El lugar que más me gusta en la Universidad
El lugar que más me gusta en la Universidad
"...Casi podría decirse que en el campus universitario no hay sitio despreciable, ya que en su mayoría son amplios, agradables y bien dotados. Hoy es fácil ver a los estudiantes sentados conversando, jugando, almorzando o en amoríos en los amplios y generosos pasillos,..."
Por obvio y por predecible que sea, debo decir que el lugar de la Universidad que más me gusta es la biblioteca. Eso no quiere decir que no me gusten, por ejemplo, el Teatro Camilo Torres o las canchas de fútbol o el Museo Universitario. Esos tres espacios me gustan mucho y, en mi ya larga vida universitaria, los he frecuentado bastante (en las canchas de fútbol como espectador, ya que, aunque me gusta mucho el fútbol, soy bastante malo jugándolo, entonces siempre preferí los picaítos en mangas o en peladeros).
Casi podría decirse que en el campus universitario no hay sitio despreciable, ya que en su mayoría son amplios, agradables y bien dotados. Hoy es fácil ver a los estudiantes sentados conversando, jugando, almorzando o en amoríos en los amplios y generosos pasillos, o durmiendo una siesta en alguna de las numerosas zonas verdes. Vagos, fuera de las comunes responsabilidades y con el deleite propio de los años jóvenes. Con una despreocupación digna, justamente, de esos años gloriosos. Los lugares son los mismos que vivimos en otros tiempos, con muy leves y a veces afortunadas variaciones.
Pero en la biblioteca he pasado gran parte de mi tiempo en la Universidad. Allí trabajo hace muchos años y he gozado y aprendido buena parte de las cosas que necesito en la vida (en la vida solitaria, claro, aquella donde uno está consigo mismo, apenas en compañía de los autores que ama, o los que amará; la vida escolar, social y familiar es otro asunto). Desde el colegio supe que las bibliotecas son lugares extraordinarios, con los que puede contar alguien que necesita los libros (debí saberlo desde la escuela, pero en ella no había libros, tampoco en el barrio había biblioteca y en casa apenas sí se leían los periódicos). Parafraseando a Cesare Pavese, las bibliotecas son la mejor defensa contra las ofensas de la realidad. Pavese dice eso, pero refiriéndose a la literatura: “La literatura es una defensa contra las ofensas de la vida”, es la frase del autor italiano.
La Biblioteca de la Universidad ha pasado por varias etapas, como es natural. El edificio donde se encuentra desde 1968, cuando fue construida la ciudad universitaria, es un edificio central, bello y muy grande, como debe ser; en eso los arquitectos de ayer estuvieron provistos de la imaginación y de la generosidad que les falta a los arquitectos de hoy, qué duda cabe. Tiene cinco pisos sólidos, amplios, iluminados y cuenta con una excelente colección y con un también excelente mobiliario, hoy mucho mejores que antes, porque los tiempos han cambiado, en ese sentido para bien.
He pasado larguísimos ratos en la colección de revistas, muy rica y tal vez inabarcable, con la delicia que ellas significan, llenas a veces de color, de fotografías, de ensayos que se leen de un tirón, de poemas que a menudo son el aperitivo para entrar en autores completos, de dos o tres cuentos, de reseñas, de entrevistas, de crónicas. Siempre magníficos aperitivos.
Daniel Samper Pizano dice que no hay ningún paisaje bajo techo que pueda igualar a una biblioteca. En casa y en la universidad, digo yo. Las colecciones de literatura, donde particularmente he pasado buena parte de ese tiempo en la Universidad, son el gran paisaje del tercer piso. Doce mil títulos, aproximadamente, dan para varias vidas, de seguro, pero son el gozo de un lector que, aunque sabe que el tiempo no le alcanzará, los tendrá siempre como un tesoro. Leer bien es, también, ejercer la crítica, entonces no todo es bueno, claro está.
Sobra hablar demasiado acerca de la generosidad de las buenas bibliotecas, y bastaría la famosa frase de un también muy famoso escritor argentino sobre ellas. Esa frase, muy probablemente, resume todo. La nuestra, la biblioteca de la Universidad, es maravillosa y uno desearía que realmente fuera muy valorada por todos los estudiantes y por todos los profesores y por todos los empleados
Que fuera, para muchas más personas de la Universidad, el lugar que más les gusta. Es muy posible que no sea así debido a diversos motivos (con cualquiera de ellos perdemos todos), pero cualquier universidad tiene la obligación de hacer que su Biblioteca sea el lugar más requerido por los usuarios, por los estudiantes; y hacer de él no solo el edificio central, sino el centro de las actividades intelectuales, académicas y culturales.
Nota
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