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Opinión

Respiramos lo que sembramos: reflexiones sobre aire, salud y conciencia

08/10/2025
Por: Jhojan Sebastián Herrera Vargas. Estudiante de la Maestría en Educación de la UdeA.

«Lo preocupante es que este modelo de vida contaminante se está extendiendo al Oriente antioqueño. Aunque aún no se perciba una nube de smog sobre Rionegro o La Ceja, cada vez se reproducen más los comportamientos del industrialismo desmedido: el aumento del parque automotor, los trancones interminables, el crecimiento urbano sin planificación, la pérdida de conciencia ambiental y el consumo creciente de tabaco y cigarrillos electrónicos. Se nos hizo paisaje usar el carro para ir al D1 que queda a cuatro cuadras, como si caminar fuera un esfuerzo innecesario».

Medellín, la ciudad de la eterna primavera, parece haberse acostumbrado a vivir bajo una bruma que ya no es poética, sino tóxica. Como cada viernes, viajo desde el Oriente antioqueño hacia la capital para dictar mis clases de Patología General y Epidemiología en el programa de Terapia Respiratoria de la Institución Universitaria Visión de las Américas. Al descender por la vía Las Palmas, la imagen es siempre la misma: una neblina espesa cubre el valle.

No es el rocío matinal, sino el material particulado fino —PM 2.5—, esas partículas microscópicas treinta veces más delgadas que un cabello humano, que se cuelan en los pulmones y en la sangre de miles de habitantes. Lo que alguna vez fue símbolo de progreso urbano hoy se ha convertido en un recordatorio silencioso de nuestra deuda ambiental, una deuda que no es abstracta, sino medible en diagnósticos y cifras médicas.

No se trata de una exageración. Los estudios epidemiológicos han demostrado una relación directa entre la exposición a contaminantes atmosféricos y el aumento o la exacerbación de enfermedades respiratorias crónicas como el asma, la epoc o la bronquitis. En Medellín, los picos de contaminación coinciden con incrementos en las consultas por síntomas respiratorios y urgencias pediátricas. Y aunque el Valle de Aburrá ha avanzado en monitoreo y alertas ambientales, la realidad es que seguimos respirando un aire que no cumple los estándares de calidad recomendados por la Organización Mundial de la Salud.

El problema no es solo estructural: también es cultural e individual. La contaminación no proviene únicamente de las chimeneas o los tubos de escape. Además del tráfico de más de un millón de vehículos, el crecimiento urbano desordenado y la actividad industrial, nosotros mismos seguimos autocontaminándonos. El tabaquismo, aún persistente, libera sustancias tóxicas que lesionan los pulmones de quienes fuman y de quienes los rodean. A esto se suma el uso cada vez más común de cigarrillos electrónicos, especialmente entre jóvenes. Su aparente inocuidad ha sido desmentida por investigaciones que evidencian lesiones pulmonares y alteraciones inflamatorias provocadas por los aerosoles del vapeo. En Medellín y en el Oriente antioqueño, respiramos contaminación y también la producimos de manera voluntaria. No solo las industrias nos enferman: nosotros mismos participamos en esta autolesión colectiva que deteriora la salud y envenena el entorno que compartimos.

Lo preocupante es que este modelo de vida contaminante se está extendiendo al Oriente antioqueño. Aunque aún no se perciba una nube de smog sobre Rionegro o La Ceja, cada vez se reproducen más los comportamientos del industrialismo desmedido: el aumento del parque automotor, los trancones interminables, el crecimiento urbano sin planificación, la pérdida de conciencia ambiental y el consumo creciente de tabaco y cigarrillos electrónicos. Se nos hizo paisaje usar el carro para ir al D1 que queda a cuatro cuadras, como si caminar fuera un esfuerzo innecesario. Hemos reemplazado la sencillez por la comodidad y la conciencia por la prisa, trasladando la contaminación del valle hacia las montañas, y con ella, los mismos hábitos que enferman a Medellín.

Más allá de las cifras, la contaminación de nuestra querida capital, revela una crisis ética y civilizatoria: la del Antropoceno, una época en la que el impacto humano se ha vuelto una fuerza geológica capaz de alterar el clima, los ecosistemas y nuestra propia biología. Vivimos una distopía silenciosa, donde el progreso nos asfixia y la naturaleza, que antes fue nuestra aliada, empieza a pasarnos la cuenta. Como lo mencionó Hipócrates en su tratado Sobre los aires, las aguas y los lugares, «las enfermedades no llegan de la nada, sino de los pequeños pecados diarios contra la naturaleza». Reflexionar sobre ello nos obliga a reconocer que no nos enfermamos de repente, sino de respirar cada día aire cargado de PM 2.5, N₂O y otros contaminantes que nosotros mismos generamos.

Si queremos una ciudad saludable, necesitamos una transformación profunda. La educación ambiental debe dejar de ser una campaña pasajera y convertirse en una práctica cotidiana; la política pública debe priorizar el transporte sostenible, la vigilancia del aire y la regulación del vapeo y el tabaco como asuntos de salud pública.

Por mi parte, seguiré formando terapeutas respiratorios que no solo dominen las técnicas clínicas, sino que comprendan que proteger el aire es también proteger la vida. Que su misión no termina en una unidad de cuidados intensivos, sino que se extiende al territorio, a las calles y a la conciencia colectiva. Medellín y el Oriente antioqueño tienen el talento, la ciencia y la sensibilidad para hacerlo. Lo que falta es voluntad. Porque si seguimos respirando indiferencia, no habrá mascarilla que nos salve del aire que nosotros mismos contaminamos.

Lecturas recomendadas por el autor
1. Pacheco, S. E., Guidos-Fogelbach, G., Annesi-Maesano, I., Pawankar, R., D’Amato, G., Latour-Staffeld, P., Urrutia-Pereira, M., Kesic, M. J., Hernandez, M. L., & American Academy of Allergy, Asthma & Immunology Environmental Exposures and Respiratory Health Committee.
(2021). Climate change and global issues in allergy and immunology. Journal of Allergy and Clinical Immunology, 148(6), 1366-1377. DOI
2. Tran, H. M., Tsai, F. J., Lee, Y. L., Chang, J. H., Chang, L. T., Chang, T. Y., Chung, K. F., Kuo,H. P., Lee, K. Y., Chuang, K. J., & Chuang, H. C. (2023, November 10). The impact of air pollution on respiratory diseases in an era of climate change: A review of the current evidence.Science of the Total Environment, 898, 166340. DOI 
3. Grisales-Romero, H., Montealegre, N., Piñeros, J. G., Ospina, D., & Nieto, E. (2022). Relación de PM₂.₅ y enfermedad respiratoria aguda en un territorio de Colombia: modelos aditivos generalizados. Universidad & Salud, 24(1), 45–54 . DOI
4. Galimberti Oliveira, M. (2017). Tratados hipocráticos sobre los aires, aguas y lugares. Revista Peruana de Investigación en Salud, 1(1), 48–51.


Notas:

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