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El derecho a la ciudad

27/10/2021
Por: Santiago Acevedo Monsalve, Sociólogo, egresado UdeA

«... El criterio fundamental de las intervenciones urbanas para producir bienestar, con infraestructura o regulaciones, consiste ahora en revisar cómo producen integración de las personas a la ciudad y entre la ciudadanía..»

Una definición muy simple de la arquitectura: cerramiento de espacio físico. Ese cerramiento tradicionalmente ocurre con un envolvimiento de materialidad y es válido que el espacio sea excluyente, privado. Pero, así no aplica en el urbanismo y la agenda del mismo en el siglo XXI. Ahí hay una diferencia entre esas dos disciplinas. Si seguimos con el ejercicio de definir, el urbanismo se define por lo abierto, por el encaje de la (dis)continuidad de la trama urbana, la construcción de la ciudad

 ¿Dónde comienza y dónde termina una ciudad? Antaño la ciudad era lo civilizado. Ahora con una idea menos antropocéntrica y mayor conciencia ambiental, cada ciudad se define en un entorno geo-ecológico, que supera su perímetro urbano de altas densidades y sus fronteras administrativas como puede ser una municipalidad o distrito. Además de esa inclusión de la ciudad dentro de un entorno más amplio, hoy la ciudad se propone como incluyente hacia dentro, para los diferentes grupos de la población, en reto contra la desigualdad.

Las ciudades aparecen como un problema para la igualdad social, como lo ha dicho la ONU en su conferencia sobre Vivienda y el Desarrollo Urbano Sostenible, pues presentan niveles de desigualdad superiores al promedio de los países en una región tan desigual como América Latina y el Caribe. Esto es, las ciudades presentan las mayores oportunidades de desarrollo, pero se distribuyen de manera poco equitativa; hay falta de inclusión en las oportunidades que ofrecen las ciudades.

Sin embargo, todo problema tiene solución, si se le define como tal. Las ciudades pueden ser el mejor laboratorio de cambio social hacia la inclusión que disminuya la desigualdad entre ciudadanos. Para ello puede haber múltiples estrategias y frentes de trabajo. El primero debe ser siempre asumir a los ciudadanos como sujetos de derechos, reconociendo su derecho a la ciudad, derecho que se expresa en las múltiples formas de habitar, ser y estar en la ciudad (incluyendo producir). Y el habitar ocurre en el marco de una gobernanza urbana, donde cuenta tanto lo dotacional como las acciones de regulación espacial y demás relaciones sociales.

El inconveniente para un urbanismo incluyente surge, entonces, cuando la gobernanza urbana recurre a la segregación espacial para abordar problemáticas que se perciben o, mejor, construyen como localizadas. La crítica debe aumentar en la medida en que los efectos no son inocuos, por el contrario, la desigualdad aumenta, reforzando fuertemente su percepción. Encima, para mayor gravedad, por la selectividad discriminatoria de las intervenciones urbanas en la gobernanza, la misma promueve aquella desigualdad simbólica.

Basta ver algunos ejemplos recientes de la ciudad. Encerraron la Plaza de Botero como si fuera un corral gigante al aire libre. Todo lo que la administración quería resolver se desplazó a sectores aledaños. Quedó un mejor espacio para el turismo, para visitantes y extranjeros. Por su parte, en el Parque Lleras y el sector de Provenza, se ha dado eco mediático a la propuesta de generar una ‘zona de tolerancia’ en otra parte, porque los comerciantes de determinado sector de la ciudad “invierten muchos millones” —¿otro suelo de la ciudad y su inversión en el mismo no tienen valor?, ¿hay zonas de la ciudad ‘desechables’? —.

En el contexto de una gobernanza donde se admite que hay sectores y categorías de ciudadanos, se afecta el derecho de la ciudad y la posibilidad de construir igualdad por el trato inequitativo. La solución tampoco es dar el mismo trato de pretender aislar los problemas con aislamiento físico; así como la economía informal tiene derecho en el Centro, los comerciantes de El Poblado también: el derecho a la ciudad en el espacio público.

Ahora, volviendo al principio, no hay que confundir las soluciones que ofrece la arquitectura con las del urbanismo: encerrar el espacio público o abordar los problemas centrándose en el espacio físico es un despropósito. Lo único que se logra es desplazamiento, dispersión y creación de nuevos focos y conflictos entre establecidos y marginados. Medellín en particular ha sufrido bastante violencia territorial por parte de actores armados ilegales (fronteras invisibles), ahora tiene la necesidad de construir relaciones de regulación socio-espacial que no violenten de otras formas a sus ciudadanos.

Ya es suficiente con los muros simbólicos y la desigualdad socio-espacial, no hay que adicionar muros físicos ni barreras que amplían la brecha social. El criterio fundamental de las intervenciones urbanas para producir bienestar, con infraestructura o regulaciones, consiste ahora en revisar cómo producen integración de las personas a la ciudad y entre la ciudadanía. Una ciudad puede ser muchas ciudades por su diversidad, no por la edificación de guetos y especialmente menos con los grupos más vulnerables.


Nota

Este es el espacio de opinión del Portal Universitario, destinado a columnistas que voluntariamente expresan sus posturas sobre temáticas elegidas por ellos mismos. Las opiniones aquí expresadas pertenecen exclusivamente a los autores y no reflejan una opinión o posición institucional de la Universidad de Antioquia.

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