un espacio donde la gracia divina aterrizara, aunque no lograron encontrar otra metáfora más que la saturación pletórica de oro acompasando las narraciones míticas registradas por los artistas sobre cada resquicio de sus templos.
Los reformistas alcanzaron lo inimaginable en un momento en que el poder santo romano era ilimitado. No obstante, su logro más significativo no se da necesariamente al interior del credo; más bien, se trata de la apertura a un mundo de posibilidades donde la humanidad se reconoce creadora de realidades y de mundos diversos, como lo recuerda la máxima bíblica del Génesis que dice que hemos sido hechos a imagen de Dios, pero, después del puntillazo, podríamos agregar que solo semejantes cuando creamos.
El manuscrito con las 95 tesis del teutón al ser leído hoy puede parecer inocuo; por esto hay que tener presente al hacerlo que el tenedor del báculo de San Pedro era León X, Giovanni di Lorenzo de Medici, heredero de una de las casas más opulentas que ha visto la humanidad y, claro está, practicante de artes inquisitorias con las cuales no escatimaba en intentar conectar la tierra con el infierno si fuera necesario; sin dejar de lado la pléyade de príncipes y reyes católicos que soportaban el imperio de la fe, y que estaban dispuestos a lo que fuera, mientras el statu quo mantuviera el legítimo linaje que los hacia llegar directamente al reino de los cielos. Claramente la convulsión del martillo se vivió en muchas latitudes en los años subsiguientes.
El pensamiento y, sobre todo, los límites de lo posible fueron ampliados tras la gesta reformista. Apareció el Dios de Spinoza, un ser más cercano a los dioses animistas de las primeras comunidades de sapiens, que encarnaban cada ser sobre la faz, que al Dios omnipotente de los herederos de Sem. El cielo habló distinto a los astrónomos que buscaban el origen, y las profundidades de las aguas fueron dejando emerger otras verdades con la historia de la vida.
Aun así, entre tantas y fabulosas puertas que abrió el golpe del martillo, la lógica luterana dejó entreabierta la del antisemitismo que paradójicamente, y en la misma tierra, aunque, cuatro siglos más tarde, resignó al pueblo judío, la misma nación del nazareno, que parece estar condenada al destierro diaspórico a pesar de haber escrito los libros que todas las falanges cristianas siguen en la actualidad.
No hay duda del remesón que provocó en el gesto “ebanista” de Martín Lutero, quien con una sola puntilla reformó toda la iglesia católica y provocó el surgimiento de nuevas formas de su credo. Su trabajo incansable y vehemente compromiso con la causa espiritual al ser revisadas en nuestro tiempo, mantiene el poder para motivar nuevas preguntas en el incesante afán de la humanidad por encontrar una razón a la existencia.
Nota
Este es el espacio de opinión del Portal Universitario, destinado a columnistas que voluntariamente expresan sus posturas sobre temáticas elegidas por ellos mismos. Las opiniones aquí expresadas pertenecen exclusivamente a los autores y no reflejan una opinión o posición institucional de la Universidad de Antioquia. Escriba y envíenos sus columnas de opinión al correo electrónico: udeanoticias@udea.edu.co.
Portal U de A - Redes Sociales - WCV(JSR 286)
Portal U de A - Datos de Contacto (Noticias) - WCV(JSR 286)
Portal U de A - Comentarios de Facebook - WCV(JSR 286)
Listado Lo más popular
-
Academia Ciencia Sociedad
La microcapa superficial marina aporta nuevas pistas sobre el calentamiento global
19/06/2025 -
Academia Sociedad Cultura
Biblioteca de la UdeA se enriquece con herencias de intelectuales
19/05/2025