Opinión

Una cultura se ha venido extendiendo en el Valle de Aburrá que ha distorsionado la realidad; una cultura  antisocial y manipuladora que desprecia los valores ajenos; una cultura mafiosa que ha cambiado las tradiciones decembrinas, de gente de buenos ingresos, con celebraciones excéntricas y consumo ostentoso; una cultura que emerge de la migración social por el dinero fácil y rápido; una cultura impregnada de una "nueva clase social de traquetos, corruptos, delincuentes y tahúres; una cultura que destruye los ideales de una sociedad sana, pujante, emprendedora, de valores y principios; una cultura narco-corrupta que quema su dinero en voladores y papeletas o en centros comerciales; un abismo de una cultura derrochona, hedonista, facilista e inmediatista que muestra la tendencia general del ser humano a caer más fácil en sus debilidades y facilidades y no en los retos e incertidumbres que lo pueden hacer crecer. Así en nuestra cultura se volvió El Adviento e irrumpió "La Alborada".

El Adviento, para los cristianos, consiste en un tiempo de preparación espiritual para la celebración de la Natividad, que por antonomasia es la conmemoración del nacimiento de Jesús, fiesta de su revelación al mundo, correspondiente a los cuatro domingos previos y más próximos al nacimiento; son las cuatro semanas de preparación y celebración litúrgica de la Navidad. El primer domingo de Adviento se ubica entre el 27 de noviembre y el 3 de diciembre. El calendario de Adviento los seculares lo han popularizado cuenta atrás desde
el 1° hasta el 24 de diciembre, el día de la Nochebuena, una reunión familiar, un ágape, noche de villancicos, de cena, dulces, arbolitos, pesebre, trasnocho parrandero e intercambio de regalos o aguinaldos.

Durante el Adviento se coloca en las iglesias y hogares una corona de ramas de pino, llamada corona de Adviento, con cuatro velas, una por cada domingo. Tres primeras moradas, color de profundización espiritual, y la cuarta rosada, para indicar la cercanía de la Natividad.

Los domingos de Adviento, la familia o la comunidad se reúne en torno a la corona. para hacer alguna meditación y plegarias. Los fieles las consideran como un tiempo de oración y de reflexión caracterizado por la espera vigilante y esperanza, de arrepentimiento, de perdón y de alegría. A cada una de esas cuatro velas se le asigna una virtud que hay que mejorar, como puede ser la primera, el amor; la segunda, la paz; la tercera, la tolerancia y
la cuarta, la fe. Adviento es tiempo de preparación, de cambios, de conversión, de festejos y agasajos sociales; tiempo de magia, tiempo de embrujo.

Empero el nuevo Adviento es tiempo tergiversado de religión a consumición. Se ha parodiado el Adviento, el preludio de la celebración del nacimiento de Cristo, y por estrategias de neuromercadeo, este tiempo, que invoca navidad, pasó de cuatro semanas a cuatro meses, de iniciar en diciembre a hacerlo desde agosto o septiembre, de una simbología creyente a mayor consumismo de la gente, a un comercio e intercambio de cosas, a compras de lo innecesario, a satisfacer las necesidades infundidas o necedades creadas; o mejor, a saciar su mentalidad idiotizada en las tiendas de los centros comerciales, más llamados "shopping center o mall".

Como si fuese el preámbulo de las celebración religiosa ancestral de Adviento se pone en boga al principio del siglo XXI "La Alborada", un fiesta ampona y pagana, una hipérbola de fuegos artificiales, y cuyo ingrediente principal es la pólvora, mezcla explosiva inventada por los chinos para usos ceremoniales y religiosos y afincada en Latinoamérica desde la época de la conquista española en el siglo dieciséis.

En los albores del siglo XXI las fiestas decembrinas siempre empezaban el día de las velitas, el 8 de diciembre, que se celebra el dogma de la Inmaculada Concepción, otro día familiar acompañada de fuegos artificiales con finalidad lúdica en la que los niños se dedicaban a jugar haciendo bolas de esperma y candeladas del diablo. Desde ese día empezaba oficialmente la Navidad.

La historia cambió, cuando el 1° de diciembre del 2003 a las 00:00 horas, empezó a sonar y a resplandecer en el cielo paisa juegos pirotécnicos, enormes cantidades de pólvora, y año tras año se ha convertido como en una “tradición polvorista” que celebra la llegada de diciembre. Todo empezó como una celebración para festejar la dejación de armas, desmovilización, incorporación a la sociedad y vida civil del bloque paramilitar Cacique
Nutibara ocho días previos (El 25/11/ 2003). Estas autodefensas, lideradas por Diego Fernando Murillo, alias "Berna", operaban ilegalmente en varias comunas de Medellín, capital de Antioquia. Una demostración de poder y rebeldía que quedó arraigada en la ciudad, se extendió al Valle de Aburrá, y que a medianoche de cada 30 de noviembre da inicio a la temporada de recogimiento de fin de año con una actividad violenta y narco-corrupta.

Esta conmemoración, que queriéndole dar una connotación eufemista, la llamaron "Alborada", palabra bella que significa música o poema al  amanecer y al aire libre que rompe el alba para avisar la venida del día, de algo o de alguien. Pero la bella palabra se tornó un espectáculo dañino, de un origen oscuro, y que hoy en día muchos la siguen practicando, desconociendo los daños e impactos negativos ambientales y humanos; produce cientos de quemados en niños inocentes y por la contaminación acústica de las explosiones perturban la quietud y el sosiego de las mascotas y estresan la fauna silvestre, y por la huida, su muerte silenciosa.

La intención del Adviento, meses previos a diciembre, es viciado por el mercadeo consumista y la Alborada, momento de poema y música de los amaneceres, está confundida en una apología a la narco-cultura y de celebración que evoca la violencia paramilitar en Colombia. 

Notas:

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