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Muchachas

08/02/2016
Por: Carlos Vásquez Tamayo, Vicerrector General Universidad de Antioquia

"Hace once años, el 10 de febrero de 2005, Magali Betancur y Paula Ospina, estudiantes de la Universidad Nacional, murieron en nuestro campo de manera cruel y espantosa, manipulando explosivos. Esas dos muchachas cayeron arrastradas por la rueda de la temeridad".

Quién les ordenó, las instruyó, les dijo que hicieran. Ellas eran jóvenes recién llegadas a la Universidad pública de Medellín.

Entraron quizás por esa puerta que parece estar deparada a los nuevos: el atajo del pensamiento rey y el rictus colérico.

Y al mismo tiempo, cabe imaginar, eran dos muchachas desprevenidas, colmadas de sueños y pasión intelectual.

Llegaron a sus carreras por méritos, pasaron el examen de admisión. Hace once años, el 10 de febrero de 2005, Magali Betancur y Paula Ospina, estudiantes de la Universidad Nacional, murieron en nuestro campo de manera cruel y espantosa, manipulando explosivos.

Esas dos muchachas cayeron arrastradas por la rueda de la temeridad. A la vez, es posible que ya hicieran parte de grupos de arte, talleres literarios, equipos deportivos.

Lo que es seguro es que estudiaban y conversaban, se sentían bien en la U. Ahora hacen parte de la lista de los tempranamente muertos.

Que un joven muera en la universidad es algo terrible. Nos tiene que mover a pensar: qué estamos haciendo y, sobre todo, qué no estamos haciendo bien.

Pienso en los ojos y los corazones de sus padres y sus familias, en la desolación de sus amigos y allegados. Creo que todo ese dolor tiene que convertirse en algo.Una alianza, un compromiso pleno y eficaz.

La vida de esas dos muchachas ya no se puede recuperar. No hay modo de devolverlas aquí. Pero hay palabras, esas que, con seguridad, ellas pronunciaron y les permitieron decir lo que creían y lo que querían.

Sus cuerpos y sus almas no vuelven pero sus palabras tal vez sí. ¿Cuáles podrían ser? Además de las del corazón y la amistad, a lo mejor pensaban en la justicia, en la igualdad y la libertad.

Esas y otras palabras exigen ser amasadas, tenidas entre los labios y llevadas al aire, bien de todos, espacio que nos envuelve en su ventura y amistad.

Pensando en esos rostros macerados y esos cuerpos maltrechos, recuerdo hoy a esas dos muchachas y las traigo aquí para que se detengan, tan siquiera un momento, y con un gesto nos den una señal de dónde estamos y qué debemos esperar.

Para que nadie muera aquí ni corra peligro. Para que en este lugar se proteja la vida, bien inalienable, que es de todos y que a nadie se le debe arrancar.


Nota

Este es el espacio de opinión del Portal Universitario, destinado a columnistas que voluntariamente expresan sus posturas sobre temáticas elegidas por ellos mismos.  Las opiniones aquí expresadas pertenecen exclusivamente a los autores y no reflejan una opinión o posición institucional de la Universidad de Antioquia.

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