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El tití cabeciblanco, es un primate nativo de Colombia presente en los departamentos de Antioquia, Atlántico, Bolivar, Córdoba y Sucre. Foto: cortesía / Ivan Darío Soto.  

«La genética permite diferenciar características propias de poblaciones para dar respuesta, por ejemplo, a cómo podemos conservar una especie», dijo María Alejandra Jiménez, estudiante del pregrado de Biología de la UdeA y ganadora de la primera convocatoria 2024 de la Beca Colombia Biodiversa, entregada por la Fundación Alejandro Ángel Escobar. 
 
Su proyecto «Evaluación genética y de salud de poblaciones remanentes de tití cabeciblanco», fue reconocido como uno de los cinco ganadores entre las 95 propuestas presentadas por estudiantes de pregrado y maestría de todo el país. La beca está compuesta por un apoyo económico que permite el desarrollo de la investigación y tiene una duración de un año. 

Aportar en la conservación de especies ha sido el principal interés de Jiménez Cadavid, quien a sus 25 años cursa noveno semestre del programa en Biología y pertenece al Laboratorio de Genética Animal, adscrito al Grupo de Investigación en Agrociencias, Biodiversidad y Territorio —Gamma—, de la Facultad de Ciencias Agrarias y el Instituto de Biología de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales.

Los protagonistas de su investigación son las poblaciones del mono titi cabeciblanco —Oedipomidas oedipus—, una especie de primate endémica del Caribe colombiano caracterizado por su penacho de color blanco en la cabeza, lo que los hace animales carismáticos para los humanos. Esta especie, que habita en cinco departamentos  al norte de Colombia, durante décadas ha sido usada para múltiples estudios biomédicos, debido a su condición de primate, además se ha visto afectada por el tráfico de fauna silvestre y la masiva pérdida de los bosques del Caribe, factores que han generado una disminución de los tamaños de sus poblaciones.

Esto además, representa un reto para Antioquia y demás instituciones que trabajan en pro de la conservación del tití y otras especies nativas en subregiones del departamento como Urabá, donde se ha presentado una transformación de hábitats nativos asociados a proyectos de infraestructura.  
 
«El propósito del proyecto es poder delimitar las poblaciones naturales y saber, por ejemplo, si tengo un individuo que fue traficado a dónde pertenece, es decir, determinar la población de procedencia; esto con el fin de tener datos precisos para hacer liberaciones más exactas o incluso conocer las zonas donde más se está dando tráfico de la especie», comentó Jiménez. 

El estudio pretende además definir rangos de variación de parámetros químicos y sanguíneos de la especie, pues hasta ahora no existen investigaciones que aborden valores hematológicos y bioquímicos de referencia para diferenciar entre poblaciones silvestres y titíes rescatados del tráfico. Se espera, además, que del proceso de recolección y análisis de datos se derive una herramienta que puedan utilizar corporaciones ambientales del país para promover liberaciones más exitosas al recuperar titíes cabeciblancos víctimas de tráfico o cautiverio.

La propuesta de investigación cuenta además con el respaldo de la Fundación Proyecto Tití, el Área Metropolitana del Valle de Aburrá, la Universidad CES, la Asociación Colombiana de Parques Zoológicos y Acuarios —Acopazoa—, la Universidad de Copenhague en Dinamarca y el Zoológico de Copenhague. 

«Lo que nos está otorgando este tipo de investigación son huellas genéticas que nos ayudan a identificar el origen de estos titíes para saber de dónde vienen y dónde liberarlos, pues lo ideal es hacerlo en la misma zona de donde provienen, por múltiples razones éticas, biológicas e incluso legales», comentó Iván Darío Soto Calderón, profesor de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales y coordinador del Laboratorio de Genética Animal.

En un principio la investigación consideró un análisis de 100 individuos, pero esta cifra ya se superó en la fase de muestreos. Gracias al trabajo colaborativo entre diversas instituciones, se recolectan datos de la especie presentes en los departamentos de Bolívar, Córdoba, Sucre y la subregión del Urabá en Antioquia. Ahora, los esfuerzos se concentran en aumentar el número de casos analizados de individuos en la región sur, que permita una base de datos más representativa. 

La UdeA se destaca por el número de becados

María Alejandra Jiménez, además de desarrollar su investigación sobre titi cabeciblanco, pertenece al semillero de primatologia Antioquia de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales. Foto: cortesía. 

La Beca Colombia Biodiversa es una estrategia que, desde el 2005, ha sido impulsada por la Fundación Alejandro Ángel Escobar, y contribuye al apoyo de jóvenes investigadores interesados en la conservación y uso sostenible de la biodiversidad.  
 
Desde sus inicios hasta la fecha, se suman 13 estudiantes de la Universidad de Antioquia que han sido ganadores del reconocimiento en áreas como biología, ingeniería, economía y microbiología. «Es la segunda vez que nuestro laboratorio tiene el honor de acceder a una de estas becas. La primera ocasión fue con la estudiante Alejandra María Moreno, por el trabajo de maestría con monos aulladores. Y en esta ocasión es con María Alejandra Jiménez», destacó el profesor Soto. 

Conservar el tití 

Actualmente se adelantan varios proyectos en la UdeA que incluyen trabajos de grado y tesis doctorales alrededor del tití, fortaleciendo una línea de investigación clara desde la Alma Máter con esta especie de primate, donde también se incluyen los trabajos con el tití gris.

En los últimos años, Colombia viene desarrollando herramientas genéticas para la conservación. Desde el Plan Nacional de Desarrollo 2022-2026, se estable en el artículo 27, la estrategia para el control de tráfico ilegal de fauna silvestre a través de instrumentos genéticos que permitan rastrear dicho tráfico.
 

Este contenido cuenta con traducción en Lengua de Señas Colombiana