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Opinión

Drones y palomas

19/09/2025
Por: Lía Isabel Alviar Ramírez. Profesora de la Facultad de Ingeniería de la UdeA.

«Es de elemental decencia cuidar los animales, caso palomas, pero proporcionarles alimento parece que no es precisamente cuidar (...) A mediano plazo la buena acción perjudica no solo al animal sino también el aspecto visual de las edificaciones y hasta la salud, dado que la materia fecal puede ser sustrato para el desarrollo de diferentes microorganismos... A más comida más reproducción, lo cual plantea un desequilibrio en la dinámica de poblaciones de las diferentes especies que constituyen el ecosistema; la explosión demográfica de una especie desestabiliza la estructura del propio ecosistema. Eh ahí la contradicción: una buena obra no es necesariamente un acierto».

Siento algo de incomodidad que en un momento tan pifiado de la historia de la humanidad me encuentre reflexionando sobre palomas, cuando pululan drones guerreros en varios puntos del planeta Tierra; podría compartir mis pareceres sobre el enjambre de drones que Kiev envió a Jerson, provocando la muerte de al menos una persona o sobre la flotilla Sumud que navega hacia Gaza. Sin embargo, encuentro una raicilla común con las palomas la cual, a pesar de ser pequeña, no es desatino exponerla.

Desde hace un tiempo he tomado como oficio criar un pequeñísimo refugio vegetal en el balcón de la casa, con el fin de escudriñar secretos de la naturaleza. Al entrar hace unos días pillé una larva de mariposa suficientemente grande como para confirmar que era ella quien se había comido, casi en su totalidad, la acelga destinada a la ensalada. No pude evitar que la molestia fuera audible ¡caramba, larva tonta! Inmediatamente corté la hoja ya bastante comida, corté otras cuantas y puse todo el material en un frasco de vidrio con un pedazo de algodón húmedo al fondo; una servilleta y un elástico sirvieron para tapar la boca del frasco. Este «preciado tesoro» fue a parar la mesa donde trabajo, para observar no solo la metamorfosis sino también qué tipo de mariposa se alimenta de la vegetación cultivada en mi refugio.

La gestión fue observada por mi hermana que, perpleja, manifestó no entender... ¿estás disgustada o contenta? Las dos cosas, le respondí; disgustada porque no tendré acelga por unos días; contenta porque voy a poder ver y fotografiar la metamorfosis; además, dentro de poco, cuando salga la mariposa, voy a tener oportunidades de conocer quiénes y cómo habitan este pequeño ecosistema; a su vez, acopiaré material visual para compartir.

¿Estás disgustada o contenta? Pensar que es necesario elegir uno de dos sentimientos pues es contrario a la lógica la ocurrencia de ambos, ocasionados por el mismo suceso en el mismo momento, no tiene sentido debido a que un suceso puede y debe ser valorado para el corto, mediano y largo plazo; por tanto, si lo inmediato causa disgusto pero su proyección en el tiempo advierte beneficios, los dos sentimientos pueden coexistir; la aparente contradicción queda resuelta.

Se ha vuelto común ofrecer alimento sobre todo a las aves con quienes compartimos el hábitat citadino; higos, banano, mixtura de cereales y hasta agua endulzada «con azúcar morena para que no les haga daño», dicen… Tal costumbre evidencia que se ha perdido de vista el aporte del subsidio energético dispuesto para ellas, el cual es consustancial al incremento en la reproducción; en otras palabras, se está propiciando la explosión demográfica de la o las especies favorecidas.

En la Universidad hemos padecido y hasta maldecido las palomas que, si bien es cierto la población ha mermado, aun es necesario comprender o recordar la implicación humana en lo que calificamos como problemático. Los restos de comida dejados mal ubicados sumados a aquellos alimentos que voluntariamente les ofrecemos, incentivan la reproducción y por ende el crecimiento poblacional. Dejando de lado el tema de la ubicación de las sobras y poniendo en primer plano el asunto del voluntariado proclive a ofrecerles subsidio energético, respaldado por una gama variopinta de argumentaciones, entre las cuales puede traerse a colación la compasión o la caridad para con los animalitos de Dios, resulta conveniente evidenciar una aparente contradicción.

Es de elemental decencia cuidar los animales, caso palomas, pero proporcionarles alimento parece que no es precisamente cuidar; obviamente hay satisfacción momentánea por la buena acción. Tal alimento, por ser incompatible con su sistema digestivo les ocasiona diarrea, evidenciada en las chorreras que afean los muros; entonces, a mediano plazo la buena acción perjudica no solo al animal sino también el aspecto visual de las edificaciones y hasta la salud, dado que la materia fecal puede ser sustrato para el desarrollo de diferentes microorganismos; la satisfacción pasa a ser preocupación. Por último, a más comida más reproducción, lo cual plantea un desequilibrio en la dinámica de poblaciones de las diferentes especies que constituyen el ecosistema; la explosión demográfica de una especie desestabiliza la estructura del propio ecosistema. Eh ahí la contradicción: una buena obra no es necesariamente un acierto.

Es menester entonces, estimar cómo cada acción individual traspasa a la sociedad y al ecosistema en el corto mediano y largo plazo. Los bienes comunes de la humanidad los disfrutamos temporalmente; por tanto, es de elemental justicia esmerarse en mantener el planeta en buen estado para quienes vivimos y para quienes vivirán.

Mencioné en el primer párrafo una raicilla común entre drones y palomas, es claro que una población de palomas en equilibrio dinámico proporciona un ecosistema saludable; es claro también que los drones son herramientas maravillosas para comprender infinidad de situaciones. Sin embargo hoy su uso para la guerra es eficiente y aterrador a la vez; enjambre de drones, drones de precisión, drones para hackear, drones autónomos, armarse para disuadir, es el rumor que escucha la humanidad. A corto plazo, mutilación y muerte; a mediano plazo pobreza y odio, a largo plazo planeta contaminado sin vuelta atrás. Parece un contrasentido conceder la administración de nuestro maravilloso cuerpo celeste a un puñado de congéneres de visión cortoplacista y miope; cabe la analogía, es dar comida a las palomas haciendo caso omiso de su salud, de la salud del vecindario y de la salud del ecosistema.

  • La autora es coordinadora del Grupo de Investigación Aliados con el Planeta de la UdeA.
     
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