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De hacer las paces a construir la paz

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22/06/2016
Por: Juan Diego Restrepo Toro – UdeA Noticias

A través del perdón y la reconciliación, según el padre jesuita Francisco de Roux, es posible salir de la guerra que ha tenido atrapada a la sociedad colombiana hasta el colapso de su dignidad, para remediar esa “ruptura profunda del ser humano”. 

Foto: Juan Diego Restrepo Toro. 

Según Francisco de Roux el perdón no se negocia pues surge de una decisión libre y personal; es decir, no se puede obligar a nadie a pedir perdón. Tampoco significa olvido ni renuncia al dolor o a la justicia; en cambio permite deponer el odio, la venganza e incorporar al victimario a la sociedad. “Perdonar es casi un milagro”, observó. 

Ante el eventual acuerdo de paz en el proceso de negociación que se realiza en La Habana, Cuba, entre el Gobierno Nacional y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Farc-EP, el padre jesuita Francisco de Roux propuso en la pasada cátedra de formación ciudadana Héctor Abad Gómez una meditación espiritual (no religiosa) sobre el perdón y la reconciliación. Si bien el acuerdo significará hacer las paces, el reto para la sociedad colombiana será la construcción de una paz duradera.

¿Pero cómo perdonar los secuestros, los asesinatos, las torturas o las masacres? El año pasado, durante la liberación de un canadiense, secuestrado por el Ejército de Liberación Nacional, ELN, escuchó al comandante Marcos dirigirse al extranjero: “Perdóneme pero es que todos estamos atrapados en esta guerra hijueputa (sic)”. Para de Roux, quien ha trabajado en temas de construcción de paz con campesinos y distintos sectores, la clave está en buscar salidas de esta trampa que es la guerra.

“Es importante abrirse al perdón porque acá no está en juego ni el futuro de Santos, ni de Uribe, ni de las Farc, ni del ELN; lo que está en juego es la posibilidad de vivir como seres humanos y de solucionar problemas estructurales nunca resueltos: exclusión, inequidad (por ejemplo con las comunidades negras e indígenas), narcotráfico, corrupción, disputas de tierras, entre otros”, expuso de Roux, quien fundó y dirigió el Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio, que fue galardonado con el Premio Nacional de Paz en el 2001. 

Para el sacerdote jesuita hay dos maneras de ver el conflicto. Por un lado está la mirada negativa, donde la contraparte no es confiable porque es peligrosa, miente y no cabe en la solución, “¿cómo voy a dialogar con el otro si no creo en nada de lo que dice?”. De otro lado está el conflicto en positivo. Si bien siempre habrá conflicto en la sociedad, este puede ser enriquecedor si se reconocen las diferencias de puntos de vista, si somos capaces de aceptar responsabilidades y respetar la posición del otro. 

Lastimosamente ha sido el conflicto en negativo el que se ha impuesto en Colombia y de esta manera no es posible negociar porque se promueve el miedo y odio. Según Francisco de Roux, las declaraciones del presidente Juan Manuel Santos en el Foro Económico Mundial, acerca de que las Farc estarían preparadas para la guerra urbana si fracasa el proceso de paz, son una apelación al miedo, “es la misma manera de proceder” del conflicto en negativo. 

Sin embargo, considera decisivo el respaldo de la sociedad al proceso de paz. “No vengo a pedir que voten por el sí pero invito a votar a conciencia por el plebiscito porque lo que está en juego es salir de la crisis humanitaria de Colombia”, declaró este licenciado en Teología y en Filosofía y Letras de la Universidad Javeriana, quien realizó una maestría en Economía en la Universidad de los Andes, otra en Economía en el London School of Economics y un doctorado en Economía en la Universidad de la Sorbona en París. Además ha sido director del programa de paz del Centro de Investigación y Educación Popular, Cinep.

Como perdón no significa olvido, la memoria del dolor cobra fuerza en la construcción de paz. “Es una memoria que tenemos que tener viva porque de ahí parte la compasión, la responsabilidad y la posibilidad de decir nunca más”, agregó Francisco de Roux, para quien una forma de avanzar es aceptar las responsabilidades en el conflicto, lo que permite dejar la venganza (inspirada en la ley del diente por diente) y abandonar el odio. De modo que su reflexión también incluyó una crítica sobre el concepto de “guerra santa” usado por la Iglesia Católica y que sirvió de inspiración para varios actores armados. 

En el Nuevo Testamento el perdón se entiende de manera diferente según Francisco de Roux: “allí perdonar es un proceso de transformación, es el concepto griego de metanoia (renovarse por el espíritu desde dentro), y eso se puede hacer si toda la sociedad contribuye para que nos transformemos todos. No es quitarle un castigo, sino una transformación que hace que la persona quede perdonada”.

De ahí que con la justicia transicional y restaurativa se busque un cambio respecto a la justicia penal, donde las personas quedan perdonadas solo hasta el momento en que pagan la pena en la cárcel. En la justicia transicional usted es el actor de su propia restauración, asume la responsabilidad y actitud proactiva. 

El punto de vista de Francisco de Roux es una invitación para llegar a una dimensión profunda de la negociación: adquirir conciencia del drama humanitario, salir del cinismo, rescatar la dignidad y repudiar la violencia en vez de glorificarla. Por eso las víctimas son centrales como garantes de reparación, memoria y no repetición. En suma, rescatar la dignidad representa ser conscientes del valor no negociable de nosotros mismos y de los demás. 

Video de la Cátedra

 

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